Semanas atrás viví la desagradable sorpresa de recibir por correo postal un paquete cuyo contenido más valioso fue decomisado por la aduana. Es usual que la mayor parte de la correspondencia internacional que logra llegar a mis manos posea evidencias suficientes de haber sido revisada. Ayer mismo recibí un paquete con señales de haber sido minuciosamente inspeccionado, se trataba de un verdadero tesoro compuesto de postales acopiadas por Solidaridad Cristiana Mundial (CSW, por sus siglas en inglés) y que hermanos de Europa enviaron en un gesto de amor que nos emocionó profundamente a mi familia y a mí. Pero en el hecho al que especialmente hago referencia, además del mal embalaje de las precintas al paquete, evidentemente faltaba contenido original, y en cambio, habían sido incluidas varias actas de decomiso.