Cuando para justificar el acto terrorista del asalto al cuartel Moncada Castro cometió la desfachatez de invocar a Martí como autor intelectual faltó total respeto a su herencia. Desde la toma del poder y la traición al pueblo cubano, cada 26 de julio reiterando esta ofensa al Maestro renueva la ignominia.
Una de las consecuencias negativas en personas víctimas de la mentira castrista ha sido identificar a Martí con los responsables del desastre que en tantos sentidos hoy es Cuba, y por ende su rechazo. Así como ha ocurrido con el resto de los símbolos patrios, mancillados y ultrajados todos por el totalitarismo.
No es de extrañar que días atrás en uno de los vertederos del municipio Camajuaní en la región central de Cuba, más exactamente en Taguayabón, en el camino de la Escuela Secundaria Básica a la línea de ferrocarril, alguien lanzase la cabeza martiana como si fuese una basura más.
Aquella foto de los marines yanquis orinando sobre la estatua del Apóstol en el Parque Central es una minucia comparada al ultraje de los Castro contra la memoria del Maestro. Rescatar al Martí auténtico, el de ¨con todos y para el bien de todos ¨ será uno de los retos más grandes el día que en Cuba por fin resurja la República que él tanto soñara.