El canje de espías entre Estados Unidos y Cuba

Agradezco a 14ymedio la oportunidad que me dio de llegar a sus lectores en español e inglés con mi opinión acerca del reciente canje de espías entre Estados Unidos  y Cuba:

14ymedio.com/opinion/canje-espias-Unidos-Cuba_0_1691830815.html …

14ymedio.com/englishedition/The-US-Cuba-Spy-Exchange_0_1693630629.html …

A continuación lo reproduzco:

Rolando Sarraf Trujillo en compañía de sus padres

Rolando Sarraf Trujillo en compañía de sus padres

Los últimos días transcurridos desde el pasado 17 de diciembre se añadirán a la estrecha historia entre Estados Unidos y Cuba. Más allá del apoyo o la disensión a las decisiones tomadas, estas suponen una ruptura en la linealidad de los acontecimientos que venían suscitándose desde 1961. Estemos conscientes de que ¨el piso se movió¨.

Es cierto que por encima del nombre y condición de presos liberados o intercambiados trasciende la relevancia del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países, si bien vale aclarar que será un proceso complejo y no exento de trabas de ambas partes. Sin embargo, ahora que se vive la apoteosis vale la pena disertar acerca de los seres humanos involucrados en esta dramática historia.

Es importante destacar que Alan Gross que estuvo cinco años secuestrado en Cuba no fue canjeado por espías, ya el gobierno de los EE.UU había reiterado en múltiples ocasiones que no aceptaría esta opción. Afortunadamente le liberaron ¨por razones humanitarias¨. La libertad de este judío americano tan bienvenida, precisamente en el día primero de la festividad judía del Hanukkah, por más que fuese prioritaria habría sido inmoral si EE.UU le recibiese canjeado por espías, como sugería The New York Times o el Servicio Mundial de Iglesias, en alineación a la inmoral propuesta de La Habana.

Doy gracias a Dios que la opción que yo venía sugiriendo desde el pasado 11 de septiembre en mi blog  Cubano Confesante (hbit.ly/1rNirTt ) que luego reiteré el 29 de noviembre (  ) y en mi artículo de opinión en 14ymedio el pasado 1 de diciembre, Alan Gross, ‘The New York Times’ y los espías, ha sido la escogida.

En efecto, personas acusadas de espiar para EE.UU se encontraban prisioneras desde hace décadas en Cuba: Rolando Sarraff Trujillo, condenado a veinticinco años desde 1995; Claro Fernando Alonso Hernández, condenado a treinta años desde 1996; Ernesto Borges Pérez con pena de muerte conmutada por treinta años de prisión desde 1998; y  en años recientes fueron añadidos del equipo de trabajo de Ricardo Alarcón, expresidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Miguel Álvarez, condenado a treinta años, y Mercedes Arce, condenada a catorce; así como Eusebio Conrado Hernández García, cercano a los defenestrados Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, condenado a veinte años. Es incuestionable que la opción de intercambiar espías por espías resulta más digerible aun cuando también posea detractores.

Entiendo el dolor por estos días de los familiares de los mártires del grupo humanitario ¨Hermanos al rescate¨, Armando Alejandre, Jr, Carlos Costa, Mario De la Peña y Pablo Morales, asesinados el 24 de febrero de 1996 en aguas internacionales por aviones militares cubanos en lo cual tuvo que ver el jefe de la red de espionaje, Gerardo Hernández, condenado a doble cadena perpetua en Estados Unidos, quien se encuentra entre los tres finalmente canjeados por Obama. Habría sido inadmisible que estos espías hubiesen sido cambiados por Alan Gross. Sirva al menos como consuelo saber que no fue por él sino por uno de los nombres que yo sugería: Rolando Sarraff Trujillo, un verdadero héroe gracias al cual fue detectada y juzgada la red Avispa en su totalidad.

En efecto, según varios medios de prensa encabezados por Newsweek aunque hasta el momento ni su familia haya sido informada de su paradero, es él el espía canjeado por los tres al servicio de la inteligencia cubana que permanecían prisioneros en USA. Su nombre era uno de los seis que aparecían en mis escritos. Esperemos que los demás a quienes me referí, incluido Ernesto Borges Pérez, con quien intenté realizar capellanía carcelaria, también sean liberados por estos días. Y por extensión todos los presos políticos cubanos, más de ochenta todavía.

La sociedad civil cubana, en la isla y en la diáspora, no deberá detenerse en sus reclamos y de seguro contará entre sus mejores aliados con la futura Embajada de los EE.UU en La Habana, como hasta ahora lo ha sido la Sección de Intereses en la Embajada de Suiza y otras muchas embajadas del mundo democrático.

No cejaremos hasta el día en que se convoquen elecciones libres y en que todos los partidos, con acceso previo a una prensa liberada, se sometan al escrutinio del pueblo y sean desalojados para siempre quienes han demostrado total ineficacia por más de cinco décadas además de actuar como vulgares delincuentes y secuestradores.

Pregunta 13 de 30: ¿Por qué no libera al ciudadano estadounidense Alan Gross, quien se encuentra preso en Cuba por apoyar con tecnología a la comunidad judía cubana y que constituye una advertencia a modo de escarmiento para quien decida ser solidario con cualquier otra de las comunidades existentes?

