EL ALTAR DE REINA LUISA

Reina Luisa ha colocado un inmenso altar afrocubano en la sala de su casa. No tengo que esperar para de sobras conocer el escándalo que esto provoca entre muchos de mis hermanos evangélicos y protestantes. Probablemente si muchos de ellos reunieran el suficiente valor para ir a visitarla, aún antes de abrasarla y llorar con ella la pérdida del hijo que ya nadie podrá devolverle físicamente, le indilgarían por idolatría y prorrumpirían en exorcismos y enjuiciamientos iconoclastas hacia su fe. Es probable que algunos hasta utilicen este dato para justificar su incumplimiento en llevar a cabo la Gran Comisión respecto a Reina Luisa y su afrentada familia.

Esperan por usted

En sus propias palabras, y sorprendida con mi imprevista visita: -Aquí prácticamente no se atreve a llegar nadie. Ya ni los coches del pueblo se atreven a montarme – y es una mujer mayor que vive en una villa miseria rodeada de fango bien en las afueras de su sitiado Banes- Religiosos aquí han estado, nada más que, Emilio Aranguren del obispado católico de Holguín y otro cura más representando la autorizada mediación católica, y ahora usted. El otro día hasta el dependiente de la shopping se negó a venderme algunos víveres porque usted anda metida en esas cosas, me dijo. Claro, yo le respondí que las puertas de mi casa estaban abiertas para él si de todas maneras, a pesar de su postura revolucionaria, quedaba entre los próximos desempleados.

¿Cómo enjuiciar a Reina Luisa por el hecho de que haya tenido que levantar su propio altar de adoración en la sala de su casa para expresar así su infinita necesidad de protección divina? ¿Hemos ocupado los religiosos nuestro lugar? ¿Le hemos hecho real el Dios verdadero a quien decimos servir sin importar el costo del discipulado? Muchas de sus visitas a la iglesia católica del poblado han estado precedidas y⁄o sucedidas de golpizas. No tuve contactos con las comunidades evangélicas del poblado, pero la impresión que me llevé fue la de un total desinterés por esta acosada familia de las postrimerías de Banes.
Solidaridad Cristiana Mundial ha denunciado la violación de los derechos religiosos de Reina Luisa por el acoso a sus asistencias a la iglesia católica. Pero la sede de esta prestigiosa organización se encuentra en el lejano Londres del te de las cuatro. ¿Qué estamos esperando los cristianos cubanos del café, de aquí y ahora, para hacernos presente en el dolor y abandono que intenta imponerse a Reina Luisa y a su familia? ¿Qué intereses estamos protegiendo? ¿Qué permiso de construcción, de compra de carros u otras propiedades, de salida o de visas para visitantes extranjeros estamos resguardando y sopesando a los intereses del Reino? ¿Cuánto vale nuestro silencio?

Bien ha dicho Carlos Scott en El movimiento iberoamericano y las iglesias: reflexiones sobre nuestra misionología en www.ayudapastoral.com:

«Aparentemente el propósito de la Misión queda reducida en compartir la fe y llevar a otros al conocimiento de Cristo en cuanto a “Salvar almas”. Nada tiene que ver otros aspectos de la Misión en el campo social, político, educativo, económico, etc. El ser cristiano se entiende exclusivamente en categorías religiosas y cúlticas. Esto significa el conocimiento de prácticas, credos, observancia del Domingo, membresía, asistencia, la frecuencia de los cultos, el apoyo a la Iglesia, etc. Hemos tenido mucho éxito: “logramos retirar a los cristianos del mundo”. Con mas de 80.000.000 de creyentes en Iberoamérica parece que no pudimos permear la sociedad con los valores del Reino de Dios.

«Debemos afirmarnos en que tanto la evangelización como la acción social son componentes de la misión. La evangelización y la acción social no son componentes o partes separadas de la misión, sino más bien dimensiones de la misión única e indivisible de la Iglesia: La visión, la acción y la reflexión misionera de la iglesia deben fundamentarse en el evangelio que, cuando es comprendido en su integridad, se proclama en palabra y obra y se dirige a todo el ser Humano hasta lo ultimo de la tierra.

«Por lo tanto hablar de Misión es hablar de un mensaje integral de salvación que no conoce fronteras de ningún orden y que esta dirigido a todo ser humano y considera toda la realidad de la persona: lo físico, lo moral, lo espiritual, lo intelectual, lo social o lo político.

«Parte de nuestra tarea misionológica en este tiempo será investigar críticamente las presuposiciones, motivos, estructuras, métodos, pautas de cooperación y liderazgo que las iglesias han desarrollado en cumplimiento de este mandato.

«En la medida que maduremos como iglesia nos transformaremos en agente de cambio. Cuando tocamos las realidades e intereses de determinados sectores por presentar “Todo el Evangelio” nos enfrentaremos con el real “costo de ser discípulos”. Solo cuando nuestras creencias cambian realidades humanas comenzará una lucha de Poder contra Poder.

«La encarnación es el modelo para la misión de la Iglesia. En su encarnación, Jesús se identifico con la humanidad pecadora, se solidarizo con ella en sus aspiraciones, angustias y debilidades y la dignifico como criatura hecha a imagen de Dios. La Iglesia está llamada a encarar su misión al estilo de Jesús. »

Mi abrazo desde el fondo del alma, mi escucha atenta a la profundidad de sus dolores y quejas, primero por la pérdida de Orlando, y segundo por la horrible exclusión que pretende imponérseles utilizando hasta a los cocheros; mi oración intercesora en aquella misma sala donde no tuve ojos para ver sus ídolos, que sentí pequeños ante los nuestros, entre los cuales sobresale el MIEDO, ídolo que Reina Luisa hace mucho desterró de su pecho; el Nuevo Testamento y otras selecciones bíblicas que le compartí, mi insignificante ayuda económica de valor más simbólico que material; todo ello, fue solo una diminuta gota de agua en el desierto de nuestra desidia e irresponsabilidad, recibidos no obstante con profundo agradecimiento por estas vidas ultrajadas que esperan por ese pueblo adormilado que dice pertenecerle a Dios. Todavía estamos a tiempo para reaccionar, Reina Luisa sigue allí, esperando que Dios se haga presente a través de nosotros.

El camión hacinado