Como reconoce un reciente artículo publicado por The Economist titulado Cuba’s leaders are trapped between the need for change and the fear of it (Los líderes cubanos están atrapados entre la necesidad de cambio y el miedo a ello): (https://www.economist.com/news/americas/21732152-new-study-shows-just-how-weak-castros-economy-cubas-leaders-are-trapped-between) la retirada planificada de Raúl Castro no es total ya que permanecerá como primer secretario del Partido Comunista gobernante durante tres años más. El anunciado como su sucesor en el gobierno, el ingeniero de 57 años Miguel Díaz-Canel, quien ya ha asumido muchos deberes públicos, solo poseerá como presidente una autonomía limitada. Según The Economist él es solo uno de entre un grupo de burócratas y generales del partido que constituyen el verdadero poder en Cuba, reemplazando constantemente a la generación histórica que están muriendo.
Esta nueva generación, la de Díaz-Canel, enfrenta un dilema agudo. A pesar de la ayuda de Venezuela, que ahora ha caído a la mitad de su nivel máximo, Cuba sigue siendo incapaz de producir gran parte de la comida que consume y paga a su pueblo solo unos salarios miserables. Las reformas de mercado con las que Raúl romanceó fueron mucho más tímidas que las de China o Vietnam y ahora parecen estar en retirada. Cuando Obama visitó Cuba en 2016, ofreciendo apoyo a los empresarios el régimen entró en pánico y desde entonces frena a las pequeñas empresas para detener lo que Raúl llamó «ilegalidades y otras transgresiones». En otras palabras, el establishment quiere una economía de mercado sin capitalistas o negocios que prosperen y crezcan. No parece estar cerca de abordar las múltiples tasas de cambio (que van de un peso por cada dólar para las importaciones oficiales a 25 para la mayoría de los salarios y precios) que distorsionan ridículamente la economía.
El estancamiento puede dejar intacto el control político del régimen, su prioridad primordial. Pero esto ignora un problema fundamental. Desde la década de 1980, la economía cubana ha perdido terreno en relación con los de otros países de América Latina, como lo muestra un estudio publicado en noviembre de 2017 por el Banco Interamericano de Desarrollo. Su autor, Pavel Vidal, fue uno de los asesores económicos reformistas de Raúl y ahora se encuentra en la Universidad Javeriana en Cali, Colombia. Él ha ideado estimaciones hasta ahora no disponibles internacionalmente comparables para el PIB de Cuba desde 1970 calculando un tipo de cambio promedio que toma en cuenta el peso de las diversas tasas en la economía.
Vidal encuentra que el PIB por persona en Cuba en 2014 fue de solo $ 3,016 a la tasa de cambio promedio, apenas la mitad de la cifra reportada oficialmente y solo un tercio del promedio latinoamericano. Teniendo en cuenta el poder adquisitivo, el PIB por persona fue de $ 6,205 en 2014, o un 35% por debajo de su nivel de 1985. Vidal continúa comparando a Cuba con otros diez países de América Latina cuyas poblaciones son similares en tamaño. Mientras que en 1970 Cuba era el segundo más rico, solo detrás de Uruguay, en 2011 (el último año para el cual hay datos disponibles) estaba en el sexto lugar en ingresos por persona, después de haber sido superado por Panamá, Costa Rica, República Dominicana y Ecuador. Según Vidal el declive de Cuba se debe principalmente a la falta de inversión aunque una población que se encoge y envejece también juega su papel. También según él, las ¨reformas¨ se quedaron cortas.
Para Díaz-Canel y sus colegas reformistas, el mensaje es claro: la aceleración del cambio conlleva riesgos políticos, pero no hacerlo involucra a los económicos. Ceder o no ceder, he ahí el dilema en el que por cualquiera de las dos opciones que opten, es irreversible el conteo regresivo.