EL TESTIMONIO QUE NO SERA PUBLICADO

Indudablemente la mayor parte de estos testimonios estarán relacionados con la liberación espiritual de muchos cubanos. Yo me sumo a ellos, pero quisiera aprovechar este breve espacio para agradecer también a Dios por la liberación física de un elevado número de presos que antes de la celebración de las tres campañas anteriores, y mayormente por motivos de conciencia, no tenían esperanza de salir en muchos años de las prisiones. Ellos, con sus nombres y apellidos, fueron peticiones intensas que muchos elevamos al Señor y en esta Campaña de Celebración no podemos dejar de incluir la acción de gracias por la respuesta a nuestras plegarias.

Basta constatarlo leyendo la Nota de Prensa publicada en el periódico Granma del jueves 8 de julio de 2010, página 2, para comprobar que lo que para muchos era imposible se tornó en realidad. La revista católica Palabra Nueva, del Arzobispado de La Habana, fue dando cuenta de cada una de las excarcelaciones en sus tiradas. La publicación presbiteriana Heraldo Cristiano No. 4, de julio-agosto de 2010, en su página 5, apelando a Lc 4.8 y a Hebreos 13.3ª, reconoció y agradeció estas liberaciones y ¨el fin de la huelga que por esa causa mantenía el Sr. Guillermo Fariñas¨.

Más que por gestiones humanas esto fue un auténtico milagro divino concedido por plegarias e intensos ayunos de cubanos de buena voluntad. Ese grupo numeroso de presos y sus familiares han conocido de nuestras intercesiones y ahora están más dispuestos a escuchar de la liberación espiritual que por encima de todo Cristo ofrece y muchos ya también la han recibido. ¡A Dios sea la gloria!

Pbro. Mario Félix Lleonart Barroso

SE ACERCA LA CUARTA CAMPAÑA DE 50 DÍAS DE ORACIÓN POR CUBA

Ya se acerca la cuarta convocatoria de la campaña 50 Días de Oración por Cuba que la Convención Bautista de Cuba Occidental ha promovido y a la que algunas otras denominaciones evangélicas cubanas se han sumado. El próximo domingo 24, con los festejos por la Resurrección de Jesús, muchas iglesias cubanas y aún otras en el mundo se sumaran como en los tres años anteriores a esta intensa jornada de oración.

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MIS POST Y MIS TWEETS

Entre las diversas insinuaciones publicas hacia mi persona y/o ministerio como consecuencia de la presentación en la 102 Asamblea Anual de la Asociación Convención Bautista de Cuba Occidental de una moción que yo mismo considero sumamente moderada se encontraba la de que: «el hermano tiene facilidades para acceder a internet». ¡Que ironía! ¡Como cualquier cubano de a pie este es uno de mis tantos problemas y carencias! Cada post o tweet mío publicado en el ciberespacio constituye un verdadero milagro. Sus inclusiones en la web burlan demasiados escollos y constituyen ese otro prodigio cubano de hacer «internet sin internet », al decir de Yoani Sánchez.

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PABLO MILANES, UN ARTISTA VALIENTE

Lacónico estuvo Pablo Milanés en su regreso a Santa Clara para su concierto en continuidad de su gira nacional el pasado viernes 14 de enero. Sus canciones, antiguas y nuevas, sin comentarios adicionales, fueron su regalo simple y sin envoltorios a la ciudad de Martha Abreu.

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HISTORIA DE UNA SINGULAR COBELIGERANCIA EVANGELICA CUBANA

Nadie debería hacer huelga de hambre. Tampoco nadie debería ayunar y mucho menos nadie jamás debió ir voluntariamente a alguna cruz. Pero vivimos en un mundo que ha requerido tales sacrificios y afortunadamente han existido hombres dispuestos a realizarlos.

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EL VUELO DE LA SUZUQUI SOBRE TAGUAYABÓN (II)*

Banes es una plaza sitiada y la pobre iglesia en que ministro es también un espacio sitiado. Agradezco profundamente el llamado de Solidaridad Cristiana Mundial en favor de Reina Luisa Tamayo, la acosada madre de Zapata; y el que realizó también en favor de mi ministerio. Parte de mi corazón ha quedado en Banes, especialmente ahora que todos conocemos los acontecimientos suscitados allí el pasado domingo: la inmensa golpiza propinada a Reina y sus acompañantes, y el posterior bloqueo que Cubacel realizó a muchos de sus propios clientes en Holguín para intentar contrarrestar la difusión de tan bochornosa noticia a través de los móviles, y de lo cual ha dado buena cuenta Yoani Sánchez con la tan atinada etiqueta en Twitter #censuracubacel. Pero aunque intercedo ardientemente por los maltratados en Banes no pierdo de vista que en Taguayabón tengo mi propio campo de batalla y aquí me encomiendo a Dios cada día para poder moverme en un ambiente caldeado entre tanta trampa, vigilancia, delación o deserción.

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EL ALTAR DE REINA LUISA

Reina Luisa ha colocado un inmenso altar afrocubano en la sala de su casa. No tengo que esperar para de sobras conocer el escándalo que esto provoca entre muchos de mis hermanos evangélicos y protestantes. Probablemente si muchos de ellos reunieran el suficiente valor para ir a visitarla, aún antes de abrasarla y llorar con ella la pérdida del hijo que ya nadie podrá devolverle físicamente, le indilgarían por idolatría y prorrumpirían en exorcismos y enjuiciamientos iconoclastas hacia su fe. Es probable que algunos hasta utilicen este dato para justificar su incumplimiento en llevar a cabo la Gran Comisión respecto a Reina Luisa y su afrentada familia.

