Este miércoles 28 de agosto se cumplen ya cincuenta años de la famosa marcha a Washington liderada por Martin Luther King Jr., (1929—1968) exigiendo la reivindicación de los derechos de los afronorteamericanos. Desde Cuba sigo el ejemplo de este héroe de la fe. A esos represores que constantemente me amenazan y acosan bajo el tabú de que los cristianos no se deben meter en política hoy vuelvo a poner de ejemplo la vida, obra y predica de este pastor bautista como yo. Y les advierto: cuídense de mí pues si Dios me da la oportunidad, como la procuró él, algún día participaré también de una marcha a La Habana donde expresaré que yo también tengo un sueño, similar al del Reverendo King, «con todos y para todos los cubanos».
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Cuba y el Día Mundial de Oración por la Capellanía Carcelaria
Este domingo 25 fue el Día Mundial de Oración por la Capellanía Carcelaria. Lo tuvimos en cuenta en nuestra iglesia y en mi oración, tal y cual declaré en Twitter (@maritovoz): «Hoy Día Mundial de Oración por Capellanía Carcelaria Dios bendiga a los q acompañan a presos como a Jesús mismo». Y es que lo que no debe olvidar ningún capellán –por no decir ningún cristiano- es que cuando ejerce el ministerio de misericordia, debe hacerlo como si lo hiciera al mismo Cristo, tal y cual este nos pidió en un pasaje tan emblemático como Mateo 25.
Como ya se reveló en Cubano Confesante, el 19 de diciembre de 2012 fueron celebrados por vez primera servicios evangélicos en las principales prisiones de Villa Clara. Hasta ese momento solo sacerdotes católicos del poblado de Santo Domingo tenían ese privilegio hasta entonces cada tercer miércoles de mes en la Prisión de Manacas. En cualquier país normal del mundo la asistencia religiosa es un derecho no solo en las prisiones sino también en planteles de salud o incluso en el ejército. Por eso me alegré de aunque en Cuba parecen distar las capillas y capellanes a tiempo completo en cada una de estas áreas ya al menos ganamos ese paso. Lo triste, como también revelé es que este primer escalón está bastante incompleto ya que, ni cualquier capellán puede ejercer el servicio, ni cualquier preso puede recibirlo. Esta concesión, se sabe, se ha hecho, como la mayoría de todos los cambios cosméticos que tienen lugar en el país, no pensando en los presos y mucho menos en la misericordia, sino en la imagen tan dañada de este régimen en sus más de cincuenta años de extorsiones.
Yo, que soy uno de esos capellanes que no puedo celebrar servicios religiosos en las prisiones, y mucho menos asistencia personal a prisioneros de manera programada y legal; no dejo de hacerlo aunque no de la manera más idónea, aprovechando espacios en las visitas familiares de algunos reos que me lo solicitan previamente. El pasado 13 de agosto cuando realicé la visita más reciente en que encontré al anciano Miguel Díaz Bauza, no me extrañó la algazara que se formó en el lugar cuando uno de los guardias descubrió en manos de una niña que formaba parte de los visitantes de Díaz Bauza un sencillo folletico evangélico de algunos que yo había regalado a su tío. Reconocí que yo mismo se lo había entregado y les reté a demostrarme que en dicha literatura había algo digno del alboroto que armaron para conocimiento de todo el plantel donde se realizaba la visita. A pesar de todo no devolvieron la temida literatura a la niña. Pero entiendo, entiendo que le tengan tanto miedo a un evangelio del que intentan sacar algún provecho pero al que en el fondo temen pues la experiencia de dos milenios enseña que este «libera de todo lo que oprime y agobia».
Patmos al aire libre
A Eliecer Ávila, hoy de cumpleaños
Este viernes tendremos un Patmos especial por el verano. Será una oportunidad de oro en Santa Clara para presentar el Manual de Incidencia Política de Solidaridad Cristiana Mundial que Patmos ha adoptado y adaptado para talleres que contribuirán a empoderar a los creyentes para incidir, como debemos, en las políticas hasta hoy tan desacertadas, llevadas a cabo en nuestro país. La ocasión se vestirá de gala con la presencia especial de Eliecer Ávila quien hoy precisamente está cumpliendo años y a quien por lo tanto va dedicado este post. ¿Quién mejor para este foro Patmos que un joven político como él que se atreve a retar al Partido Único anunciando que será capaz de fundar otro nuevo y diferente?
