Si cuando yo era adolescente en la Parroquia de San Luis me hubieran dicho que un día iba a estar en una iglesia bautista recibiendo un premio, y que me lo daban mis hermanos en la fe, la verdad es que me hubiera sorprendido un poco. Pero entonces no habíamos tenido el Concilio Vaticano II que ha sido tan importante para la Iglesia, y personalmente también para mí, aunque era un niño cuando se realizó esta extraordinaria reunión entre los obispos católicos en el Vaticano, II Vaticano, por segunda vez en el Vaticano. En aquellos tiempos no nos llevábamos tan bien (Risas).
Pero han pasado muchos años, además del Concilio, un camino personal de mucha amistad con hermanos protestantes, y de manera especial quiero recordar a los antiguos pastores de mi antigua parroquia de San Antonio María Claret, en Santiago de Cuba, mis colegas el Rev. Gaski y su esposa Tomasita, y el Rev. De la II Iglesia Bautista de Santiago de Cuba Elmer Lavastida y su esposa, dos grandes amigos, Elmer y Gisela, también igual que Gaski y su esposa, Tomasita. Nosotros hacíamos retiros espirituales juntos, rezábamos juntos, nuestras comunidades se reunían todos los años para la Navidad y celebrábamos el nacimiento de Jesús juntos. Yo creo que ese es el camino, no hay otro. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de tratar de luchar porque este mundo sea mejor cuando lo dejemos que cuando lo encontramos. Y a todos nos toca poner el granito de arena.
Que importante saber que la iglesia que es la parte conscientemente cristificada de la humanidad –y cuando digo la iglesia hablo de todos los cristianos- nos damos cuenta que en primer lugar somos, como dice Pablo, al mismo tiempo la iglesia santa y pecadora, es la iglesia santa de Dios, pero es la iglesia pecadora de los hombres, que ha cometido errores a lo largo de la historia, que ha causado consecuencias terribles para la misma iglesia.
La Reforma de Lutero fue respuesta a una situación de infidelidad por parte de la iglesia Católica, y eso no lo vamos a negar. Esta allí en la historia. Sin embargo, la túnica inconsútil de Cristo, esa túnica, estaba hecha de una sola costura. Es el símbolo de la iglesia, no la iglesia dividida, sino de la iglesia unida. Y es verdad que las estructuras en este momento no responde a esa realidad, no se corresponden con esa voluntad de unidad, pero si tienen que serlo nuestros corazones. Por eso romper las barreras, derrumbar los muros, y dar paso del cariño que nos une, y del amor y de la fe, en la que ciertamente tenemos que estar unidos en Cristo, es algo que habla del futuro y lo realiza. Y esta es la misión que yo creo que tiene la iglesia.
Los mejores hombres de la iglesia, hombres y mujeres, ustedes saben que son …, los que llamamos nosotros los santos, es decir, os hombres que vivieron el compromiso cristiano hasta las últimas consecuencias. Se han mencionado sus nombres, hombres que fueron fieles a su conciencia en un momento determinado por la parte de la Reforma, y por la parte de lo que también se llama la contrarreforma, se menciono a San Ignacio de Loyola, pero San Felipe de Mery, Santa Teresa de Jesús, todos esos hombres y mujeres que realmente al luchar por ser fieles a Jesús. Y es allí donde podemos encontrar la unidad, la más profunda, y es allí donde nosotros sabemos bien que esa iglesia pecadora y santa de la que somos parte, todos somos pecadores.
Yo recuerdo la entrevista que le hizo un jesuita, colega mío, al Papa Francisco, una de las primeras entrevistas que hizo el Papa después de ser elegido como Pontífice de la iglesia, que cuando le preguntaron: ¿Y quién es Jorge Bergoglio? Y el dijo: Yo soy un pecador a quien Jesús ha mirado con misericordia. Si partimos de ahí, todo es posible por el bien del mundo. Si reconocemos nuestros errores, si reconocemos que somos pecadores y no miramos a los demás ni con menosprecio, ni con sentir de superioridad, porque somos pecadores estamos construyendo ya la unidad. Estamos haciendo a este mundo mejor. Yo creo que la base de ese futuro es la Humildad y el Amor, ahí está todo.
No quiero terminar estas palabras sin agradecer profundamente a mi hermano (Rev. Mario) y a su esposa, a todos ustedes, al Instituto de manera especial, agradecer este gesto de…, yo diría, de misericordia y de ¡apabullante no? Pues yo creo que no lo merezco, pero si lo agradezco, lo agradezco profundamente. Y lo que tiene de bueno, y lo mejor que tienen estas cosas es que lo comprometen a uno a seguir por el buen camino, en ese sentido les doy doblemente las gracias.
(Aplausos) (Antes de entregar el micrófono el P. José Conrado responde a las palabras de la misionera Yoaxis Marcheco quien al entregar el Premio hizo referencia al evangelio, en el episodio cuando Jesús llama zorra a Herodes):
El evangelio que citaste es el que leímos hace dos días en la Lexio Continua de las misas, y es un evangelio que a mí me gusta mucho porque demuestra que Jesús tenía un gran sentido del humor, y no era muy reverente que dijéramos, por los poderes de este mundo. A Jesucristo le daba un poco de alergia la autoridad, sobre todo el autoritarismo, el abuso del poder, del prestigio o del dinero, que ustedes saben que son las mayores fuentes de abuso en este mundo. Entonces, pues si, pienso que ahí hay un gran sentido del humor y que es también un llamamiento a todos, que debemos respetar siempre la ley, es lógico que la respetemos, también hay que darle su parte en la autoridad, como decía Pablo ¡pero cuidado! sin adorar a nadie porque solo a Dios hay que adorar. Solo Dios basta, como decía Santa Teresa de Jesús: Quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta. Y yo creo que eso es lo que Dios me pide y nos pide a todos.
(Aplausos)