Los han visto por ahí
Los han visto en los tejados
Dando vueltas en Paris
Condenando en los juzgados
(Luis Fernando Ochoa)
El pasado domingo 21 de junio, día de los padres, hizo un año ya del asalto policial del que fuimos víctimas mi esposa Yoaxis Marcheco y yo. Fuimos detenidos durante dos horas, entre 3.40 y 5.40pm, tiempo durante el cual se procedió a la ocupación de nuestras laptops y de mi memoria flash de 32 Gb. En todo momento la policía intentó dar la apariencia de un normal proceder y así se reflejó en las actas de ocupación: «por motivo de un hecho que investiga la PNR». Nuestra perdida fue mucho mayor que el costo del hardware ocupado. La totalidad de nuestro patrimonio digital acumulado hasta esa fecha nos fue arrebatado. A partir de allí debimos comenzar prácticamente de cero. No solo bibliotecas personales que minuciosamente compilamos durante años, que incluían colecciones de fotos familiares por décadas, o toda la música y sus diapositivas para el uso en nuestras iglesias, sino que toda nuestra creación literaria, fotográfica y académica fue ocupada. Incluyendo además diversos artículos, muchos de ellos inéditos, toda mi poesía, nuestros dramas de navidad, nuestra correspondencia y la de las dos iglesias que pastoreamos. En el plano académico el efecto fue letal. Cursos que nos había llevado años ir conformando, libros que confeccionábamos para el Seminario Teológico Bautista de Santa Clara (tres tomos de los cursos de Nuevo Testamento, prácticamente a la mitad cada uno de ellos) todo regresó al estado de cero.
Ya en 2013, en el Café Literario de Santa Clara, en circunstancias muy extrañas, me fue robada mi mochila con variadas pertenencias en un intento evidente de ocupar mi laptop que afortunadamente aquel día no llevaba conmigo, limitándose solo la perdida a cámara de video y memorias flash. Extremé medidas a partir de ese momento para no volver a ser víctima de esos actos de rapiña. Lo inconcebible para mi esposa y para mí fue que quienes debieran existir para cuidarnos -si hubiésemos vivido en un país normal, que evidentemente no es el caso, como confirma este hecho- fueron quienes nos arrebataron nuestras dos laptops personales, en un operativo dirigido por el Mayor Fermín quien fungía como Jefe de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) en Camajuaní. A lo largo de este año esta estación policial se ha visto envuelta en actos de corrupción, tan propios cada vez más de estas “fuerzas del orden”. Los escándalos no han sido pequeños y han desembocado hasta en suicidios como el del capitán Amaury Carmenate (http://www.14ymedio.com/nacional/se-suicida-oficial-policia-participo-en-asalto-en-Camajuani_0_1670232967.html#.VGYiw6ElaR0.twitter …), el último rumor que circula entre la vox populi es que fue asesinado por otros policías que temían revelase hasta donde estaban implicados ellos también. Ya ni el Mayor Fermín se encuentra en esta estación pues según se dice, también fue removido por sus malos manejos.
Pero el peor atentado no fue haber sido atracados por estos ladrones sino el extremo estado de indefensión del que hemos sido objeto todo este año, ni siquiera hemos recibido respuestas solicitadas hace meses a instancias tales como: Ministerio de Justicia, Minint Nacional, Fiscalía General… Todo indica que los peores ladrones no son ellos…