Cerca de las ocho de la noche del pasado miércoles diecinueve de octubre, estando aun mi esposo detenido en la Unidad de instrucción de la Seguridad del Estado de Caibarién, un agente apostado frente a mi casa me dijo, luego de posar voluntariamente para una foto y de yo cuestionar su presencia en el lugar, que se encontraba allí para evitar que el pueblo de Taguayabón nos cayera a pedradas y palazos. Le pregunté cuál parte del pueblo haría eso y si estaba seguro que sería todo el pueblo o solo el grupo de delatores e informantes que poseen en la comunidad, organizados y convocados por ellos, entonces me reiteró que el pueblo de Taguayabón nos vendría encima con piedras y con palos y que eso estaba a punto de ocurrir.