Visitar la sede en Varsovia de la Fundación Helsinki de Derechos Humanos en la tarde del histórico 4 de junio, aniversario de aquellas primeras elecciones con las que los polacos inauguraron su nuevo período democrático; ser recibido allí con tanta emoción por su presidenta Danuta Przywara, y escuchar de su propia boca la narración de sus experiencias en aquellos decisivos años ´80, así como la razón de ser de tan loable Fundación, ya habría justificado por completo mi presencia en Polonia.
El hecho de que su organización predecesora, el Comité Helsinki, fuese fundado durante, y en protesta, a la ley marcial de 1982, me hizo reflexionar en como lo malo termina trocándose en bien. Ya hace mucho tiempo que aquella ola represiva es historia pasada, pero en Polonia se encuentra muy activa esta Fundación que organizó el Comité en 1989 como institución independiente para monitorear, educar y promover los derechos humanos y las libertades fundamentales.
La Fundación Helsinki de Derechos Humanos es una de las razones por la que a mi regreso a Cuba me sentí más fuerte que al partir. Uno de los cuatro propósitos fundamentales de la Alianza Bautista Mundial (AWR), de cuya familia honorablemente formo parte, es justamente la defensa de los Derechos Humanos, por eso su Comisión de Justicia y Paz. En el difícil cumplimiento de esta misión para la que Dios me puso en Cuba, organizaciones internacionales como Amnistía o Solidaridad Cristiana Mundial (CSW) han sido mi principal apoyo. Ahora cuento también con esta Fundación tan prestigiosa de Polonia. Ganan los Derechos Humanos en Cuba, pierden sus violadores, cada vez en mayor desventaja, predestinados a desaparecer.