Los dos foros Patmos anteriores estuvieron dedicados a temas controversiales clásicos: Creación versus Evolución y el Aborto, y todas las posiciones estuvieron representadas. El de este viernes por ser un especial del verano tendrá características diferentes a los anteriores. Para empezar no será dentro de las cuatro paredes de recintos religiosos, recordemos que el primero se celebró en coauspicio y dentro del edificio del Seminario Teológico Bautista «Luis Manuel González Peña» y el segundo por la orden católica de los capuchinos en su iglesia de «La Divina Pastora». Este será a la medida del verano: en el fresco patio, AL AIRE LIBRE, de la vivienda del periodista Yoel Espinoza Medrano y estará dedicado al tema tan urgente para los cubanos de sociedad civil y política; esto debe interesar tanto a los cristianos como el Origen de la vida o el derecho a ella, no es menos importante su calidad y desarrollo.
Como sucedió en los dos primeros foros TODOS están invitados y ojalá se cumpla el objetivo de que confluyan todas las posiciones encontradas de los cubanos. De hecho el mismo Eliecer ha invitado mediante twitter a los autores del blog «La Joven Cuba» que realizan estudiantes de la Universidad Central de las Villas «Marta Abreu», pero también están invitados representantes de todos los estratos, incluyendo por supuesto a opositores pertenecientes a los diversos grupos políticos cubanos y creyentes de todas las profesiones de fe. Patmos se propone ser un espacio de diálogo y confluencia para todos y ojalá este debate no sea una excepción a sus propósitos. No por gusto Patmos de verano decidió estar AL AIRE LIBRE.
Anciano en cárcel de jóvenes
Ya que no me permiten ejercer en los servicios religiosos de las prisiones cubanas, a pesar de formar parte de la Capellanía Carcelaria Evangélica de Cuba y ser graduado del Curso Básico impartido por el Seminario Evangélico Teológico de Matanzas, continuo realizando este ministerio por cuenta propia y de la manera no más apropiada, aprovechando el espacio de la visita familiar. No me han dejado otra opción y seguiré haciéndolo pues forma parte ineludible del llamado a la misericordia que he recibido de Dios. Fue así como el martes 13 de agosto visité la Prisión de Jóvenes de Santa Clara conocida como «el Pre». En medio del salón de visitas entre los encarcelados resaltaba uno que a primera vista no era difícil reconocer como el mayor de todos en edad y cuya presencia misma echaba por tierra la categoría por la que se identifica a la prisión. Se trataba de Miguel Díaz Bouza, nacido el 19 de marzo de 1943 y por tanto con setenta años ya cumplidos.
Díaz Bouza no solo va siendo longevo en edad sino que ya lo es como prisionero. Desde octubre de 1994 este hombre no conoce más lugar que las prisiones cubanas. Su delito fue desembarcar por Caibarién como parte de un team de infiltración que optó por la vía armada para luchar contra la dictadura de Fidel Castro. Independientemente de que no concuerdo con ningún modo violento para conseguir cambios, o precisamente por ello, pienso que quienes lo condenaron no tienen moral para mantener a este anciano por más tiempo tras las rejas. No solo se trata de que sus acusadores llegaron al poder por la misma vía que él optó para intentar deponerlos, recordemos incluso que ellos fueron asaltantes de un cuartel en la madrugada y que a solo veintidos meses prisioneros fueron amnistiados, es que ahora, a diecinueve años de prisión de Díaz Bouza, quienes lo mantienen bajo largas condenas, que al presente apuntan hasta el 2031, están involucrados en un enorme escándalo internacional por tráfico ilegal de armas, nada menos que en consorcio con el estado terrorista de Corea del Norte, y cabría la pregunta: ¿quién y cuándo los condenará a ellos? y ¿les aplicarán entonces la misma medida de vara con la que han juzgado y condenado a Díaz Bouza?
