Desde el puente roto sobre el río Aguasí, en Taguayabón, Cuba; hasta el puente sobre el río Potomac, en Maryland, USA / From the broken bridge over the Aguasí river, in Taguayabón, Cuba; to the bridge over the Potomac River, in Maryland, USA
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De este tema ya bastante escribí en dramas que representé en nuestras iglesias en Cuba cuyas fotos y videos no sé si algún día recuperaré pues se encuentran, junto a los propios dramas escritos, en manos del aparato policial de la Seguridad del Estado cuando confiscó nuestras laptops el 21 de junio de 2014. Tal vez cualquier día hasta me entero que los guiones que escribí están siendo montados por grupos de teatro en cuarteles del Minint o el Minfar en Cuba. Ya sabemos que los árboles de Navidad más grandes que se han colocado en Cuba, tras largos años de prohibición de las festividades, fueron los del Comité Central del PCC, aunque este año particularmente parece que no los han puesto. En uno de aquellos dramas hasta me atreví a representar mi propia versión para Cuba del clásico ¨Cuento de Navidad¨ de Charles Dickens.
El establishment cubano tendrá sus razones para dejar este año al árbol de Navidad fuera de sus adornos de la temporada, casi arrojándolo por completo a la iniciativa privada que desde hace algún tiempo intenta ser su mejor pulsador, aunque a veces parezcan cohabitar juntos. Yo tampoco este año he armado arbolito. Y no se debe a razones de índole ideológica o religiosa como algunos que desde hace años la emprenden contra una tradición donde también pulsan cristianismo y paganismo desde el mismo origen de la festividad, tal vez ni yo mismo pueda explicar las razones de cómo incluso teniendo chicos en casa no me motivé este año, aun teniendo disímiles posibilidades de conseguirlos de diversos tamaños, luces y colores (ni siquiera nos motivamos a colocar una guirnalda, ni luces dentro o fuera de casa). Es contraproducente cuando en Cuba hubo años en que sin condiciones llegué a cortar simplemente una rama de pino que llené con adornos de papel preparados por mí mismo.
Hasta algunos hermanos de la iglesia se han sorprendido de que su familia pastoral no haya puesto este tipo de adornos alegóricos. En nuestro barrio nuestra casa contrasta sin adornos con todas las del vecindario, aunque tal vez muchos de nuestros vecinos ni siquiera visitan nunca alguna iglesia. No sé qué responder a los hermanos de la iglesia que por simple curiosidad me han preguntado. Es que tal vez las razones escapen hasta a nosotros mismos, y digo nosotros pues cualquier otro miembro de nuestra familia podía haber tomado la iniciativa que ninguno de los otros le habría quitado, pero nadie lo hizo y pareciera que es que a todos nos ocurra lo mismo. Y el denominador común de todos en casa, y precisamente nuestro contraste con los demás hermanos de la iglesia, y absolutamente con todos en el barrio, es que somos cubanos.
Tal vez en nuestro subconsciente pesa demasiado el hecho de saber que nuestros padres, abuelos, hermanos, allá lejos en la isla continúan sobreviviendo con tantas libertades pisoteadas; sin certeza de que hayan podido preparar algún plato especial para estos días de fiesta; sin tal vez la posibilidad incluso de colocar un árbol; y sea el espíritu de ellos el que se prolongue en nosotros en la distancia. El hecho de saber que nuestra gente en Cuba vuelve a vivir otra navidad sin libertad y sin comida nos impide disfrutar las nuestras plenamente.
Pero no podría decirse por ello que no reine en nosotros el espíritu navideño. Ayer hablé de esto en mi sermón dominical cuando abordé la otra Navidad, no la de risas, canciones y colores, sino la otra, quizás le haya aguado la fiesta a alguien, aunque no era mi propósito, pero no hablé del muy conocido Nunc dimittis de Simeón en Lucas 2:29-32, sino de lo dicho por él más adelante, en tono mucho más bajo, tal vez solo al oído de María, otras palabras menos populares y difíciles de digerir, pero tan reales como las primeras: ¨He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu propia alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones¨ (Lucas 2:34-35).
