En Cuba decimos: ¨Quien siembra vientos cosecha tempestades¨. Cuando se asiste en 2015 a raros eventos que tienen lugar en el enrevesado panorama geopolítico uno no tiene menos que llegar a la conclusión de que a una siembra de vientos, y ya se empiezan a formar las tempestades.
Si uno se encuentra familiarizado con la lectura o estudio de los textos bíblicos, enseguida asocia con las realidades actuales ayes como el de Isaías 5.20: «¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!» o pasajes escatológicos como el de 1 Tesalonicenses 5.3: «cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá destrucción repentina».
No son otra cosa que siembra de vientos hechos como el que una organización, otrora defensora de la democracia continental, como la OEA, invite a su seno a estados totalitarios, como el de Cuba, y soporte sin condenar, en una de sus cumbres la realización de pogromos orquestados con total impunidad por esa delegación oficial. Que un Papa precisamente en su visita a ese mismo Estado Totalitario evada el encuentro con activistas pro-democracia pero procure visitar, legitimar y bendecir a los responsables del desastre. Que esa nación, y bajo el mismo régimen que antaño fomentara el apoyo a organizaciones narcoterroristas, como las Farc, funja como “mediadora” de un supuesto Acuerdo de Paz, solo para propiciar, a las claras, la legalización de la narcoguerrilla como partido político para que esta luego ocupe, por esa otra vía, el control de Colombia y así extender el caos ya iniciado en naciones vecinas, como Venezuela. Por no hablar del peligroso acuerdo nuclear que pese a las serias advertencias de expertos, USA ha firmado con Irán, el mismo país que otrora prometiera junto a Cuba que pondría de rodillas a los yanquis. Pero tal vez lo más alarmante de todo esto sea la exhibición en la propia sede de las Naciones Unidas de representantes de totalitarismos que se abrazan y son tratados como coiguales por líderes democráticos.
La Cumbre de Naciones Unidas sobre la Agenda de Desarrollo Posterior a 2015 ha sido un perfecto ejemplo de que sin dudas nos encontramos en un mundo patas arriba. En ella Raúl Castro, un General con las manos manchadas de sangre, quien ni siquiera evadía exhibirse junto a sus ahorcados en la Sierra Maestra, aunque nunca ha dejado de matar, ahora de cuello y corbata posaba en nuevas fotos con dignatarios que ignorando realidades históricas se lo permitían o quizás hasta se lo pedían, como si se tratase de un juego. Pero lo peor es que no constituye un caso aislado. Asistimos a toda una galería de celebridades del crimen ahora santificados en la ONU. Se entiende que elementos como Castro, Lukashenko y Putin se sintiesen a sus anchas. El mundo habría sido diferente si sus lugares hubiesen sido ocupados por algunos de sus adversarios políticos si ellos mismos no los hubiesen eliminado. Esta muy bien hubiese sido la cumbre de Payá, Zakharenko, y Nemtsov. Pero evidentemente nos encontramos ante una nueva escalada del mal, cual si el péndulo retornase al mismo punto de conflagración mundial en el que se encontró cien años atrás, solo que con un peligroso arsenal de poderosas armas nucleares a disposición.
No en balde lo más relevante e histórico de esta Cumbre ha sido el fracaso de la pretendida paz mundial cuando el líder palestino Mahmud Abbas aprovechó su discurso para echar por tierra los Acuerdos de Paz de Oslo que rigieron las relaciones de Palestina con Israel desde 1993, sin respetar siquiera que ese fuese justo el día en que lograba izar por vez primera su bandera palestina en el edificio de la ONU, y lo hizo mediante vitoreadas declaraciones calificadas con toda razón por el Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu como deshonestas, provocadoras e incitadoras a la destrucción en Oriente Medio, tempestades que se nos aproximan. Por otro lado quedaron todavía más claras las pretensiones expansionistas de Putin cuyas palabras estuvieron dirigidas a preparar el camino de su invasión a territorios sirios para atacar, más allá del terrorista Estado Islámico (su excusa) a rebeldes sirios (su verdadero blanco) opuestos a Bashar al Assad, su nuevo aliado, con el objetivo de garantizar así otra boca de horno al sur de Europa una vez afianzado su poder por el oeste con su apoderamiento de territorios ucranianos. Y esto es solo el comienzo: ¡Es que solo se puede cosechar lo que se siembra!