Lo último que pensé ver en la TV de un cuarto de hotel en Praga, durante mi estancia por la 19 edición del Forum 2000, fue el rostro del canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, o el del servil agente de la seguridad cubana Raúl Capote, pero así fue, gracias al canal de televisión en español Rusia Today Actualidad (RTActualidad) que se encargaba de hacérmelos aparecer allí como fantasmas que me perseguían hasta en la libre Europa.
El enfoque de noticias, reportajes y hasta entrevistas de RTActualidad, en el caso de Cuba, estaban dirigidos a justificar y preparar el camino mediático a la oleada represiva que tendría lugar contra voces de disidentes y opositores políticos unos días después, en el marco de la visita del Papa Francisco, como mismo ocurrió en 2012 durante la visita de Benedicto XVI. De esta manera comprendí que cada vez que se detuviese, aislase domiciliariamente, se echase mano del pogromo (погром) tropical de los denominados actos de repudio, se cortase el servicio telefónico, en el marco de la visita papal a Cuba, hasta Putin tendría su cuota de complicidad, como parte del rancio contexto geopolítico actual. Esta sería su manera solidaria de introducir sus narices imperialistas hasta en el Caribe, justo cuando se alardearía al mundo de la tercer visita de un pontífice a Cuba en tan solo un lapso de diecisiete años.
Más allá del contexto geopolítico terrestre el final de la significativa visita papal a Cuba y USA coincidirá con la vista de una luna gigantesca que adoptará el llamativo color de la sangre en la noche del domingo 27 – lunes 28. Será la última de la tétrada iniciada el pasado año: el 15 de abril, coincidiendo con ella la fiesta de Pascua judía, continuando con una segunda el 8 de octubre, esta vez en consonancia con otra celebración judía, la de los Tabernáculos, volviendo a ocurrir la tercera de ellas el 4 de abril de este año, nuevamente en pascua judía, para finalizar el fenómeno este 28 de septiembre, nuevamente en fiesta judía de los Tabernáculos.
Si las coincidencias existieran estaríamos ante una de las más grandes de la historia, aunque como el propio Albert Einstein advirtiera: ¨Dios no juega a los dados¨.
Ya entre los años 1493 y 1494: 2 de abril, 25 de septiembre; 22 de marzo y 15 de septiembre, coincidiendo con las mismas fiestas judías de esos años, tuvo lugar una de esas llamativas tétradas de lunas rojas como sangre. Fueron los dos años que se sucedieron al trascendental 1492, cuando al menos oficialmente se descubriera el Nuevo Mundo, abriéndose nuevos horizontes a quienes eran perseguidos en Europa con la venia del entonces pontífice de turno Papa Sixto IV. Una escapatoria geográfica a la Inquisición que en el caso particular de España tomó ribetes de crueldad extrema en la figura del sanguinario Tomás de Torquemada, el Inquisidor General de España, quien con el apoyo de la reina Isabel y el rey Fernando consiguió superar a la inquisición medieval de 1233, especialmente para con los judíos.
No volvió a repetirse tal fenómeno celeste hasta el pasado siglo XX cuando sorprendentemente tuvieron lugar dos tétradas similares, en coincidencia con las mismas fiestas judías. La primera de ellas entre 1949 y 1950: 13 de abril, 7 de octubre; 2 de abril y 26 de septiembre; justo después del 1948 cuando las recién estrenadas Naciones Unidas reconocieran a Israel como nación, que conste, con el voto en contra de Cuba. Fue precisamente luego de que pareciera que la raza judía estaba condenada inexorablemente a desaparecer, durante la II Segunda Guerra Mundial, en proyecto alemán conocido como Solución Final al problema judío, el Holocausto, dirigido por Adolf Hitler, con la venia del Concordato con el Vaticano en la rúbrica del controversial Papa Pio XII, no por gusto identificado por muchos como el Papa de Hitler.
La segunda y última tétrada de lunas de sangre del siglo XX coincidiendo con fiestas de Pascua y Tabernáculos judías ocurrió entre los años 1967 – 1968: 24 de abril, 18 de octubre; 13 de abril y 6 de octubre. Justo en el marco de la denominada guerra de los seis días desarrollada entre el 5 y el 10 de junio de 1967, y que según expertos constituyó un antes y un después en la relaciones geopolíticas de Medio Oriente. Esto llevó al Vaticano a modificar su posición, adversa hasta dicho momento hacia los judíos, para actuar de manera pragmática. En un discurso a los cardenales en diciembre de 1967, Pablo VI, el Papa de turno pidió un «estatuto especial internacionalmente garantizado» para Jerusalén y los Santos Lugares (en lugar de la internacionalización), la cual sigue siendo hasta el momento la posición oficial del Vaticano sobre el tema, si bien no fue hasta 1993 que la Santa Sede entabló relaciones con Tel Aviv.
Respecto a la presente tétrada que concluirá este 28 de septiembre no solo llama la atención que coincida con ella el final de una gira papal sumamente controversial. El escenario venía preparándose desde el año antes de la tétrada cuando el Papa Benedicto XVI asombrase al mundo entero al renunciar a su pontificado, el 11 de febrero de 2013, lo cual no sucedía desde hacía casi seiscientos años. El nuevo Papa escogido no solo estaría llamado a revolucionar el revuelto panorama Vaticano. Su participación en el nuevo escenario mundial encajaría incluso como una pieza clave en las relaciones congeladas por más de cinco décadas entre USA y Cuba. Para sellar las mismas realizó precisamente esta gira que será despedida por la última luna de sangre que en el siglo XXI forme parte de una tétrada que coincida con las festividades judías.
Por supuesto el contexto geopolítico actual va mucho más allá de Cuba – USA y el Vaticano. De hecho, el presidente norteamericano no solo ha sorprendido por encabezar el proceso de normalización de relaciones de su gobierno con Cuba; más inconcebible resulta, al punto de dividir al mundo entero, incluyendo por supuesto al Papa y el Vaticano – recuérdese la bendición «urbi et orbi» y la homilía del 5 de abril por domingo de Resurrección- ha sido el acuerdo nuclear de USA con Irán respecto al cual hasta la estrategia de Netanyahu para sabotearlo se estrelló contra el Congreso, a pesar de las advertencias de líderes israelíes sobre el deterioro de la relación con su hasta entonces principal aliado.
Y allá, esperando que llegue su verdadero momento se encuentra Putin, el mismo que a distancia puso a disposición sus medios de prensa para apoyar la ola represiva a disidentes y opositores en Cuba durante la visita de Francisco. Una manera de entretenerse mientras gana tiempo junto a su otro aliado, Irán, y continua con su despliegue militar en Siria, ahora con el apoyo pleno de Bachar el Asad; sin perder las riendas por el otro extremo, garantizando su posicionamiento en Ucrania y territorios adyacentes.
Entre tanto, como si nada estuviese sucediendo acá abajo, este domingo 28 de septiembre la luna se vestirá roja como sangre, recordando literales profecías bíblicas y haciéndonos pensar, como enarbolan muchos de sus observadores, que ¨algo está por cambiar¨.