Si cuando yo era adolescente en la Parroquia de San Luis me hubieran dicho que un día iba a estar en una iglesia bautista recibiendo un premio, y que me lo daban mis hermanos en la fe, la verdad es que me hubiera sorprendido un poco. Pero entonces no habíamos tenido el Concilio Vaticano II que ha sido tan importante para la Iglesia, y personalmente también para mí, aunque era un niño cuando se realizó esta extraordinaria reunión entre los obispos católicos en el Vaticano, II Vaticano, por segunda vez en el Vaticano. En aquellos tiempos no nos llevábamos tan bien (Risas).
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SEGUNDA EDICION DEL PREMIO PATMOS
El pasado 31 de octubre, Día De la Reforma Protestante, a 498 años desde que Martin Lutero protestase con sus 95 tesis clavadas en la iglesia del castillo de Wittenberg; en el templo bautista del poblado de Taguayabón, en Villa Clara, el Instituto Patmos entregó por segunda ocasión el Premio Patmos.
Patmos en Espacio Abierto de la Sociedad Civil Cubana
No hay Patria sin virtud, ni virtud con impiedad.
P. Félix Varela
Fue un honor nuevamente hacer presente a Patmos con nuestra presencia el pasado 25 de febrero en el Espacio Abierto de la Sociedad Civil Cubana. Tenemos la satisfacción de venir participando desde su antecesor, el Grupo de Consultores de la Sociedad Civil Cubana diluido ahora en este espacio de confluencia alrededor de al menos cuatro puntos de consenso mínimo. En esta ocasión, para, además de manifestar nuestra solidaridad con la sociedad civil venezolana, víctima de represión in crescendo, y tomar importantes acuerdos respecto a los foros sociales que tendrán lugar en el marco de la cercana Cumbre de las Américas, aprobar en conjunto el documento «Un camino ético para la sociedad civil cubana», el mejor homenaje que se le podía dar al P. Félix Varela en el 162 aniversario de su muerte. Confluir allí con otros religiosos como el P. José Conrado o Dagoberto Valdés de «Convivencia», además del resto de los presentes, importantes representantes todos de la creciente sociedad civil cubana, nos hacia conscientes de estar haciendo Historia. Como una manera más de darlo a conocer, «Cubano Confesante» se hace eco del documento que nació, anhelando pueda contribuir al necesario entendimiento ético que la sociedad cubana necesita para estar a la altura de este especial momento que por el que transitamos:
UN CAMINO ÉTICO PARA LA SOCIEDAD CIVIL CUBANA
Como parte de la sociedad civil cubana independiente, consideramos que toda opción moral es una decisión estrictamente personal e intransferible, alejada de toda imposición.Reconocemos también que por su carácter relacional los ciudadanos buscan socializar e insertarse en comunidades que han recibido un humus sedimentado con valores y virtudes conocido como el ethos comunitario, sea familiar, grupal, nacional o internacional. Al consensuar un camino ético renunciamos a una moral dogmática, solo prohibitiva, de la frivolidad o el libertinaje. Optamos por una ética dialógica frente a una moral autoritaria, una ética que vincule intrínsecamente libertad y responsabilidad. Proponemos educarnos para asumir, en nuestros principios y en nuestras actitudes, el siguiente camino ético, enraizado en lo mejor de la herencia cultural cubana:
1. Reconocemos que la persona humana es la protagonista de su propia historia. Así mismo, la persona debe ser el principio, el centro y el fin de toda institución o proceso histórico. La persona humana no es un medio, ni puede ser un objeto en manos de otros, por tanto no debe ser manipulada para experimentos científicos, sociales, políticos ni económicos.Creemos que todos los seres humanos son iguales ante la ley y diversos por sus capacidades y opciones personales.
2. Debemos fomentar la coherencia entre lo que se cree, lo que se dice y lo que se hace. Todo compromiso personal, cívico y político, debe estar indisolublemente avalado por un comportamiento ético sin el cual toda acción individual o comunitaria pierde valor y sentido.
3. Cuba, es decir, la Nación entendida como la comunidad de todos sus ciudadanos en la Isla y en la Diáspora, su felicidad, libertad, su progreso y bien común, es la inspiración y el fin de toda acción cívica y política, desterrando intereses espurios. Consideramos que el sentido y el fin de nuestro compromiso ético para Cuba es la construcción en nuestro País de una convivencia pacífica, fecunda y próspera, más que una simple coexistencia de los diferentes o adversarios.
