Muchos pensarán que me refiero a algún método de tortura elaborado por los chinos con la intención premeditada de hacer daño o algo parecido, pero lejos estoy de eso, me refiero a los famosos ómnibus de fabricación china marca Yutong, que aunque estoy segura su diseño para nada tenía la intención de torturarnos, lo logra con una eficacia increíble, sobre todo cuando el kilometraje a recorrer es extenso. Obviamente los chinos no fabricaron los ómnibus Yutong teniendo en cuenta las características de los cubanos, si así lo hubieran hecho el espacio entre los asientos fuera un poco mayor, porque a los cubanos no nos gusta para nada eso de andar tirados unos encima de otros, sobre todo cuando son desconocidos quienes nos rodean. Los asientos de estas guaguas han traído más de un altercado entre los pasajeros y verdaderamente si alguien quisiera conocer a qué me refiero cuando hablo de tortura, solo con viajar de Villa Clara a La Habana tendría suficiente para comprender, aunque si es masoquista podría probar un viaje de más de catorce horas desde la capital hasta cualquier punto bien oriental del país.