La 103 Asamblea Anual de la Asociación Convención Bautista de Cuba Occidental, a la cual pertenezco, concluía el sábado 24 a las 6 de la tarde. Era el motivo por el cual mi esposa Yoaxis y yo nos encontrábamos en La Habana desde el lunes anterior, 19 de marzo, separados de nuestras dos niñas, y de las iglesias en las que trabajamos en el centro de la isla. Sin embargo las noticias que llegaban desde allá no eran muy halagüeñas como para que regresásemos.