Esperan por usted

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FLORES ROJAS PARA ORLANDO ZAPATA TAMAYO

El título de este post parafrasea al de un libro de Alfonso Sastre, Flores rojas para Miguel Servet. Lo compré en una librería al oriente de Cuba por donde realicé un viaje muy especial. Por alguna extraña razón la lectura de este libro se entretejió con las vivencias de mi viaje, especialmente en la mañana del sábado 9 de octubre cuando me dirigí a Banes.

Grabado sobre la muerte de Miguel Servet

Todo el argumento del libro de Sastre, preámbulo a su obra de teatro La sangre y la ceniza, trata de la lamentable y evitable muerte el 27 de octubre de 1553 de un hombre de cuarenta y dos años que al decir de Zweig, fue «un crimen judicial»; y el objetivo de mi viaje a Banes era precisamente el de orar y consolar en lo posible a la madre de otro hombre de cuarenta y dos años que el 23 de febrero de 2010 murió también por irresponsabilidad de otro Estado. Miguel Servet, incomprendido por sus ideas en el siglo XVI en la Ginebra de Calvino; Orlando Zapata Tamayo por las suyas en pleno siglo XXI en Cuba.

La lectura de Sastre me absorbía tanto que el camión hacinado en que viajaba no podía impedir que el libro me atrapara. Andaba ya por el capítulo XXVII en un párrafo como el que cito (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia):

«Algún autor ha calificado con cierta gracia y desparpajo de Gestapo de las costumbres a la Organización que velaba, en aquellos tiempos, por la salud espiritual de los, en otros, alegres y desordenados ginebrinos. La visita domiciliaria de la policía eclesiástica podía llegar a los hogares en cualquier momento… los agentes cuidaban, mediante esa piadosa inspección del interior de las casas…; de que las amas de casa no añadieran ningún alimento al estipulado y austero plato único; de que no hubiera ningún libro sin el sello de la censura consistorial… Para ello, aparte de la inspección ocular, se interrogaba a las criadas de sus amos, a los porteros sobre sus inquilinos y a los niños sobre sus padres.»

Esto leía y recordaba aquella famosa frase, no precisamente de Calvino, que fue pronunciada aquel día en que fueron organizados los recién festejados Comités de Defensa de la Revolución (CDR) :

«Vamos a establecer un sistema de vigilancia colectiva revolucionaria, que todo el mundo sepa quien vive en la manzana, y qué hace el que vive en la manzana, y qué relaciones tuvo con la tiranía, y a qué se dedica, con quién se junta, en qué actividades anda, porque le implantamos un comité de vigilancia revolucionaria en cada manzana.»

Así leía y realizaba conexiones con mi realidad cuando de repente alguien anunciaba que habíamos llegado a Banes, y a la vez, y como para que me sintiera dentro del libro mismo, toda la alegría de la conclusión de un fatigoso viaje desde Holguín se fustigó cuando alguien habituado a estos trajines declaró: -¡Qué fastidio! La gente de la seguridad… – y sin el menor respeto al cansancio de los viajeros tres individuos vestidos de civil, sin identificarse, treparon al camión, mientras debajo quedaban otros siete, algunos uniformados junto a una patrulla de policía, solicitando el carné de identidad de cada cual para comparar nombres y apellidos con los de una lista que traían. Centenas de nombres estaban incluidos hasta ese momento y supongo que de encontrarse con algunos de los poseedores el destino habría sido ser puestos inmediatamente de regreso a casa sin haber llegado al objetivo, no sin antes pasar por el denominado todo el mundo canta de Holguín.

Que un individuo vestido de civil me solicitara mi identificación, sin identificarse él mismo, constituía una violación de mis derechos, así como el de todos los que viajaban en aquel camión, para muchos de los cuales, por lo que vi, esto era una escena mas que aceptada y habitual. Podía haber protestado, pero esto habría llamado la atención, si es que mi nombre mismo no se encontraba en aquella lista inquisitorial, y yo tenía un propósito claro y definido aquel mediodía: ver a Reina Luisa Tamayo, y orar y llorar con ella. Afortunadamente, o mi nombre no estaba aún en la lista, o el apremiado agente no tuvo ojos para verlo, pienso que es hasta bochornoso para ellos mismos esta irrespetuosa operación contra sus conciudadanos. Me aferré a la lectura del libro de Sastre, o al menos lo disimulé mientras lo vivía a la vez, lo cierto es que, milagrosamente, y a pesar del simple hecho de provenir de otra provincia, que aunque no estuviese en el listado ya de hecho me hacía sospechoso, logré pasar aquel primer cerco. No albergo dudas al respecto: ¡BANES ES UNA PLAZA CITIADA! Pregunté al viajero a mi derecha, como si no estuviera al tanto de los hechos, por qué sucedía esto únicamente en Banes y me respondió: -Es que aquí hay muchos opositores-. Tal vez mi invisibilidad se debió a lo que sucedió a un joven justo a mi izquierda, este no traía documento de identidad y atrajo toda la atención sobre él, le bajaron y condujeron a la patrulla para confirmar vía radio de quien se trataba, al parecer comprobaron lo que él afirmaba, que era un simple santiaguero graduado de Artes Escénicas que venía por motivos de trabajos al lugar, ya que volvió al camión para alivio lleno de suspiros de todos los evidentemente molestos pasajeros. Esta providencial situación es la que probablemente me haya salvado. Sigue leyendo