Semanas atrás viví la desagradable sorpresa de recibir por correo postal un paquete cuyo contenido más valioso fue decomisado por la aduana. Es usual que la mayor parte de la correspondencia internacional que logra llegar a mis manos posea evidencias suficientes de haber sido revisada. Ayer mismo recibí un paquete con señales de haber sido minuciosamente inspeccionado, se trataba de un verdadero tesoro compuesto de postales acopiadas por Solidaridad Cristiana Mundial (CSW, por sus siglas en inglés) y que hermanos de Europa enviaron en un gesto de amor que nos emocionó profundamente a mi familia y a mí. Pero en el hecho al que especialmente hago referencia, además del mal embalaje de las precintas al paquete, evidentemente faltaba contenido original, y en cambio, habían sido incluidas varias actas de decomiso.
Debo reconocer que estamos mejorando. Otras veces se han perdido cartas o paquetes que me han sido enviados sin ofrecérseme explicaciones de ningún tipo. Ahora por lo menos el pillaje se muestra más educado.
Un acta invocando el Decreto Ley 137/93 me informaba del decomiso de un paquete de cuatro chorizos con peso 0.220 kg. Según el Acta este alimento ponía en riesgo la fauna doméstica o salvaje de la República de Cuba. Nunca pensé reclamar estos chorizos ya que, dada mi falta de conocimientos al respecto, ni por asomo quiero hacerme culpable de la muerte de algún animalito, ni pretendo interponer recursos contra la determinación del Dr. Juan José Díaz Orraca quien firma el documento. Si en algo cree el veterinario que puede ser afectada nuestra fauna, prefiero no reclamar nada. Solo espero que tomen en serio esta política y que no sigan pululando por doquier tantos animales sin ninguna prevención epizootiológica con tanto riesgo adicional de enfermedades zoonosicas. Adelante, ojalá que mis chorizos sean el comienzo de tanto por hacer.
Sin embargo ante el otro anuncio de decomiso sí pretendía reclamar interponiendo recurso de Apelación ante la Aduana. Me refiero a cuatro libros enviados a mi nombre (tres copias del título TRAS CAUTIVERIO LIBERTAD y una de ÚLTIMAS ESTROFAS DEL DESTIERRO) ambos escritos por el escritor cubano exilado Luis Bernal Lumpuy, quien constituye además el remitente personal de tan valioso envío. Formaban parte de un paquete al que se impuso la sanción de decomiso parcial y que arribó por los servicios de envío desde EE.UU con el número RR015871131CU. Discrepo totalmente de lo consignado en el acápite ¨Relato de los Hechos¨ del Acta de Retención y Notificación donde se expresa que el contenido de los libros, y cito, ¨atenta contra los intereses generales de la nación¨. A mi juicio no puede atentar contra los intereses generales de la nación el envío de un cubano a otro cubano, ambos parte de la nación, de literatura producida también por un cubano, y especialmente cuando uno de los títulos está dedicado a la experiencia autobiográfica del autor en los campamentos de la UMAP, tema este que ya consideraba superado y rectificado; y el otro título, consistente en poemas, expresa la profunda nostalgia de un cubano exilado por su lejana patria, ¿puede haber algo más cubano que esto?
Lamentablemente, dados el corto tiempo otorgado para reclamar (solo ofrecen treinta días para hacerlo y ya cuando el paquete llegó a mis manos había corrido una semana), mi distancia geográfica de la Aduana (tenía que viajar hasta La Habana) y mis múltiples ocupaciones; no pude presentar en tiempo mi demanda. Para colmo estuve detenido domiciliariamente y de manera totalmente ilegal y arbitraria el pasado jueves 15 y el plazo para reclamar vencía el lunes 19 con un fin de semana de intenso trabajo en la iglesia por el medio. Como en el caso de la demanda realizada a la Fiscalía General de la República para el caso de Juan Wilfredo Soto y por el cual recientemente se ha abierto por fin una investigación, muchos me aconsejaban no dar ningún paso en tal sentido, más que por posibles restricciones y reprimendas (¡que ya me sobran!) por no perder el tiempo tan valioso en algo a primera vista estéril, pero a pesar de ello yo insistía en ir adelante en esta nueva demanda ya que considero un crimen intolerable que estos libros de mi amigo Luis Bernal se pierdan cuando su lectura haría mucho bien a tantas personas ávidas en Cuba de excelente literatura como en estos dos casos en que Luis, primero nos desnuda la crudeza de aquellos campos de concentración que mostraron lo más oscuro y rancio a que podía llegar eso que llaman revolución cubana; y luego, la insoportable nostalgia de estar lejos de estas tierras nuestras, aunque en ellas se haya sufrido y quebrantado tanto.
Pensaba realizar el esfuerzo también porque soy de los que cree que es hora de empujar el muro sin tolerar siquiera la más pequeña violación de nuestros derechos ciudadanos ya que espero que, como enuncia Luis en su título, evocando una estrofa de un antiguo himno cristiano, pronto vivamos, tras cautiverio, libertad. Y libertad aquí mismo, sin tener que marcharnos como lo hizo Luis incapaz de seguir soportando mas tanto dolor y discriminación en el 1980. Libertad aquí para no tener que llorar como Heredia ni como Luis estas palmas cuyo verde frescor ahora mismo me acaricia la cabeza.
Ya que definitivamente no pude reclamar me consuela pensar que al igual que de seguro alguien se comió mis chorizos, otros probablemente estén leyendo los libros de Bernal ya que, solo sabe Dios, no es posible constatar cuanta influencia puede ejercer la lectura de un libro, especialmente cuando se haya escrito sacando fuera lo más profundo del alma, y así sucede con estos libros de Bernal. Tanto a quien se haya encargado del chorizo, como a quienes lo estén haciendo ahora con los libros deseo, de todo corazón, ¡un buen provecho!
Pbro. Mario Félix Lleonart Barroso