Era yo una adolescente de dieciséis años y cursaba el onceno grado, me placía estudiar y esforzarme para lograr buenas calificaciones, cercana estaba la universidad y necesitaba, además de un buen escalafón, estar avalada por el Partido Comunista del centro donde estudiaba, la Juventud, la Federación de Estudiantes de Enseñanza Media y muy al final, el claustro de profesores que me enseñaba las diferentes materias. Para alcanzar este aval los estudiantes debíamos participar en todas las actividades de corte “político”, cultural, trabajos voluntarios, escuelas al campo, y cuanto acto o desfile se organizara, muy importante era la participación en las multitudinarias marchas del Primero de mayo, Día Internacional de los Trabajadores y los Domingos de la Defensa, día que se dedicaba a la preparación o entrenamiento de los adolescentes para que supieran defenderse en caso de guerra y estuvieran listos para luchar por la patria y las conquistas del Socialismo.