Doy gracias a Dios por haberme permitido conocer a Leonardo Delgado antes de llevarlo con Él a la Eternidad. Parecía estar predestinado que personas como yo, de dentro de Cuba, no podríamos confluir con hermanos exiliados como él. Pero sucedió lo contrario. Una de las pequeñas victorias que conseguimos, tanto personas como Leonardo, en su orilla de Tampa, como otras muchas en esta otra de Cuba, fue la Reforma a la Ley Migratoria del 14 de enero de 2013; Reforma y victoria que por supuesto todavía se quedan muy cortas, teniendo en cuenta que patriotas como Leonardo mueren todavía sin poder visitar la isla en que nacieron. Pero bastó para que nuestro abrazo con Leonardo se diese, y eso nadie puede negar que a pesar de todo resulta un triunfo incalculable. Y resulta además un anticipo de las victorias que se acercan, especialmente para Leonardo que no alcanzó a llegar a verlas todavía, por más que las procurara y anhelara.
Tuve la bendición de compartir momentos eternos con Leonardo en sitios muy especiales de Tampa tales como: la antigua tabaquería donde el Apóstol obtuviera apoyo de los tabaqueros exiliados de entonces, hoy Iglesia de Scientology; en el parque José Martí; en su amada Casa Cuba; y en su propio Hogar. Esos instantes tan trascendenres con Leonardo no los olvidaré nunca. El reto que nos dejan seres especiales como él a quienes somos más jóvenes es muy alto; ojalá seamos capaces de llegar a su altura, o al menos acercarnos. Su integridad como patriota, cristiano, fraterno hermano, hombre de familia, ciudadano, …, provino siempre de virtudes sagradas de las cuales roguemos a Dios que también podamos hacer gala nosotros. Leonardo demostró que en un mundo donde cuesta trabajo llevarlas sin embargo es totalmente posible, aún al precio de altas cuotas de sacrificio, de lo cual fueron muestras sus duros años de encarcelamiento en las prisiones castristas; que sin embargo son unos de los mayores trofeos que se nos lleva Leonardo. El precio de enfrentarse a la traición y a la ignominia demostró en que bando de los hombres se encontraba Leonardo.
Su mayor tesoro era sin embargo saberse y sentirse un pecador perdonado por la Gracia de Dios a través del sacrificio de su Hijo Jesucristo. Gracias a lo cual podemos tener la certeza de que para Leonardo, según las sabias palabras del Apóstol Pablo; «ahora es muchísimo mejor». Y nos toca a nosotros, los que proseguimos en estos avátares, continuar la lucha que hombres honorables como él nos legan para terminar el trabajo inconcluso. ¡Y lo haremos! ¡Será nuestro mayor tributo a Leonardo y a Dios mismo!
(Leonardo Delgado al centro de la foto)