Lo que más me impresionó del viejo reo fueron sus buenos deseos y un inmenso ánimo de mantenerse vivo a toda costa: «No les voy a dar el gusto de morírmeles sin ver antes su caída» -me dijo- y a continuación me pidió ayuda para conseguirle vitaminas y otros complementos alimenticios que le apoyen en tal empeño. Al parecer, no solo a él ese día de la caída le parece cercano, Delvis López Quesada, jefe de la Prisión «de jóvenes» de Santa Clara en la que a duras penas sobrevive Díaz Bouza, le advirtió en palabras que no tengo más remedio que repetir dada la seriedad de la amenaza que entrañan: «Antes que tú me jodas te voy a joder». Yo le ayudaré a conseguir las vitaminas a Bauza, pero haré algo más para ayudarle a salir con vida de esas mazmorras e impedir que verdugos como Delvis cumplan lo que se proponen: hago un llamado a las organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos y a cualquier persona de buena voluntad a no asumir con desidia el irónico hecho de que un Estado violador de normas del derecho internacional en materia de armas, como prueba el cargamento del Chong Chon Gang, mantenga en prisiones a ancianos, sometidos a vejaciones y amenazas, como Díaz Bouza, por el delito de haber sido un día víctimas de la utopía de intentar derrocarlos a ellos apenas portando unos fusiles.
Por mis venas corre jugo de naranja
Ni yo mismo comprendo hasta donde incidieron para el resto de mi vida esos casi ocho meses, del 30 de noviembre de 1993 al 28 de julio de 1994, cuando fui usado como mano de obra barata y segura, expuesto a trabajos forzados en las zafras del cítrico para reportar cuantiosos beneficios económicos al régimen cubano y al Grupo B.M. y Waknine & Berezovsky Co. Ltd. Ahora al paso de los años entiendo que era un capítulo que Dios tenía para mí. Las experiencias allí vividas tienen que ver mucho más allá de lo que imagino con todo cuanto desde entonces he sido y he hecho.
El amigo Omar López Montenegro a quien conocí el pasado junio en mi viaje a Polonia narra con emoción una experiencia suya en el famoso Preuniversitario de la Víbora, sitio inmortalizado también gracias a otro de sus egresados, el escritor Leonardo Padura Fuentes, quien convirtió este mítico lugar en el origen de las zagas para su personaje policíaco Mario Conde. La resistencia noviolenta pero mancomunada de Omar y otros amigos impidió que unos cancerberos lograran cortarles sus cabellos largos en una época de movilización en el campo. Yo viví algo similar en el Boom 400 del EJT y por encima de todos los desmanes vividos esto me acompañará para siempre.
Tras andar y desandar tres meses entre los campos de concentración contiguos a los poblados de Torrientes y San José de Marcos se nos hizo regresar al de Socorro en Pedro Betancourt. Supuestamente desde este Boom 400 que era nuestro campamento original debían habernos llegado los avituallamientos que se nos asignaban pero nada recibimos durante aquellos tres meses en que anduvimos deambulando en una supuesta misión cuyas altas metas de trabajo jamás cumplimos. Durante aquellos tres meses no tuvimos siquiera un pase para ir a nuestras casas. Dábamos lástima. Nuestra ropa estaba sucia y andrajosa a más no poder. La mayoría andábamos descalzos, unos pocos con unas botas rotas. Uno de los generales Acebedos anduvo de inspecciones por allí y nos llamó «los descamisados», y un relajado capitán en el campamento junto a Torrientes, parece que movido por la compasión nos dijo señalándonos su inmensa panza: «No se desanimen muchachos, esta barriga la eché yo en el ejército».
De regreso a nuestro campamento de origen teníamos la esperanza de que las cosas cambiasen pero al llegar nos encontramos a un nuevo jefe de unidad: un capitán de la Marina que castigaron enviando al EJT. Ya me había dado cuenta de esta otra característica de este ejército invicto: era el sitio de castigo para oficiales del MININT, las FAR y hasta de la Marina. El recibimiento del oficial para nosotros fue informarnos que acabábamos de llegar al Boom 400 y que todo lo que exigíamos teníamos que ganárnoslo. La respuesta adicional a nuestras inquietudes fue la entrega de inmensos machetes chinos amellados y tras un miserable almuerzo se nos hizo ir a unos marabusales que debíamos desmontar y preparar para la siembra de cítricos.
