Los vientos de Dios, que soplan y me llevan, me han traído al epicentro de una batalla democrática, la del ballottaje en Argentina, la contienda electoral por segunda vuelta de dos candidatos a la presidencia de la República.
El avión que me trasladó a Buenos Aires aterrizó el domingo 15 de noviembre justo en el momento en que tenía lugar el primer debate presidencial en la historia de Argentina. Durante una semana sumamente intensa viví por vez primera en mis cuarenta años la efervescencia apasionante de una nación que hoy puede dirimir en las urnas la decisión final de un pueblo. Más allá de los pro y los contra, más allá de quien sea el ganador, el valor de mí experiencia está en ser testigo de la posibilidad de un país de hacer valer el Artículo 21 de la Declaración Universal de DD.HH: ¡El derecho a la democracia! ¡El derecho de todo el mundo a participar en el gobierno de su país, directamente, o a través de representantes libremente elegidos! Pude estar en una nación en la que se manifiesta y hace valer su voluntad como base para otorgar autoridad a un gobierno expresado en unas elecciones genuinas que a través del sufragio universal se celebran mediante voto secreto. No solo estoy teniendo la vivencia de contemplarlo sino de servir en calidad de observador acompañando a algunos de los fiscales en varios de los colegios en la ciudad de Rosario.
Y cual si fuese un niño, y es lo que soy en muchos sentidos, me mueve una inmensa curiosidad al ser estas las primeras elecciones democráticas a las que asisto en mis cuarenta años. Nunca durante mi vida las hemos tenido en Cuba. Pero espero que las vivamos en poco tiempo. Y coincido con muchos politólogos que afirman que los resultados de estos comicios de hoy van a repercutir en todo el continente. Hoy puede ser el inicio del fin del fatídico auge de los populismos en América Latina. Y si el revoloteo de una mariposa en Hong Kong puede ocasionar una tormenta en New York, que podemos decir de los efectos cercanos de estas elecciones de hoy de Argentina para el próximo seis de diciembre en Venezuela, para el próximo año en Cuba. Ya está teniendo efectos. ¡Los está teniendo en mí!