Olav Fykse Tveit, Secretario General del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) estuvo en Cuba acompañado de una amplia delegación de líderes de esta agencia de cooperación internacional, invitados con motivo de la celebración del aniversario 70 del Consejo de Iglesias de Cuba (Cic). Y aunque no he podido escuchar todas las declaraciones de estos distinguidos visitantes -estoy muy alejado de las élites del poder que les han invitado y recibido- me temo que les hicieron caer en una trampa, y me siento en el deber de confirmárselos. El timo se lo ha hecho el régimen castrista, que otorgó sus visas religiosas, en contubernio con el Cic que las solicitó. Ellos les hicieron enfocar sus miradas hacia determinados puntos de la realidad, más foránea que cubana, y en ellos les hicieron concentrar totalmente, manipulándoles, mientras les ocultaron los aspectos más sensibles y polémicos de nuestra resquebrajada realidad nacional.
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MI TWEET Y EL CIC
El tweet de la discordia en el caso de Juan Wilfredo Soto García; ese tweet al que el régimen no ha hecho referencias en sus medios, porque le conviene ignorarlo; aquel tweet que me sentí urgido a publicar como denuncia el 5 de mayo antes del mediodía, tras el alarmante testimonio que me ofreciera EL ESTUDIANTE, la última vez que le viera en vida; ese tweet, se lo debo al Consejo de Iglesias de Cuba (Cic).
TU ME DAS, YO TE DOY
¿Puede ser capaz la iglesia de dar un testimonio profético en medio de una sociedad marxista si se identifica completamente con la ideología marxista y la política del gobierno?
W. Rauch, pastor en la ex-RDA
Corría el año 1960 y el Consejo de Iglesias de Cuba (Cic), que entonces no se llamaba así, sino Concilio Cubano de Iglesias Evangélicas (Ccie), adoptó su «Declaración de Principios: un mensaje a los protestantes cubanos», redactada originalmente por los pastores Manuel Viera Bernal y Juan P. Tamayo para el «Movimiento Social Cristiano». En este documento se criticaba tanto el sistema capitalista como el comunista, pronunciándose a favor de un «orden social cristiano» y de una «democracia total» que ofreciera «pan con libertad», concluyendo con un llamado al protestantismo cubano a participar «con sentido de misión en las luchas sociales, obreras, estudiantiles y políticas con el fin de impregnar la vida toda de la nación con las ideas y prácticas cristianas». ¡Como ha cambiado desde entonces el Cic!, y no lo digo solo por el nombre.