Puede ser que muchos amigos y hasta familiares se hayan extrañado de mi falta de comunicación en un día tan especial. No es que les hubiese olvidado, ni mucho menos que no pasásemos un día extremadamente navideño. Por el contrario, es que le cedí todo el Día de Navidad mi teléfono a mi hija Rachel de 9 años, ella pasó feliz toda la jornada hablando con otra niña cubana refugiada como ella en otro punto distante de USA. Fue la manera en que ambas, sin otros niños a su alrededor, pudieron pasar primero literalmente horas conversando, y luego jugando como si estuvieran lado a lado a través de Roblox. La otra niña refugiada cubana en este momento está de homeless con su mamá, pasando juntas las que tal vez sean una de las peores navidades de sus vidas. A diferencia de Rachel la otra niña no vino a USA acompañada de ambos padres, ni siquiera con algún otro hermano, solo con su madre soltera a quien se le hace difícil obtener de momento un trabajo que no choque con sus prioritarios deberes como madre, ni que le permita obtener el dinero suficiente como para pagar una renta. En Cuba tenían su propio apartamento pero la persecución en su contra les hacía la vida cada vez más imposible, por lo que prefirieron venir de homeless, para empezar, a USA, que continuar viviendo todo el tiempo mancilladas a cambio de tener un apartamento en Cuba.
La vida de los refugiados cubanos como para la de cualquier refugiado de otro país suele ser dura, sobre todo en los primeros tiempos, y especialmente si solo se trata de una madre soltera y una niña, como sucede en este caso. Nuestra salida es un exilio por más que el régimen nos despida de Cuba en un teatro mal montado en el aeropuerto simulando que solo salimos de visita, y hasta se molesta en recordarnos con ¨cortesía¨ que según su actual Ley migratoria ¨podemos estar hasta dos años de viaje¨ -porque según el establishment que desgobierna Cuba en ese país no existen ni presos, ni mucho menos refugiados políticos; retórica que no solo los medios nacionales cubanos se encargan de propagar sino que incluso hasta algunos medios norteamericanos amplifican. Mi familia, llegada como refugiada a USA en agosto de 2016 ha tenido entrevistas con algunos de estos medios que luego nunca fueron publicadas por contradecir sus discursos desinformativos.
Los refugiados cubanos no somos tan populares como los sirios o iraquíes, y nuestras realidades de origen podrán ser bien diferentes, pero somos tan refugiados unos como los otros, aunque esto no le encaje a medios como CNN: en noviembre de 2016 fuimos entrevistados para el show ‘United Shades of America’ de Kamau Bell para su capítulo ‘Inmigrants and refugees’, pero no nos incluyeron. En julio de 2017 se tomó el trabajo de venir a nuestra propia casa un equipo de NPR, aparté mi tiempo y dediqué dos horas, pero tampoco ellos escucharon lo que querían oír, recuerdo todavía la cara de espanto de la productora cuando puse el ejemplo del pastor Ramón Rigal que no quería que sus hijos fuesen más a la escuela porque allí les obligan a gritar ¨Pioneros por el comunismo, ¡Seremos como el Ché!¨¨. Y el rostro de la periodista no se desfiguró por lo que le conté que obligaban a hacer a los hijos del pastor, sino porque yo me atrevía a cuestionar a uno de sus íconos, el Ché Guevara. No me extrañó que dos semanas después me avisaran que habían perdido el tiempo pues el audio no se había grabado y no podrían publicar nada. Un importante medio cristiano al que dediqué mi mañana del viernes 17 de noviembre para una entrevista en sus estudios en DC y al cual di la primicia del secuestro al que todavía se encuentra impunemente sometida la Oficina de la Junta de Misiones de la Convención Bautista Occidental todavía no ha publicado ni un minuto.
La Navidad es también la historia del mesón lleno y del establo como único lugar para que naciera el niño. Es también la del totalitario Herodes que incurrió en un genocida infanticidio, se extiende al episodio del niño Jesús refugiado con su familia en Egipto dando inmediato cumplimiento a las advertencias proféticas que diera el anciano Simeón a María. Pero así como esas circunstancias transitorias convergieron en el cumplimiento de los propósitos divinos para traer luz a las tinieblas; también en nuestras historias se manifestará la otra Navidad de gozo y paz. Porque como bien nos demostrará el Niño, en la cruz, luego del quebrantamiento viene la exaltación.