4. Optamos por los métodos pacíficos y la búsqueda de las soluciones no violentastanto de los conflictos nacionales e internacionales, como de nuestras relaciones interpersonales. Optamos por el respeto absoluto de la vida humana y nos pronunciamos en contra de toda violencia y de la pena de muerte.
5. La discrepancia de opiniones y el debate político no deben dejar lugar a los ataques personales o grupales, ni a las descalificaciones denigrantes, ni a las difamaciones.
6. Creemos que el tener, el saber y el poder son para servir y que sin instituciones ágiles y honradas no hay gobernabilidad posible. Tenemos la convicción de que sin soberanía ciudadana no hay progreso, ni articulación, ni primacía de la gobernanza de la sociedad civil como interlocutora válida. Siendo la corrupción, la mentira y el excesivo interés material los principales enemigos del civismo en el mundo de hoy, como parte de la sociedad civil cubana independiente rechazamos estos males y optamos por la transparencia, el servicio a la verdad y la primacía de los valores espirituales.
7. Buscamos una ética de mínimos acordados mediante un proceso de construcción de consensos.Diferenciamos los procesos de diálogo y negociación. Por tanto, creemos que una ética de mínimos debe surgir de un diálogo que desemboque en acuerdos de consenso, mientras que de las negociaciones deben surgir los pactos específicos, que deben ser observados y cumplidos por las partes.
8. Una ética cívica de mínimos consensuados, es ya un logro de la humanidadpluralista. Su base es la dignidad plena y suprema de la persona humana, que se logra con el reconocimiento, la educación y defensa de todos sus Derechos para todos, proclamados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos acordados por la ONU en 1948 y que hacemos totalmente nuestra como inspiración y programa ético.
9. Nos adherimos a los tres valores fundamentales que resumieron los mejores anhelos de la humanidad: libertad, igualdad y fraternidad, y a sus correspondientes derechos.Los derechos llamados de primera generación exaltan el valor de la libertad:son los derechos civiles y políticos; los de segunda generación exaltan el valor de la igualdad: sonlos derechos económicos, sociales y culturales, así como los derechos de tercera generación exaltan el valor de la fraternidad universalcomo el derecho ecológico a unequilibrio sano del medio ambiente y el derecho a un mundo en paz.
10. En consecuencia, deseamos optar por: la inclusión y la participación democrática, la autoridad moral y no el autoritarismo, las propuestas y no las recetas, lo que se dice, es decir las ideas, más que quien lo dice, los programas y no solo los líderes. La unidad en la diversidad y no la uniformidad. Las convicciones racionales y no los fanatismos.La despenalización de las discrepancias y no lasintolerancias. La descentralización y la subsidiaridad deben sustituir al centralismo y al totalitarismo. La ética debe primar sobre la técnica y la ciencia. El compromiso debe ganar a la indiferencia. Optamos por la eticidad de la política y de la economía, de la convivencia nacional y de las relaciones internacionales.
11. Este compromiso ético debe concretarse en actitudes y en acciones proactivas para sanar el daño antropológico y superar el analfabetismo cívico y político con un trabajo sistemático de empoderamiento ciudadano. Como rechazamos toda imposición moralista creemos que la educación es el único camino válido. Por eso orientamos nuestros esfuerzos hacia una educación liberadora de nosotros mismos y de toda alienación, para así poder dar nuestra contribución a la educación ética y cívica de todos los cubanos, inspirada en los Derechos Humanos y sus correspondientes Deberes Cívicos.
12. Los activistas cívicos y los políticos, o los intelectuales, no deberían ser los moralizadores de la sociedad. Ser elegido para representar no confiere autoridad moral sino compromiso político sometido al escrutinio y a la voluntad ciudadana. Creemos en la representatividad como servicio a la sociedad. Esta representatividad debe ser producto de la elección popular y limitada por el tiempo y la alternancia. La ética cívica la hace cada persona y a la comunidad le corresponde asentar, educar, promover y custodiar el humus de la eticidad de la nación abierta a lo universal, basados en los grandes valores de la verdad y de la libertad, de la justicia y del amor.
Al adoptar este camino ético deseamos identificar sus raíces en la eticidad de nuestros padres fundadores. La enseñanza del Apóstol José Martí nos recuerda que: «Por el amor se ve, con el amor se ve, es el amor quien ve». Creemos en la amistad cívica y en la reconciliación en que debe desembocar aquella justicia que el Maestro José de la Luz y Caballero llamó ese «sol del mundo moral». En fin, compartimos la convicción del Padre Félix Varela que nos enseña que: «No hay Patria sin virtud, ni virtud con impiedad».
La Habana, 25 de febrero de 2015
162 aniversario de la muerte del P. Félix Varela