Por Mario Félix Lleonart Barroso
Me emocionó conocer que justo ayer
cuando publiqué mi post acerca de la pregunta cinco de treinta que anarbolamos acerca de la supuesta libertad religiosa en Cuba, la relacionada precisamente con la visita de Benedicto XVI, el Papa Francisco recibía en audiencia privada, en su residencia en Santa Marta, a la familia Payá. Ya sabemos que Juan Pablo II se había encontrado con Oswaldo Payá, y que en la visita de aquel papa a Cuba en 1998 el líder del Movimiento Cristiano Liberación no fue excluido de la manera como lo fue en el propio año de su muerte, cuando unos meses antes del deceso, Benedicto XVI nos visitara.
En su intercambio, la viuda Ofelia, y los huérfanos Oswaldo José, Rosa María y Reinaldo nos dieron a conocer que al Papa Francisco nada le es ajeno sobre Cuba. Gracias a esta noble familia por sentir la responsabilidad de representar a todas las familias cubanas justo cuando muchas iglesias, como las que pastoreo, entendiendo y sufriendo la crisis de las células de la sociedad, celebran la Jornada del Hogar, entre el segundo domingo de mayo, Día de las Madres, y el tercero de junio, Día de los Padres. Le contaron sobre el atentado a Oswaldo Payá y a Harold Cepero, pero palparon que él estaba al tanto.
¿Tendrá este importante encuentro repercusiones en la Iglesia Cubana? Internacionalmente, como sucede también respecto a la petición de liberación a Sonia Garro y a su esposo Ramón Alejandro Muñoz, la solidaridad crece. En el ámbito teológico ha sido noticia que personalidades como Desmond Tutu se han sumado a la petición de una investigación imparcial sobre las muertes en extrañas circunstancias de Harold y Oswaldo. Pero, ¿dentro de Cuba qué vamos a hacer?
Ojalá las repercusiones hacia dentro de la isla se hagan sentir pronto, de momento, me complace anunciar que el Instituto Patmos del Libro y el Saber Cristianos, del cual soy coordinador, inspirado en el gesto de Francisco al recibir a la familia Payá, da a conocer una carta abierta dirigida al General Raúl Castro y sus acólitos donde, desde dentro de Cuba, solicita también la investigación imparcial para este caso. La carta abierta, fruto de la redacción colectiva de varios religiosos, protestantes y católicos, colaboradores en este Instituto, todavía sin sede física, pero que se desenvuelve de manera especial en el centro de la isla, aunque ya sostiene contactos de oriente a occidente, se concretó hace apenas dos semanas y recaba firmas de profesantes pertenecientes a cualquier afiliación religiosa.
No cejaremos hasta conocer a fondo que sucedió aquel fatídico domingo con las vidas de nuestros hermanos Harold y Oswaldo. Gracias Francisco. Ahora también sabemos que contamos con usted y alienta saberlo.