Cuando el pasado jueves 23 de febrero el periódico Granma y el Noticiero Nacional de Televisión hicieron pública la reunión, celebrada un día antes, entre jerarcas de denominaciones religiosas cubanas y de organizaciones fraternales, con representantes del régimen cubano, mucho pueblo se alarmó al descubrir la comunión existente entre sus líderes religiosos y políticos. Tal concordato coloca en un mismo plano a unos y a otros. Esteban Lazo, miembro del Buro Político del Comité Central del Partido y vicepresidente del Consejo de Estado lo resumió todo al declarar con claridad: Es bueno que se sepa que estamos unidos. Granma lo confirma al decir que estas reuniones se convocan anualmente para reflejar la unidad del Gobierno cubano y las instituciones religiosas y asociaciones fraternales.
Tales imágenes y declaraciones colocaron en una posición difícil a muchos de estos cleros. En el pasado algunos de estos líderes se mostraron críticos con el Consejo de Iglesias de Cuba acusándole de entreguismo al gobierno, algunas de sus denominaciones todavía hoy no pertenecen a esta agrupación ecuménica. Lo cierto es que ya la pertenencia o no al CIC no determina el grado de sometimiento al régimen que se canaliza realmente a través de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central encargada de castigar o premiar según el comportamiento que se solicite. Es más, hace tiempo ya que el gobierno descartó el uso del CIC como mecanismo de control. Al CIC lo único que le queda es la fama. El gobierno ya no le necesita tanto. Su propia Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos se las ingenia para controlar y sus métodos de premios y castigos están resultando sumamente efectivos. En encuentros como estos es que se hacen peticiones, como las de años anteriores, en que se pidió a los líderes eclesiales que realizasen los cambios necesarios en sus estructuras religiosas que les permitiesen perpetuarse en el poder, materia en la que estos funcionarios políticos tienen tanto que enseñar, y la razón es obvia: ya a ustedes les conocemos.
Tras retornar a sus propias instituciones, como en oportunidades anteriores, buena parte de estos líderes intenta quitarse tanto polvo de encima, colocados entre la espada y la pared, entre el pueblo y el Dios al que dicen servir y los príncipes humanos a quienes demuestran su verdadera servidumbre. Caímos en una trampa -dicen- estamos en el deber de asistir como representantes de ustedes a las reuniones a las que somos citados por las autoridades y luego allí nos toman las fotos y vídeos que luego se publican con las declaraciones de los políticos alardeando de su intimidad con nosotros. Lo cierto es que esto comentan en sus oficinas, en sus confortables autos o pasillos, pero ninguno se atreve a desmentir públicamente a la manos que lamen, como Lazo o Caridad Diego, jefa de la Oficina que les da las ordenes. Todo lo contrario, en la práctica evidencian la certeza de las declaraciones de los políticos. Algunos de estos jerarcas, críticos en el pasado al CIC, sonrisa de oreja a oreja frente a Lazo o Caridad, pero con un discurso diferente ante su feligresía, muestra de su doble rasero, han llegado al colmo de prohibir la asistencia de sus miembros a cualquiera de las actividades de las iglesias en que pastoreo, o de relacionarse como solían, no solo conmigo, sino con cualquiera de los hermanos que han permanecido firmes en nuestra congregación, ya que podemos resultar un peligro para sus priorizados intereses si Caridad Diego se entera. Para ellos es preferible que sus feligreses posean mejores relaciones con los miembros de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), que muchas veces hasta ellos mismos dirigen, que con hermanos en Cristo con quienes han cultivado relaciones por años y cuyas casas incluso apenas pueden estar separadas por una puerta.
Ni los mismos funcionarios de las oficinas del régimen se tragan el comportamiento amoral de estos mercaderes de la religión que truecan por platos de lentejas los principios del Reino que estaban llamados a vivir. Algunos de estos políticos han confesado estar perfectamente convencidos de que muchos de estos santurrones de cuello blanco que en su presencia aparentan ser más incondicionales al régimen que ellos mismos al darles la espalda demuestran su verdadera devoción, que ellos conocen y explotan muy bien, la ávidez por un confort y estilos de vida cada vez más alejados, por cierto, de la mayor parte de sus sufridas feligresías.
Es triste el panorama de estas élites que se las dan de representar el Reino de los cielos en Cuba pero que en la práctica solo demuestran sumisión y complicidad con el mismo régimen que extorsiona a las masas que ellos estaban llamados a ministrar a cambio de prebendas y salarios. La reciente reunión es sin dudas una certera confirmación del grado de constantinización de las organizaciones religiosas cubanas. Pero no quepa dudas de que el hacha está a la raíz de los árboles y de que Jesús volverá a echar a los mercaderes del templo, esos que se han dejado marcar para poder comprar y vender, mientras que por falta de visión su pueblo perece. Pero sí, Lazo, mientras ese día se acerca es bueno que se sepa, aunque ni ustedes mismos se lo crean realmente, que están unidos, por lo menos en el fango de la misma relación hipócrita de su concubinato.