Aquello era más que una humillación. Por supuesto, en aquellas condiciones no cortamos ni un marabú, nuestra paciencia se había agotado por completo, más bien nos organizamos y así fue como aquella noche de mayo de 1994 en señal de protesta el pelotón completo se fugó luego de acordar que nadie regresaría en menos de una semana. La salida silenciosa del campamento y el tránsito uno a uno por entre naranjales hasta la autopista nacional donde en cuestión de minutos abordamos una rastra rumbo a Las Villas fueron los momentos más gloriosos vividos en aquellos ocho meses de vejaciones. A nuestro regreso, a los que regresamos pues algunos jamás volvieron, se nos sometió a juicio en el anfiteatro del campamento realizándonos una pregunta común que no encontró respuesta: ¿quién había sido el cabecilla? El final del juicio consistió en la entrega de los avituallamientos que nos habían robado durante aquellos meses, nuestro modo de protesta noviolenta demostraba la vulnerabilidad de quienes creen que tienen el poder y nos hizo descubrir que el poder realmente estaba en nuestras manos. La fuga masiva de un pelotón del EJT le había dado la vuelta a toda la isla y puso al descubierto altos índices de corrupción. Aunque fui liberado aquel inolvidable 28 de julio de 1994 no puedo evitar que desde entonces por mis venas corra jugo de naranja.
El EJT se ríe, pero araña
Bien dice el «Sitio Web de la defensa de Cuba» en su página dedicada al Ejército Juvenil del Trabajo (EJT) y refiriéndose a la fundación de este que «El 3 de agosto de 1973 culminaba una fructífera etapa de trabajo, iniciada cinco años atrás, por la Unión de Jóvenes Comunistas.» Ese lustro es el que dista precisamente entre la cancelación de las UMAP y el inicio del EJT. Fue el tiempo necesario entre un engendro y el otro. Mientras que las UMAP hoy parecieran ser una página oscura dejada atrás en el tiempo, aunque todavía los responsables no hayan rendido cuentas; el otro experimento, el EJT, celebra sus cuarenta años de existencia con bombo y platillo, como si no tuviese que avergonzarse de nada, cual si no fuesen sus fundadores los mismos de las UMAP, y cual si en el fondo no tuviese el EJT objetivos similares a estas, aunque aparentemente tome distancias de ellas. Cual si, para utilizar el decir popular, no fuese «el mismo perro, con diferente collar». Entre los objetivos explícitos del EJT tal y como se exponen en su página digital está el «Crear y mantener una fuerza organizada con elevada productividad». Y en este objetivo nadie podrá negar ni su eficacia, ni su coincidencia con sus antecesoras las UMAP. No en balde la fundación del EJT en Camagüey donde hasta cinco años antes las UMAP tuvieron su máxima expresión. El EJT no es más que una versión refinada de las UMAP.
El bochornoso modo y sin consideración en que fuimos tratados miles de jóvenes integrantes del EJT en la mayor plantación cítrica del mundo en posesión de un único dueño ilustra muy bien el verdadero carácter de este «ejército invicto». Fuimos víctimas de una parte de la empresa «Victoria de Girón», propiedad del régimen, dirigida por Hiram Santana Castro, y de la otra del Grupo B.M. y Waknine & Berezovsky Co. Ltd. quienes vinieron en auxilio de los empresarios cubanos cuando perdieron el apoyo de la URSS tras el desmoronamiento de esta en 1992. El negocio era claro: Waknine & Berezovsky proveería de su eficiente experiencia en Israel y obtendría beneficios mutuos con el régimen. Este joint venture a largo plazo entre ambas partes incluyó de Waknine & Berezovsky financiación, mejoramiento de la calidad y una mejor comercialización a nivel mundial de los productos de Jagüey Grande. El régimen aportó las 40.000 hectáreas de plantaciones cítricas que rodean la fábrica, la destartalada infraestructura que heredaron de la URRS y por supuesto, la mano de obra segura y barata que conseguía el EJT, nosotros. Según el SEMANARIO ECONÓMICO Y FINANCIERO DE CUBA en el artículo «Cuatro décadas de excelencia en la producción de cítricos» para 1995 el EJT llegó a cubrir toda la actividad obrera en explotación de la «Victoria de Girón». Innegablemente éramos sumamente beneficiosos para estos capitalistas que se entendían entre sí. En compensación por sus aportes, y en buena medida a costa de nuestro sudor y a veces sangre, la Waknine & Berezovsky obtuvo derechos exclusivos para la comercialización a nivel mundial de los productos de Jagüey Grande.
