El pasado 31 de octubre, Día De la Reforma Protestante, a 498 años desde que Martin Lutero protestase con sus 95 tesis clavadas en la iglesia del castillo de Wittenberg; en el templo bautista del poblado de Taguayabón, en Villa Clara, el Instituto Patmos entregó por segunda ocasión el Premio Patmos.
Ya el pasado año en el 497 Aniversario de la Reforma lo hizo por primera vez y el homenajeado resultó ser el académico Amador Blanco Hernández. Esta vez el P. José Conrado fue el elegido y la placa que le fue entregada declara:
EL INSTITUTO PATMOS CONCEDE, EN SU 2DA EDICION, EL PREMIO PATMOS AL P. JOSE CONRADO, POR SU TESTIMONIO DE FE GENUINA Y VISIONES DE ESPERANZA, COMO JUAN EN PATMOS, EN LA ISLA DE CUBA. 31 de octubre de 2015.
Resulta significativo que a 498 años del estallido de la Reforma, católicos y protestantes no nos sigamos atacando en una confrontación espuria. Quien podría decir que en un día como este, bajo el techo de una iglesia bautista, acompañados también de no creyentes, nos reuniésemos para rendir homenaje a un sacerdote católico cuyo hermoso ministerio por cierto ha sido no pocas veces controversial convirtiéndole en un Lutero de estos tiempos. Apartando todo cuanto dividió, aisló y mató; el desafío de José Conrado nos convoca a ser herederos de lo mejor de la reforma y la contrarreforma. Dejando a un lado los errores, limitaciones, pecados y desaciertos de Lutero, Erasmo, Calvino, Zwinglio, Servet, Castelio, Loyola, para apropiamos de todo lo digno que a pesar de su naturaleza humana nos legaron. Y el P. José Conrado es un vivo ejemplo de ello. Su testimonio nos muestra una manera de aplicar a nuestro contexto los principios transferibles de tanta y tan diversa tradición.
En la medida que se acerca el 500 aniversario de la Reforma (para el 2017), el Instituto Patmos se sumó así a los homenajes llevados a cabo en todo el mundo, entre los que sobresalen los esfuerzos de la Iglesia Evangélica en Alemania (EKD) que proclamó en 2008 la Década de Lutero que despliega la vasta gama de contenidos de la reforma en años temáticos y remite a años conmemorativos históricos. En una Cuba donde a semejanza de la Alemania de Lutero se suscitan conflictos es donde nos corresponde el trabajo colosal de cumplir con la oración de San Francisco: donde haya odio, amor, donde haya guerra, paz; pensamiento que encuentra su par en el lema de “La iglesia reformada siempre reformándose” como un acicate no solo para los profesantes de denominaciones “protestantes” sino para todos aquellos en el mundo, sin importar su profesión de fe, que anhelan superarse a sí mismos de un día a otro, aplicable desde individuos hasta sociedades en general. Para cumplir tan ardua misión, como dijera entonces Lutero en la Dieta de Worms: ¡Que Dios nos ayude!