Quienes vivimos la ola represiva que tuvo lugar en Cuba en 2012 durante la visita de Benedicto XVI nunca recibimos una respuesta del Vaticano, a pesar de habérselo informado. El Sacerdote José Conrado, que es una excepción dentro de la Iglesia Católica de Cuba, como en su momento lo fuera el Padre Bartolomé de las Casas, se reunió entonces con muchos de nosotros el 29 de marzo de 2012 en casa de Ismael de Diego para intercambiar experiencias de lo ocurrido durante la visita papal a Cuba, esa ola represiva policial se llamó operación «voto de silencio».
El Sacerdote expresó su pesar y en persona entregó cartas y videos a la Nunciatura Apostólica. Pero ni siquiera por respeto a él hubo una respuesta. Como consecuencia de esta ola represiva incluso algunos activistas permanecieron recluidos por más de dos años sin ni siquiera celebrárseles juicio.
Cuando los reprimidos en Cuba conocimos meses después, el 11 de febrero de 2013, de la renuncia de Joseph Ratzinger, lo cual no sucedía desde hacía casi seiscientos años, imaginamos que entre todas las razones por las cuales el Pontífice tomaba tal trascendental decisión, también se encontraba, aun cuando fuese la más pequeña de todas, su silencio ante lo que nos había sucedido.
Ante el anuncio de la visita del nuevo Papa muchos pensamos que esta vez la historia sería diferente. Como muestra de ello el 16 de julio de 2015 el Espacio Abierto de la Sociedad Civil Cubana dirigió una carta http://bit.ly/1gUqT4v a través de la Nunciatura Apostólica al Papa Francisco en donde le sugería ¨recibir a una representación de la Sociedad Civil Cubana, como ha ocurrido en su reciente viaje apostólico por América Latina, en una audiencia privada dentro de la apretada agenda de su próxima y esperada visita a Cuba. Este gesto simbólico podría significar la inclusión de todos los cubanos, especialmente de aquellos que somos colocados al margen de la sociedad y considerados como ciudadanos de segunda clase por nuestra forma de pensar o de proponer alternativas pacíficas, no violentas.¨ Dicha misiva fue entregada en persona esa misma tarde por el propio P. José Conrado acompañado del destacado laico católico Dagoberto Valdés, y por mí, y recibida por el Secretario del Nuncio.
Lamentablemente nuestra carta no recibió una respuesta positiva y el Papa no sostuvo encuentros privados, excepto con Fidel Castro, el victimario, a quien extendió una perjudicial y muy inmerecida legitimidad. Por si fuese poco, y contrario a tal espíritu, lo que realmente sucedió fue que al menos 250 detenciones de activistas pacíficos reportadas tuvieron lugar a lo ancho y largo de la isla. La de cuatro activistas que consiguieron romper los cordones policiales para intentar llegar al Papa para manifestarle respetuosamente su sentir y entregarle una carta pudo ser vista en vivo por el mundo entero, y hasta el momento permanecen en prisión de máxima seguridad. Sumado a ello tuvieron lugar centenares de detenciones domiciliares ilegales, y obstrucción de las comunicaciones similares a las aplicadas en la operación ¨Voto de silencio¨ de 2012 cuando la visita de Benedicto XVI.
Con semanas de anticipación el régimen venía preparando dicha ola represiva utilizando medios de difusión de alcance internacional donde difamaba y hacía circular información falsa para confundir. Una entrevista al agente Raúl Capote fue divulgada por medios rusos internacionales: https://youtu.be/4L4k7KtOk1I. Agentes empleados por el régimen hacían lo mismo en las redes sociales a través de cuentas apócrifas en Twitter instigando odios religiosos y predisposiciones al clero católico para con la sociedad civil cubana, advirtiendo de infundados ¨sabotajes¨ a la visita papal.
En sus homilías el Papa expresó mensajes de misericordia y paz dignos de ser tenidos en cuenta por la sociedad cubana y por quienes desgobiernan, pero estos últimos no dan muestra alguna de recepcionar dicho mensaje, y aprovecharon incluso su visita, como otrora la de Benedicto XVI, para hacer, como suelen, totalmente lo contrario. Mientras los representantes del régimen lucían sus guayaberas y esbozaban hipócritas sonrisas, sus jenízaros volvían a llevar a cabo tras las bambalinas, como en 2012, una auténtica cacería de brujas.
Todavía el Vaticano y el Papa Francisco pueden ayudar mucho a través de alguna declaración teniendo en cuenta los hechos anteriores, la que nunca nos llegó del pontificado de Benedicto XVI, pero puede que Francisco concuerde con el expresidente de la Asamblea Nacional de Cuba, Ricardo Alarcón de Quesada, quien entrevistado por Jackie Nespral para NBC declaró con desdén, que «el Papa es un hombre muy ocupado y no puede perder el tiempo con personas y temas que no son importantes».