Sorprendentemente años después el EJT con su aporte inigualable fue retirado de los campos de cítricos en Jagüey. Evidentemente esto no obedeció a razones financieras: fuimos sumamente rentables. Es de imaginar que la Waknine & Berezovsky pidiera nuestra retirada en pleno conocimiento del trato inhumano al que sus socios cubanos nos tenían sometidos y temiendo alguna posible queja que pusiese en riesgo un mercado tan próspero. Lo cierto es que estos eran riesgos que debían haber tenido en cuenta a priori, muy probables dada la calaña del régimen cubano con un amplio historial en materia de violaciones a derechos humanos fundamentales, y ahora constituyen hechos de una historia que ya no es posible revertir. Una frase amenazante ripostada con frecuencia de parte nuestro capataz, el Mayor Montes de Oca, al punto que entre nosotros se hizo célebre, puede resumir con agudeza la naturaleza torcida del EJT: «Yo me río, pero araño».
EJT: trabajos forzados y mano de obra barata
El «Manual de Incidencia Política de CSW» ha sido adoptado y adaptado por Patmos en Cuba para talleres que contribuyan a empoderar a los creyentes para incidir, como debemos, en las políticas hasta hoy muy desacertadas, llevadas a cabo en nuestro país. Mientras lo revisaba me llamó poderosamente la atención una referencia hecha al caso de la compañía petrolera Unocal, de California, llevada a juicio en EE.UU por usar el trabajo forzado en la construcción de un oleoducto en cooperación con la junta militar de Birmania. No pude evitar el traslado de mi mente a veinte años atrás, entre el 30 de noviembre de 1993 y el 28 de julio de 1994, cuando junto a muchos otros jóvenes en el Ejército Juvenil del Trabajo, EJT, se me explotó en calidad de mano de obra barata, sometido también a trabajos forzados para reportar cuantiosas ganancias a una empresa israelí en negocios con el régimen en Cuba. Me pregunto en qué situación se vería esa empresa judía si ciudadanos esquilmados como yo tuviésemos acceso a un estado de derecho como le sucedió a Unocal. Además de disponer a sus antojos del plan citrícola en Jagüey Grande, Matanzas, lo hicieron también con nuestras vidas sacándonos el máximo provecho cual si fuésemos de su estricta propiedad, tratados como esclavos.
Guardo fresca en mi memoria una noche, afortunadamente de luna llena cuando a las diez pm todavía estábamos en el campo, sin comer ni bañarnos, tras una gigantesca jornada de trabajo que se remontaba al amanecer, solo interrumpida por un exiguo almuerzo. Nos encontrábamos entonces en un campo de concentración aledaño al poblado San José de Marcos. El Mayor Montes de Oca, Jefe del Boom, había advertido en la mañana que hasta que no cumpliésemos la norma no nos haría regresar del campo, era necesario cumplir los planes acordados con los israelíes y nosotros los estábamos obstruyendo. Llegué a pensar que aquella noche dormiríamos en la campiña pero al filo de las once pm fue enviada la carreta a buscarnos, en definitiva desde el anochecer estábamos en paro. «Mañana nos veremos» – anunció amenazante el mayor. Exhaustos caímos a la cama con la ropa sudada durante todo el día, y sin bañarnos, pues para colmo en la Unidad no encontramos ni una sola gota de agua, y aunque la hubiera el aseo habría tenido que hacerse sin jabón: hacía tres meses no se nos hacía entrega del aseo personal. Según el Mayor Montes de Oca las asignaciones se nos enviaban al Boom donde nos habían ubicado originalmente, contiguo al poblado de Socorro, en Pedro Betancourt, y de allí no nos enviaban nada. Unas semanas después se descubrió que fuimos víctimas de robo como era de esperar de la inmensa corrupción administrativa que imperaba en los altos mandos del EJT.
