Como me duele saber que algunos hombres tengan que flagelarse al modo de una huelga de hambre para que otros, crueles y endurecidos, solo al verles a punto de morir, y temiendo solo por las consecuencias que esto pueda acarrearles a si mismos, les escuchen. Como fue el caso de la epopeyica huelga de hambre que sostuvo el Premio Sajarov por la libertad de conciencia del Parlamento Europeo 2010 Guillermo Fariñas, por cuya causa, unido a otros elementos, como la muerte de Orlando Zapata Tamayo y las persistentes marchas de las Damas de Blanco, los cincuenta y dos hombres del grupo de los 75 de la Primavera Negra de Cuba de 2003 que restaban en las prisiones fuesen liberados.
Lo más fácil en un país como Cuba es hacerse el de la vista gorda ante el sacrificio de hombres dispuestos a emplear lo único que le han dejado para protestar: su propia vida. Lamentablemente a esta posición de pasar de largo no escapan a veces ni muchos de los que dicen representar a Cristo en la tierra, ejemplo máximo de lo que constituyó el sacrificio por la humanidad que también le hizo declarar: «Nadie tiene mayor amor que este, que uno de su vida por sus amigos». Para algunos cristianos es mucho más fácil y escapista decir: «Yo no apoyo a nadie que se maltrate su cuerpo porque el cuerpo es templo del Espíritu Santo», y seguir como si nada pasase rumbo al templo a cantar como si afuera no pasara nada. Es una posición simplista, mucho más cómoda que ir a las raíces y preguntarse ¿qué situaciones límites estamos viviendo en mi contexto para que seres humanos adopten decisiones tan drásticas al punto de literalmente tomar un calvario para morir por otros hombres? Pero una posición además contradictoria para quienes leemos en la Biblia tantos ejemplos de ayunos voluntarios que únicamente fueron terminados una vez concedidas sus peticiones.
El año 2011 pasará a la historia de Cuba como un año de cruenta represión por parte de la presente dictadura de típico anticristo, con falso profeta incluido. Yo mismo, simplemente un pastor bautista y contrario a todo indicio de violencia he contado en este año con dos secuestros por parte de la seguridad del Estado (23 de febrero y 26 de junio) y una detención domiciliaria (15 de septiembre). ¿Qué podemos esperar para una dama de blanco o cualquier opositor político por pacífico que sea? No hay dudas de que reina la intolerancia, estimulada por un Estado que más bien debiera combatirla si viviera bajo los principios bíblicos de Romanos 13 y no de Apocalipsis 13, como es el caso. Ante situaciones así: con Juan Wilfredo Soto muerto el 8 de mayo como consecuencia de la violencia instigada, ante una Laura Pollan ingresada de extrema gravedad en Terapia Intensiva del hospital Calixto García -no sorprende que haya caído en crisis esta mujer diabética que ha tenido este año por lo menos una golpiza por mes, en la última de las cuales fue estrellada contra las paredes el pasado 24 de septiembre-; ante las golpizas y largas detenciones en el lejano y vejado Oriente del país; ante la prolongada detención tras las fuertes golpizas a Sara Marta Fonseca Quevedo y su esposo Julio Ignacio León Pérez, todavía hospitalizado; …, con una en fin creciente represión; hombres como Rolando Ferrer Espinosa, Alcides Rivera Rodríguez, Guillermo Del Sol Pérez, Michel Oliva López, Julio Columbié Batista y Frank Reyes López, reprimidos ellos también en los pasados días, como sucedió en las masivas detenciones del pasado 15 de septiembre han adoptado la medida extrema de plantarse en una huelga de hambre que han nombrado «Cese la impunidad» y cuyas consecuencias para sus vidas sería imposible ahora predecir.
Estos hombres no son unos suicidas. Estarían dispuestos ahora mismo a levantar su ayuno si el desgobernante de esta nación dejara de endurecerse como el faraón de Egipto y humillado les prometiera que va a cesar la impunidad, en vez de responderle evasivo al cardenal que ningún organismo central del Estado ha orientado esta violencia, desentendiéndose de lo que sucede en su propio pueblo, dando a entender que lo que reina aquí es la anarquía total. Yo intenté persuadir a los huelguistas para que redujeran su petición a la liberación de la hermana Sara Marta y su marido, pero ellos me dijeron que esto solo lo verían como una señal de buena voluntad y que su petición esta vez no tendría retroceso. El grupo al que pertenecen, la Coalición Central Opositora nos ha dirigido una carta a quienes se supone el liderazgo espiritual en la provincia. Ojalá no hagamos oídos sordos. Ojalá pongamos en práctica ese cántico que se suele escuchar en todas nuestras iglesias llamado TE PIDO LA PAZ que entre sus frases clama a Dios: «Ayúdame a mirar con tus ojos/ yo quiero sentir con tu corazón/ no quiero vivir más siendo insensible…». Ojalá que nuestras oraciones por Raúl Castro muestren tener efecto con su escucha de la carta que ellos también le dirigen en vez de endurecerse como hasta ahora. Ojalá que en Cuba desaparezcan toda las causas que propician que cada semana se anuncie una nueva huelga de hambre.