Febrero fue el mes de los aniversarios de fundación de las dos iglesias que pastoreo en el centro de Cuba. La Iglesia Bautista Ebenezer en Taguayabón cumplió el 2 de febrero setenta y seis años, y el 13 de febrero la Iglesia Bautista Resurrección en Rosalía celebró el octavo. Ambas están afiliadas a la Asociación Convención Bautista de Cuba Occidental desde sus fundaciones y como tales participan esta semana en su 105 Asamblea Anual. Esta Asociación de las que forman parte se encuentra legalmente registrada en Cuba desde 1905 y con las treinta y tres nuevas iglesias que se han afiliado en el marco de esta Asamblea alcanza la cifra de trescientas cuarenta y siete iglesias.
Sin dudas resulta un privilegio tener status «legal» para nuestras dos iglesias en un país donde tantas otras organizaciones religiosas llevan años tocando las puertas del Registro de Asociaciones del Ministerio de Justicia para conseguirlo y la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba lo ha bloqueado. Afortunadamente nuestra Asociación ya estaba allí cuando se aferró al poder el Partido único y teníamos la suficiente membresía para sobrevivir tantos años de persecución abierta. Sin embargo, tal status de «legal» no lo significa todo.
Los miembros más antiguos de la Iglesia Bautista Ebenezer en Taguayabón todavía recuerdan aquel sello oficial que bloqueó la puerta de su templo entre el 30 de noviembre de 1963 y el 31 de diciembre de 1964. Por ese mismo tiempo las vecinas iglesias bautistas de Vueltas y de Buenavista también sufrieron semejante afrenta. En el caso de la iglesia en Taguayabón la advertencia era clara: mientras el pastor Adalberto Cuellar fuera el pastor de la iglesia el sello permanecería en su lugar. Afortunadamente la iglesia no cambió a su pastor por el sello en una puerta. Pero el pastor Adalberto, todavía recordado con mucho amor por los lugareños, no soportó «afectar» a tantos hermanos y se marchó a otros campos misioneros.
El momento actual no proporciona al mismo régimen, todavía en el poder, el lujo de antaño de colocar a su antojo sellos en las puertas de los templos, pero de todas formas echa mano de otras alternativas para boicotear y presionar con tal de conseguir semejantes objetivos como el remover a «pastores incómodos». Las dos amadas iglesias han soportado durante mis años de pastorado toda clase de boicots y presiones provenientes directamente desde la cúpula de la onerosa Oficina en el Comité Central del Partido Único y llevados a cabo por los brazos de la denominada «Seguridad del Estado» de Cuba. Sean cuales sean los caminos por donde transite en el futuro nunca olvidaré el estoicismo con el que mis congregaciones me apoyaron y hago suyos cada éxito nuestro. Los ejemplos llenarían una larga lista pero baste citar solo en los dos meses y medio que transcurren de 2015 la «Operación Reyes Magos» mediante la cual se intentó frustrar, en franca violación a las libertades religiosas, estas tradicionales celebraciones en ambas iglesias a principios de enero, aunque solo consiguieron resaltarlas. O tómese nota de la falta de respuesta ante la solicitud de la imperiosa reconstrucción del techo de la iglesia en Taguayabón a pesar de haberse cursado siguiendo los procedimientos establecidos desde hace prácticamente un año y medio. Como en los años sesenta, cuando el pastor Cuellar respecto al sello en la puerta, parecería escucharse con claridad ahora: «Mientras el pastor Mario esté allí, ¡olvídense del techo!, preferimos les caiga encima a todos», como ya algunos han insinuado.
Y estamos hablando de iglesias «legales». ¿Qué podemos esperar para las clasificadas como ilegales?