La pregunta trece, de treinta  (http://cubanoconfesante.com/?p=733) que presentamos el año pasado en Washington cuestionando las supuestas libertades religiosas en Cuba invitados por Solidaridad Cristiana Mundial (CSW) está dedicada al caso del contratista norteamericano Alan Gross. Desde publicada esta interrogante varias veces hemos vuelto sobre ella ya que sin lugar a dudas constituye una de las mas tocadas por la opinión pública, especialmente en las últimas semanas.

El pasado 10 de septiembre la cancillería estadounidense reiteró que el caso del ciudadano Allan Gross, prisionero en Cuba por ingresar equipos de comunicación a la isla, no es comparable al de los espías cubanos integrados a la Red Avispa y que por tanto no habrá canje. Esta reafirmación invalida el objetivo principal del secuestro de Gross por parte del régimen de La Habana y tuvo lugar en medio de una las intensas campañas de este, la denominada “Jornada Internacional por la Libertad de los Cinco“, que más que la liberación de unos presos tiene por objetivo hacer ruido y ganar adeptos entre los ingenuos que puedan quedar en el mundo a favor de un totalitarismo caribeño que se acerca a sus sesenta años.

De ahí para acá el nombre de Gross ha seguido moviéndose por instancias que se suman a la propuesta del régimen de que debe cambiársele por los espías. El Servicio Mundial de Iglesias por ejemplo, que desde sus orígenes en 1948 responde a los intereses políticos de las extremas izquierdas, realizó una visita de tres días a Cuba a principios de noviembre en la cual dejó claro que Gross es solo su escusa y su objetivo, la liberación de los espías cubanos. Entre la saga de editoriales del The New York Times, que hasta el momento suman seis, dedicados a Cuba, el cuarto, precisamente publicado a inicios de noviembre, se sumaba también a esta propuesta de canje contraria a la reiteración del gobierno norteamericano. Noviembre concluye por cierto con la visita del editorialista Ernesto Londoño a Cuba y con él, el espíritu de cada editorial.

Lo del apoyo del Servicio Mundial de Iglesias a cada slogan propagandístico de la agenda política de La Habana es de esperar, siempre ha sido igual su trayectoria, nunca una declaración a favor de las víctimas del sistema, siempre a favor del victimario. Lo del The New York Times ha sido diferente pues en su historial pueden recordarse posiciones de salir al paso a los desmanes dictatoriales en la isla, como ocurrió ante la denominada Primavera Negra de 2003, que le valió entonces, no los comentarios favorables, “reflexiones” satisfechas de Fidel Castro o hasta la publicación íntegra de uno de sus editoriales en el Órgano del Partido Comunista de Cuba de ahora, sino todo lo contrario, como aquel artículo en Granma del 24 de abril de 2003 bajo la firma de Arsenio Rodríguez que nos recordara Reinaldo Escobar de 14ymedio donde se declaró: “…sus decisiones editoriales no son ni serias ni liberales, sino que cumplen obedientemente las órdenes en defensa de los intereses de los poderes dominantes en esa nación”, para concluir: “… el verdadero papel del The New York Times (sic) fue, es y será, representar a la esencia del imperio”.

Por otro lado The New York Times nunca ha dicho que quien mantiene su poder político en Cuba sea un buen gobierno, lo que critica son las posiciones históricamente sostenidas por USA, desde su punto de vista ineficaces para conseguir el desmantelamiento del totalitarismo en la isla, y para lo cual propone otra política, de acercamiento, lo que algunos denominan “el abrazo de la muerte”. Si bien no coincido con las tesis del The New York Times, si espero que tras su presente visita a la isla los nuevos editoriales que salgan corrijan un poco su dirección actual. Por ejemplo en el caso del referido cuarto editorial tengo la esperanza que Londoño no solo pueda entrevistar en persona al propio Gross, sino que explore otra posibilidad de salida para el caso que le preocupa de los espías, más viable para un canje y que hasta el momento no se ha tenido en cuenta: la del cambio de otros probables espías por espías.

 

Alan Gross, cuando estaba libre, con su familia

Alan Gross, cuando estaba libre, con su familia

Se trata de casos como el de Ernesto Borges Pérez, acusado de espiar para USA, ahora confinado en la Prisión Combinado del Este, en su dieciséis año de prisión, el mismo tiempo que los tres que se mantienen presos en USA acusados de espiar para Cuba. En acusaciones similares a la de Borges se encuentran: Rolando Sorráz Trujillo, condenado a veinticinco años desde 1995; Claro Fernando Alonso Hernández, condenado a treinta años desde 1996; del equipo de trabajo de Ricardo Alarcón, expresidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Miguel Álvarez, condenado a treinta años, y Mercedes Arce, condenada a catorce; y Eusebio Conrado Hernández García, cercano a los defenestrados Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, condenado a veinte años que cumple en la prisión de Guanajay. Es obvio que el régimen en Cuba no se encuentra interesado en deshacerse de estos presos que parecen ser objetivo prioritario del general Raúl Castro pero abría que ver su reacción si el gobierno de los EE.UU reconoce que la acusación bajo la cual La Habana mantiene en prisión bajo severas penas a estos cubanos fuera cierta y diese un paso aun mas allá valorando como mas válida la opción de canjear por ellos a los tres espías cubanos en USA. Tal vez The New York Times que gusta de buscar la quinta pata a la mesa redirija su propuesta y exponga esta opción más equiparable. Y que por supuesto el canje de espías por espías se produzca con la previa liberación de Alan Gross que evidentemente no espiaba para nadie y se encuentra injustamente preso en Cuba.