El Jefe de Sector de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) me ha pasado por el lado junto a otro agente que ahora le acompaña siempre y que dicen es el que atiende la CI (Contrainteligencia). Taguayabón ha necesitado refuerzos en los últimos tiempos, sin hablar del vuelo ininterrumpido de las suzuquis (Raúl, Eliecer, Osviel,…) que ya ha sido tema hasta en el paradigmático blog de Yoani Sánchez, que le ha hecho honores al pueblo. He notado que no han sabido si saludarme o no, he visto recelo y desconfianza en sus miradas.
Me ha parecido que se sienten como si estuvieran frente a su enemigo número uno en el poblado. No sé qué cuento les hayan hecho, pero yo no les veo a ellos necesariamente como contrincantes. Son tan cubanos como yo que al final de la jornada al llegar a casa no escapan de las penurias generalizadas en esta Cuba nuestra. Yo no delinco ni promuevo la violación de las leyes justas, tengo muy en cuenta lo que me dice, y lo que le dice a ellos la Biblia, en Romanos 13. 2, 3:
Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.
Pero esta tirantez de su parte nos coloca en una situación muy difícil ya que en aldeas como las nuestras siempre se ha dicho que el pastor, el sheriff y el alcalde constituyen las personas más importantes. Si es así entonces nos encontramos con que el liderazgo del pueblo se encuentra quebrantado. A mí particularmente lo que me ha venido a la cabeza es aquel poema de Guillén incluido en su cuaderno de 1937 «Cantos para soldados y sones para turistas», el famoso «No sé por qué piensas tú»:
No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo,
si somos la misma cosa
yo,
tú.
Tú eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú;
¿de dónde has sacado tú,
soldado que te odio yo?
Me duele que a veces tú
te olvides de quien soy yo;
caramba, si yo soy tú,
lo mismo que tú eres yo.
Pero no por eso yo
he de malquererte, tú;
si somos la misma cosa,
yo,
tú,
no sé por qué piensas tú,
soldado que te odio yo.
Ya nos veremos yo y tú,
juntos en la misma calle,
hombro con hombro, tú y yo,
sin odios ni yo ni tú,
pero sabiendo yo y tú…
¡No sé por qué piensas tú,
Soldado que te odio yo!
Muchos poemas de Guillén cuyos temas para algunos ya se encontraban sepultados para siempre han vuelto a cobrar actualidad, y otros, como el mítico «Tengo» se han vuelto francamente disidentes.
Si aún estos agentes consideraran que tengo algo que reprocharles debo recordarles que como cristiano coincido con los versos sencillos de José Martí:
Cultivo una rosa blanca,
En julio como en enero,
Para el amigo sincero
que me da su mano franca,
y para el cruel que me arranca,
el corazón con que vivo,
caldos ni orugas cultivo,
cultivo una rosa blanca.
A cada rato rememoro mi conversación con un policía hace unos años atrás. Interesado en el evangelio que represento, me preguntaba si a él lo aceptaban en la iglesia a pesar de su profesión, y yo le respondí que no a pesar, sino con su profesión, que en la iglesia no teníamos reparo para recibirle, y le añadí que mientras existiera el pecado, su trabajo era necesario en la sociedad para velar por el orden y el sano cumplimiento de la ley, a tono con el ya mencionado pasaje de Romanos 13. Pero le solicité que hiciera algo, que preguntara en su Unidad si allí no tenían reparos en que nos visitara, unos días después, recuerdo que desalentado, me contó: -Pregunté y me respondieron: Poder, puedes, pero deber, no debes- Yo le respondí que estaba claro por lo menos que por nuestra parte no había inconvenientes, que todo lo contrario, daría cualquier cosa por que todos los policías en Cuba aceptasen el evangelio. Entonces, estoy seguro, otro gallo cantaría.
En mis palabras finales en la funeraria en el velatorio de EL ESTUDIANTE me dirigí a los agentes encubiertos que se encontraban allí con un mensaje muy claro: no estaba incitando a la violencia a los afectados amigos de Juan Wilfredo, todo lo contrario les estaba lanzando un llamado a tomar el trago amargo del perdón y la reconciliación nacional para fundar una Cuba con todos y para el bien de todos. Pero que para esa nueva Cuba también contábamos con la policía actual, les exhorté a desobedecer cualquier orden en contra del pueblo. Ahora lo reitero. Estoy convencido en que para el día del cambio muchos de los actuales policías podrán continuar siendo policías si lo desean, siempre y cuando no se hayan dejado manipular para abusar y extorsionar, lo cual saldrá sin dudas a la luz. Es hora de despojar los prejuicios que les han inculcado, para manipularles, de que el día en que ocurra un cambio de gobierno ellos serán juzgados indiscriminadamente. No, si por fin se construye la Patria que soñó martí, que es la que yo sueño, y es la que sueña la mayor parte de la oposición política cubana, y que sé también la sueñan muchos policías.
Pbro. Mario Félix Lleonart Barroso