Al día siguiente al mediodía Dios me dio la oportunidad de retar ante el Campamento al temido Mayor Montes de Oca. Concluido el magro almuerzo hizo formarnos a todos en el campo colocando al frente a nuestro rezagado pelotón. Uno a uno debíamos comprometernos a cumplir la norma ante todos. Tuve la esperanza de que al menos algunos de mis compañeros se negaran, pero imperaba la cultura oportunista de la sobrevivencia. Las palabras recién leídas en la pequeña biblia que siempre llevaba resguardada en un nylon escondida en uno de mis bolsillos resonaban en mi mente. Eclesiastés 5.5: «Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas» fue la frase que profesé una vez llegó mi turno, cuando me negué a comprometerme a nada. El oficial literalmente tronó ante el Campamento, hizo una alusión al héroe mambí Antonio Maceo, y me condenó al calabozo de cuyas condiciones infrahumanas mejor no hablo.
Al menos yo gozaba de la condición privilegiada de ser «diferido» (solo un año de servicio antes de entrar a la universidad), y apenas fui sometido a estos maltratos por ocho meses, la mayoría de aquellos jóvenes debería entregar dos años completos de sus vidas, y algunos no tendrían la paciencia suficiente para ello, como aquel joven de Caibarién quien tras fugarse y ser detenido, luego de días sometido al calabozo, mientras era trasladado a la temible prisión militar conocida como «La Paula», de donde solo se contaban horrores, se suicidó lanzándose de la rastra en que lo llevaban con sus manos atadas a la espalda, ante la sorpresa inútil de sus guardias. No podía soportar trabajar como esclavo para una empresa israelí en contubernio con el régimen mientras su abuela y su niña de tres años, dependientes totalmente de él, se morían de hambre en Caibarién.
Lo más crudo para mí no fueron los maltratos de un régimen de quien esperaba cualquier cosa, sino la decepción de que fuese precisamente una empresa israelí la que se aprovechase de sus ofertas, entre las que nos encontrábamos nosotros. Esto hería mi más profunda sensibilidad y mi amor por Israel, en lo cual se me educó desde mi primera infancia, fruto de los estudios bíblicos, y objeto prioritario de mis oraciones; a pesar de la propia campaña del sistema en contra de esta gran nación. Tampoco podía entender de qué bloqueo cacareaba el totalitarismo cubano si se daba el gusto de comerciar con una empresa del mayor aliado de los EE.UU, sin necesidad de relaciones políticas con ese Estado.
Mi EJT
Sin dudas ordenaron panegíricos a la prensa oficial en homenaje al Ejército Juvenil del Trabajo (EJT) por sus cuarenta años de existencia. Entre los dos periódicos nacionales se repartieron la responsabilidad y se turnan con trabajos como «Al pie de la línea», «EJT: un ejército invicto», «Fuerza formadora de jóvenes» e «Inmerso el EJT en las transformaciones de la economía cubana». Esa misma prensa no ha dicho una palabra sobre el escandaloso tráfico de armas que realizaba el fundador de las Unidades militares de Ayuda a la Producción (UMAP) y su sucesor, el EJT, en contubernio a sus homólogos de Corea del Norte; pero las derrochan en un tema que me concierne porque en uno de esos campos de concentración me robaron ocho meses de mi vida hace veinte años.
