Y LOS GOLPES SIGUEN

Yo he visto al bien con los ojos del mal
como un ciego feliz en la oscuridad.
Nena no sé lo que va a pasar si la mentira se disfraza como la verdad,
si la mentira se disfraza como la verdad…
Pero Dios sigue siendo mi anzuelo colgando del cielo.
Carlos Varela.

Se le ha dicho al pueblo de Cuba que Juan Wilfredo Soto murió de forma natural y se ha lanzado la pregunta de -¿Acaso no basta el aval de la Revolución de más de cinco décadas sin un solo torturado, desaparecido o asesinado?- Uno solo no… Ya nos hemos referido en post anteriores a esa «muerte natural» y a ese historial de la «Revolución».

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LA PROVIDENCIA DIVINA Y EL ASESINATO DE JUAN WILFREDO SOTO GARCÍA

La vida no vale nada
si ignoro que el asesino
cogió por otro camino
y prepara otra celada.
Pablo Milanés.

Cuando analizo retrospectivamente mi relación pastoral con Juan Wilfredo Soto García, descubro que, no potencias internacionales ni campañas mediáticas, pero sí Dios, nunca neutral ante los asuntos humanos, estaba muy interesado en este hombre. Y me estaba preparando a mí para retarme a actuar como el samaritano, ya que a él lo dejarían tirado junto al camino.

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NO SERÁN LOS EDITORIALES

Por más que el gobierno pretenda atemorizarme con esos estrambóticos editoriales seguiré levantando mi voz por Juan Wilfredo. No seré ni el sacerdote, ni el levita que siguieron de largo cuando encontraron a un hombre golpeado y tirado junto al camino. Tengo el reto de ser el samaritano que se hizo cargo; y aunque ya no pueda curar sus heridas todavía me resuenan sus palabras de aquella mañana del jueves 5 cuando Dios nos hizo coincidir en el tiempo y el espacio, por última vez, para hacerme conocer de su propia voz de la severa golpiza que le habían propinado con tonfas.

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YO IRÉ

El sepelio de Juan Wilfredo Soto García se realizó a pie por todo el largo trecho que separa la Funeraria de la calle Camacho del cementerio de la ciudad de Santa Clara donde fueron sepultados sus restos. El sol era fuerte y el calor abrazaba, pero aquellos hombres y mujeres, familiares, amigos o compañeros de lucha quisieron hacer testigos al resto de la ciudad del dolor que sentían por la pérdida.

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DIOS DESPRECIA LA MENTIRA (Juan Wilfredo Soto García)

Al crimen de Juan Wilfredo Soto García se ha añadido aún más alevosía cuando, al tratar de desentenderse nuevamente de otra muerte, el asesino echa mano inescrupulosamente de métodos tan bajos como sacar un testimonio de su hermana Rosa, con trastornos psiquiátricos desde la adolescencia y susceptible en gran manera de ser manipulada, como ha sucedido en este oneroso caso, sus pocas facultades ni siquiera le permitieron asistir a la sepultura de su hermano, y apenas pudo visitar unos instantes la Funeraria debiendo marcharse enseguida por su severa descompensación nerviosa.

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