Por Mario Félix Lleonart
Este 24 de febrero se cumplieron 18 años de otro de los crímenes del régimen. Cuatro vidas del grupo humanitario, que tantas vidas salvó en el estrecho de la Florida, ¨Hermanos al rescate¨, fueron cobradas cuando aviones MiG de las Fuerzas Armadas Cubanas pulverizaron dos avionetas Cessna, usadas por la aviación civil norteamericana, y a pesar de conocerse que no poseían ningún tipo de armas. Armando Alejandre, Mario de la Peña, Carlos Costa y Pablo Morales fueron esa vez las víctimas fatales que se sumaron a una larga lista lamentablemente aún no cerrada.
Durante nuestro viaje con las treinta preguntas que cuestionan las supuestas libertades religiosas en Cuba tuvimos la oportunidad inolvidable de participar en un servicio religioso en honor a Eva Barbas, quien había fallecido hacía unos días, madre de Pablito, una de las cuatro víctimas. El asesinato del hijo fue el epilogo de la vida de esta madre quien hasta su último halito vivió dedicada a condenarlo. El joven era miembro de la iglesia bautista ¨Estrella de Belén¨ y en ella se hubiese casado unos días después de su muerte, como estaba previsto, si aquel día no lo hubiesen matado. Sus convicciones evangélicas lo lanzaron a esa hermosa obra de salvar vidas en el mar y el pago fue la muerte. Como parte de la ceremonia en honor a su madre que tuvo lugar en esa misma iglesia se me invitó a tener unas palabras y mi voz se entrecortó como pocas veces me sucede. Su hermana Nancy subió al pulpito junto a mí para animarme a continuar. Aquel 24 de febrero de 1996 yo era un joven más de la Cuba profunda, ajeno a que quienes supuestamente se dedicaban a proteger nuestro espacio aéreo eran capaces de realizar acciones tan cobardes como estas, cumpliendo con sadismo órdenes del más alto mando.
La historia de la Revolución que Rolando Rodríguez García, homenajeado en la presente Feria del Libro ha descrito tan bien como una ¨aplanadora¨ ha sido una sucesión de crímenes como estos. El grito ¨ ¡Viva Cristo Rey¨! de los fusilados en la tétrica década del ´60, algunos de ellos casi niños, continua siendo un vivo clamor que Dios no ha desoído. A pesar de tantos injustamente encarcelados, de los horrores que se intentan ocultar infringidos en los campos de concentración conocidos como las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), o de tantos asesinatos como el de Pablito; los responsables aún continúan ¨gobernando¨ como si nada y encima de ello, como se evidenció en las hipócritas palabras de uno de los principales responsables, el general Raúl Castro, en la ceremonia que tuvo lugar en Sudáfrica por la muerte de Mandela , pretenden hacer creer al mundo que son garantes de respeto y de dialogo en medio de las diferencias. Pero su aceptación o no de tales crímenes les inhabilita de cualquier manera para representar ante el mundo a cualquier país. Y el mundo no debía darles reconocimiento a quienes son sencillamente eso: criminales.