Expresó el Coronel Pedro Duardo Méndez, Jefe de la Jefatura Territorial Ferroviaria de Occidente, citado en uno de esos artículos, que en el EJT «Las fuerzas las componen soldados del SMA, generalmente con problemas económicos o familiares» pero a mí me llevaron por el mismo requisito que cumplían los movilizados en las UMAP: por mi condición de creyente evangélico que no me hacía confiable para integrar el verdadero ejército, al cuidado y salvaguarda del régimen. Este mismo oficial expresó que en el EJT los reclutados «tienen un salario en dependencia de su producción en el mes… Trabajan en interés del desarrollo económico de nuestro país y a la vez reciben un estímulo salarial para la solución de su problema económico», pero cuando me marché del EJT tuve que pagarles una deuda de casi 200 CUP para poder recibir la liberación. Dijo también el entrevistado que los soldados «se reclutan en lugares cerca de sus casas, para facilitar el trabajo y la asistencia» pero a mí me trasladaron a 100 millas de mi casa y coincidí por esos campos con jóvenes que habían sido traídos de las regiones más orientales del país y aque si acaso visitaban su casa una vez al año.
El periodista Eduardo Palomares en el Granma del 5 de agosto (donde por cierto no se dedicó ni tan solo una palabra al aniversario diecinueve del maleconazo), dijo: «Calificada durante mucho tiempo como la fuerza más productiva del país,…, avizoran el rumbo acertado hacia la aspiración planteada por el General de Ejército Raúl Castro, de que el EJT sea siempre una institución sumamente eficiente». Y es que innegablemente, al igual que en las UMAP, el objetivo principal del EJT consiste en sacar el máximo provecho de jóvenes obligados a trabajar, especialmente en obras de carácter forzado en los que no resulta fácil involucrar voluntariamente al pueblo, al menos no con los ínfimos salarios que se devengan. Tiene que resultar eficiente ese consorcio proveedor de mano de obra barata a otras empresas, con la garantía adicional del control total de esclavos que sin derecho alguno son sometidos a toda clase de maltratos y vejaciones para realizar las tareas que nadie más desea hacer. En tal sentido conservo fresca mi experiencia de hace veinte años en los campos citrícolas de Jagüey Grande, produciendo amplia plusvalía para una empresa israelí en tratos con el régimen que nos servía en bandeja de plata junto a nuestras naranjas. Pero conozco de buena tinta los trabajos forzados a los que someten hoy a quienes obligan a trabajar colocando líneas de ferrocarriles, las tareas especializadas las realizan por supuesto las empresas territoriales de la Unión de Ferrocarriles, el trabajo duro y mal pagado lo hacen estos jóvenes, algunos de los cuales, si logran terminar ilesos los dos años «que le deben» al régimen, quedan con sus columnas vertebrales traumatizadas para el resto de sus vidas. Terminan «arrengados» tras haberles «sacado el jugo» a la fuerza y solo a cambio de unos miserables centavos que habrán de invertir en la propia comida y medios para los que les descuentan de sus salarios escrupulosamente. Ese es nuestro invicto EJT.
El trabajo hace libres
«Arbeit macht frei», El trabajo hace libres, rezaba la frase a la entrada del campo de concentración en Auschwitz. Esta irónica expresión que realmente abría las puertas a uno de los más tenebrosos campos de exterminio nazi, las supuestas piscinas en el interior para el baño de los «trabajadores», las estufas para calentar durante el frío, una en cada «albergue» de los internados (aunque jamás conocieran la leña), el supuesto departamento modelo en uno de los campos para gitanos, que luego fueron de una vez exterminados cuando ya no se les necesitaba para ser expuestos a las inspecciones… Toda esa hipocresía me trajeron por asociación durante mi visita en junio a esos campos de exterminio, los momentos en mi vida más parecidos a las circunstancias por las que atravesaron tantas víctimas del nazi fascismo, aun cuando mediase una distancia considerable.Nunca olvidaré aquella diabólica noche del 30 de noviembre de 1993 cuando llegamos al Boom 400 del EJT. Para mi conciencia constituía una imperdonable transgresión a la que había transigido. En junio había concluido mis estudios de preuniversitario y obtenido una beca en la Universidad de La Habana para estudiar Ciencias de la información. Solo un inconveniente, para poder entrar a la Universidad no bastaba haber obtenido la carrera tras mi esfuerzo para las pruebas de ingreso que no todos consiguieron aprobar. Tenía que cumplir un año de Servicio Militar Activo (SMA), de lo contrario no habría carrera. Todos mis amigos o colegas de Preuniversitario que habían obtenido carrera como yo fueron reclutados sin excepción a más tardar en agosto. Unos fueron a parar a las filas del Ministerio del Interior (MININT), otros a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), yo por cierto no sentía ninguna envidia por ellos, pero, ¿qué pasaba conmigo?
