Muchas mujeres cubanas están en problemas por estos días, ¿cuándo no? Solo hablar de las Damas de Blanco basta para aseverarlo. Ya se sabe que el régimen cubano en toda su macabra historia, pero en especial el raulismo, parece no tenerlas muy bien con el género femenino. No en balde algunos tachan el sistema, de entre una larga lista de negativas clasificaciones, como machista, patriarcal y golpeador de mujeres. Tres de mis amigas más allegadas en la isla en la última semana enfrentaron situaciones que prueban la veracidad de mis afirmaciones, constituyen una pequeña muestra de la evidente feminofobia del sistema.
Joanna Colombié Grave de Peralta estuvo encerrada en un calabozo en la prisión del Vivas durante ocho días (viernes 26 de mayo a viernes 2 de junio) al término de los cuales fue humillantemente deportada dentro de su propio país, de La Habana a Camagüey, y amenazada de ser procesada judicialmente de atreverse a regresar a la capital del país. Dalila Rodríguez González recibió el viernes 2 de junio como respuesta a la apelación que había realizado al Ministerio de Educación Superior (MES) la ratificación de su expulsión como profesora de la Universidad Central de las Villas, sin importar sus once años de intachable trayectoria y truncando además los estudios de doctorado en los que se encontraba. Y Sayli Navarro Álvarez fue impedida de abordar un avión a Bruselas adonde había sido invitada por el Parlamento Europeo bajo la burda excusa de que tenía una multa sin pagar y de cuya imposición no tuvo noticias hasta ese momento; allí esperaba condenar violaciones como las infringidas a las Damas de Blanco, a Joanna o a Dalila.
Curiosamente, además de mujeres, mis tres amigas son cristianas fervientes; condición que sin dudas recrudece el odio que evidentemente se les tiene. Joanna es pastora evangélica, egresada del Seminario Evangélico de Teología (SET) de Matanzas; su iglesia independiente en su propia casa en Céspedes, Camagüey, ha sido objeto de toda clase de censuras y su liderazgo al frente de la Academia 1010 del movimiento Somos + la causa de su reciente apresamiento y deportación. Dalila es activo miembro de la iglesia Calvery Chapel en Camajuaní, Villa Clara, en cuya comunidad goza desde hace años del máximo prestigio posible. Y Sayli es una católica practicante que ha sido impedida innumerables veces de llegar a su iglesia para participar en misa.
No obstante, y a pesar del detestable actual orden de cosas, tengo la seguridad de que, no sé cómo, muy pronto mujeres de la valía de mis amigas Joanna, Dalila y Sayli redirigirán los destinos de Cuba dejando atrás siglos penosos para una isla que es femenina desde su bello nombre pero que ha sido durante demasiado tiempo violada por abusadores caudillos.