Este miércoles la cancillería estadounidense reiteró que el caso del ciudadano Allan Gross prisionero en Cuba por ingresar equipos de comunicación a la isla no es comparable al de los espías cubanos integrados a la Red Avispa de los cuales tres continúan cumpliendo su sanción en USA y por tanto no son entes negociables. En efecto, resulta atinada la reiteración de la cancillería, Allan Gross no era un espía, el delito del que se le acusa solo constituye violación de la ley en países no democráticos con aberrados códigos penales, como sucede con Cuba. No es que Allan Gross debe ser liberado, es que nunca debió admitirse su injusto, deliberado y ensañado apresamiento. Pero los integrantes de la Red Avispa sí fueron descubiertos espiando para el sistema cubano desde territorio norteamericano. Tal declaración de USA cobra aún más valor si se tiene en cuenta el contexto dentro del cual se hace: la actual campaña propagandística “Jornada Internacional por la Libertad de los Cinco” con el fin de presionar en pro de la liberación de los espías cubanos.
El pasado sábado 6 de septiembre tuve el privilegio de visitar a Ernesto Borges Pérez en la prisión del Combinado del Este en La Habana, sustituyendo a su padre en la visita familiar programada para ese día, ya que no me permiten hacerlo en mi condición de capellán. Lleva dieciséis años prisionero debido a documentos incautados en 1998 por la Seguridad del Estado donde pretendía dar a conocer a USA la identidad de otros veintiséis espías preparados para ser enviados y realizar allí misiones como las de los atrapados apenas unas semanas después de la Red Avispa. Su acción fue tipificada en Tentativa y se le condenó a treinta años de cárcel, luego de conmutársele la Pena de Muerte. En el momento de su apresamiento Borges se desempeñaba como Primer Analista y Capitán de la Dirección General de la Contra Inteligencia. Influido al parecer por los aires de la Glasnot y la Perestroika que tuvieron lugar en la URSS precisamente cuando se formaba allá por la KGB, sin desestimar su intuición personal que logró abrirle camino en pro del soplo de la libertad, Borges tuvo la osadía de trabajar contra el sistema, desde sus propias filas. Este preso político cubano se ha visto obligado a realizar huelgas de hambre que han puesto en vilo al régimen, la última de las cuales, en 2012, culminó a petición del Cardenal Jaime Ortega quien en persona fuera a pedírselo a la prisión, utilizando para ello promesas de libertad que no han sido cumplidas, con el propósito de no entorpecer la entonces inminente visita de Benedicto XVI. Mi visita del sábado fue sucedida el pasado lunes 8 de septiembre por la del Teniente Coronel Julio César Martínez Batista, Jefe de la Fiscalía Militar del Minint, quien acudió para responder negativamente a reclamaciones que Borges demandaba a esas instancias, para reiterarle que él es un preso del general Raúl Castro, y que ni visitas de cardenales o pastores determinarán nada, para ratificarle las amenazas que meses atrás le transmitiera el Coronel Almanza: que no se haga ilusiones, que aunque en su juicio de 1998 se le conmutó la Pena de Muerte, no se le concederá la libertad condicional que por ley le corresponde desde hace seis años, que él está en el corredor de la muerte.
Llama la atención que el régimen de la Habana contemple al parecer como única posible opción de canje por sus tres espías a Alan Gross, premeditadamente secuestrado para tal propósito. Jamás ha insinuado la posible opción de personas procesadas por espiar o intentar hacerlo para USA, como el emblemático caso de Ernesto Borges Pérez quien durante estos dieciséis años de su encarcelamiento se ha caracterizado además por su integridad moral y sus constantes denuncias y tenaces análisis de la triste realidad nacional. En el caso de personas como Ernesto en Cuba; o de Gerardo, Ramón y Antonio en USA, si se cumple que ambas partes les consideren como espías del contrario. En parecida condición a Borges se encuentran encarcelados en Cuba Rolando Sorráz Trujillo, condenado a veinticinco años desde 1995; Claro Fernando Alonso Hernández, condenado a treinta años desde 1996; del equipo de trabajo de Ricardo Alarcón, expresidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Miguel Álvarez, condenado a treinta años, y Mercedes Arce, condenada a catorce; y Eusebio Conrado Hernández García, cercano a los defenestrados Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, condenado a veinte años que cumple en la prisión de Guanajay. Es obvio que el régimen no se encuentra interesado en deshacerse de estos presos que son objetivo prioritario del general Raúl Castro y que tal vez posean información que considere sensible para su seguridad o la de espías que aún permanezcan en activo en territorio norteamericano. Es probable que si en vez de Alan Gross, que no aplica, los hubiese propuesto a ellos como canje, hubiese obtenido mayor éxito en su objetivo de la liberación de los tres espías que le quedan presos en USA, si realmente le interesara y tanta fanfarria política no fuese su real y pertinaz objetivo.
Como lo es ya para la Cuba que anhela democracia, también USA debiera reconocer como héroe a Ernesto Borges Pérez que impidió la intromisión a su territorio de al menos un grupo de espías de las huestes que suele enviarle el régimen cubano y que en este caso se encontraban listos para operar, lo cual cobra mayor notoriedad a trece años de los ataques terroristas del 9/11, y justo cuando las cúpulas políticas de Cuba y Venezuela se encuentran investigadas desde Washington por posibilitar entrada legal bajo identidades falsas provistas por ellos a terroristas de hezbolá que se introdujeron a través de Canadá. No sé si se conseguirá como consecuencia de negociaciones que Washington debía contemplar o de movilizaciones populares que deben levantarse en Cuba y en USA por la liberación de Ernesto Borges Pérez, pero en su caso concreto si me siento entusiasmado a usurpar el llamado que proclama la “Jornada Internacional por la Libertad de los Cinco”: “Dieciséis años es demasiado tiempo: ni un segundo más”.