La injusticia en cualquier parte es una amenaza para la justicia en todas partes (Martin Luther King Jr., en Carta desde la cárcel de Birmingham)
El mártir venezolano Oscar Pérez fue asesinado el mismo día que USA celebraba el día de otro mártir, Martin Luther King, Jr. día feriado el tercer lunes de enero de cada año por el nacimiento del Reverendo el 15 de enero de 1929. Al igual que el pastor bautista norteamericano el joven Oscar fundamentaba las acciones por las cuales fue ejecutado en una profunda fe cristiana por la que se sentía movido en medio de la oscuridad e injusticia reinantes en su país. Venezuela como se sabe se encuentra desgobernada por corruptos dirigidos desde La Habana que poseen vínculos evidentes con el narcoterrorismo y que constituyen una bomba de tiempo desestabilizadora para toda la región. Más allá de ser fiel al uniforme que portaba y al juramento militar que un día dio, Oscar se presentaba como un soldado de Jesucristo y así lo expresaba en sus acciones simbólicas que nunca dejaron ni un solo muerto ni un solo herido, a pesar de las acusaciones de terrorismo que el desgobierno que sí lo es intenta imputarle para justificar su crimen. El arraigo de la fe de Oscar fue reconocido incluso por algunos de los protagonistas del terror que festejaron en declaraciones públicas y hasta oficiales el asesinato de Oscar y de sus acompañantes a quienes tildaron de fanáticos religiosos y extremistas.
El ejemplo que dio en el pasado Martin Luther King se reflejó sin dudas en Oscar, un cristiano comprometido con su Fe. Aunque hoy el reverendo King es admirado por todo el mundo en su momento también fue cuestionado como Oscar y criticado, incluso hasta por sectores de la iglesia y hasta por clérigos contemporáneos con él. Tanto fue así que cuando el pastor bautista se encontraba preso en la cárcel de Birmingham en vez de solidarizarse con él e interceder para su liberación más bien adoptaron la cómoda y cómplice posición con la injusticia de decir que él se lo había buscado por meter sus narices donde no debía. De hecho ocho miembros del clero blancos de Alabama el 12 de abril de 1963 publicaron cuestionándole una carta abierta titulada «Una llamada a la unidad» (A Call For Unity) en la que reconocían la existencia de las injusticias sociales pero expresaban la creencia de que la batalla contra la segregación racial se debía realizar solamente en las cortes y no llevarla en manera alguna a las calles.
Defendiéndose, el 16 de abril de 1963 el pastor escribió una misiva de respuesta a sus consiervos conocida como Carta desde la cárcel de Birmingham. En ella King respondió que sin una fuerte acción directa nunca se alcanzarían los verdaderos derechos civiles y establecía no solo que la desobediencia civil se justificaba ante leyes injustas, sino que «uno tiene la responsabilidad moral de desobedecer las leyes injustas.» Este documento tan emblemático fue publicado en la edición del 12 de junio de 1963 en de The Christian Century (La Centuria Cristiana) e incluye sólido respaldo bíblico, histórico y teológico, no solo para la justa y necesaria acción cristiana que emprendía King, sino para la que debiera emprender todo creyente quien como Oscar Pérez en cualquier parte del mundo realmente aspire sencillamente a ser consecuente con sus creencias.
Entre las certeras frases que recorren Carta desde la cárcel de Birmingham que constituye parte vital del legado de King hay una que describe contextos oscuros de hoy como el cubano o el venezolano, que claman a gritos por la acción social de quienes decimos creer y servir a un Dios de Justicia que no se complace con tales realidades: ¨Si actualmente viviese en un país comunista donde han sido suprimidos ciertos principios inherentes a la fe cristiana, abogaría abiertamente por la desobediencia a las leyes antirreligiosas del país¨. Esto fue sin dudas lo que intentó hacer Oscar Pérez en Venezuela y es lo que todos quienes decimos profesar la fe de King o de Oscar deberíamos hacer. Quiera Dios que como mismo el asesinato de King el 4 de abril de 1968 solo sirvió para multiplicar exponencialmente sus aspiraciones entre los creyentes y la sociedad norteamericana y mundial en general, la sangre de Oscar Pérez y de sus seis compañeros derramada el Día de Martin Luther King Jr de en la Masacre del Junquito también consiga lo mismo. No es de dudar, la sangre de los mártires a lo largo de toda la historia ha servido de abono para sus anhelos en vida.