Tras el paso adicional de todo septiembre sin recibir citación alguna ya no tuve dudas, la misma condición de religioso por la que se me había marcado desde mis cinco años cuando entré a preescolar pesaba ahora, la misma que en mi noveno grado, a pesar de mi rendimiento académico, no me permitió ser un alumno «integral» ni clasificar para el status de «Abanderado del 2000». Ya entendía, por mi condición física, gracias a Dios, era apto para el SMA, pero por mi condición social estaba entre los marginados que no merecían la confianza de ser un soldado de la patria y no quedaba otra alternativa para mí que el EJT y habría que esperar a que llegase el primer llamado, aun cuando no me pudiesen explotar todo el año debiendo liberarme antes que comenzase el curso escolar en septiembre al año siguiente. A pesar de que el Coronel Pedro Duardo Méndez, Jefe de la Jefatura Territorial Ferroviaria de Occidente, expresó que «las fuerzas las componen soldados del SMA, generalmente con problemas económicos o familiares», según es citado en el artículo «Al pie de la línea», autoría de Patricia Cáceres, en el periódico Juventud Rebelde del 2 de agosto, yo poseía las mismas condiciones de mis compañeros «diferidos» que ya habían sido reclutados, aquí solo volvía a tenerse el criterio empleado en los reclutamientos forzosos a las UMAP en los ´60.
Fue así que llegó por fin la primera citación para llevarme al EJT a efectuarse el 7 de octubre. Solo que entonces era yo quien había adquirido un problema para acudir al llamado, un asunto de conciencia. El llegar a comprender mi condición de excluido, unido a mis lecturas selectas en aquellos meses de vacaciones: además de la Biblia en primerísimo lugar, León Tolstoi con «La guerra y la paz», y «El mundo de ayer» de Stefan Zweig, influyeron de tal manera en mí que me llevaron a la determinación de no presentarme aquel día, a riesgo no solo de perder mi derecho a estudiar en la universidad, sino también de abrir la posibilidad de que se me procesase para condenarme a prisión.
Las presiones familiares y sociales temiendo las consecuencias que se cernirían sobre mi persona fueron tan grandes, que se intercedió ante el Comité Militar Municipal obteniendo una segunda oportunidad y me hicieron prometer que acudiría al próximo llamado. Tal vez la fuerza más poderosa entonces para conseguir que claudicara fueron las lágrimas de mi madre, y aunque advertí a todos que me hacían obrar en contra de mi conciencia, transigí.
El resultado fue aquella horrible noche de noviembre. Para completar un apagón total. Díez de la noche y nada de comida. Se colocó a nuestro «pelotón» en el centro de la plaza y se hizo marchar a nuestro alrededor a diferentes «compañías» que llevaban semanas allí en el adiestramiento militar que se conoce en Cuba como «previa». Los rostros perturbados de jóvenes con sus cabezas totalmente rapadas integrando aquellos escuadrones obligados a cantar o gritar cada cual una consigna política diferente bajo las tenues luces de algunas antorchas, fue un espectáculo dantesco que me hizo sentirme como introducido en uno de aquellos campos de concentración nazi respecto a los cuales tanto había leído. En los casi ocho meses que sobreviviría sometido a regímenes de vida extremos y obligado a trabajar demasiadas horas con normas impuestas que muy pocos llegaban a cumplir; sin contar la repugnancia de tener que soportar, «para no perder la universidad» o «no ir a la cárcel» el robo de nuestros salarios y asignaciones de ropa o artículos de aseo personal que se nos destinaban. Era indudablemente la misma hipocresía del cartel «El trabajo hace libres», pero sin cartel.
Al EJT en su 40 aniversario
Esta semana dedicaré mis post al denominado Ejército Juvenil del Trabajo (EJT), a sus cuarenta años de creado, cumplidos el pasado sábado 3 de agosto, y a los diecinueve años de mi liberación de sus «filas», cumplidos también hace apenas unos días, el 28 de julio.