Junto a mi amigo Javier Peña, en su papel de Juan Calvino, otro de los personajes claves de la Reforma, en una de las celebraciones de estos días
En 2008 la Iglesia Evangélica en Alemania (EKD) asignó al teólogo Stephan Dorgerloh como prelado responsable de coordinar y gestionar las actividades de la denominada Década de Lutero iniciada desde ese año y hasta el 2017, año en que se conmemora el 500 aniversario del comienzo de la Reforma, cuando Lutero fijó en la puerta del Castillo de Wittenberg sus 95 tesis. Este 31 de octubre cuando se cumplen 499 años de aquel suceso está década especial habrá entrado en su décimo y último año.
La Década de Lutero despliega la vasta gama de contenidos de la Reforma en años temáticos y remite a años conmemorativos e históricos. Las actividades de Lutero y su compañero de contienda, el teólogo Philipp Melanchthon desataron profundas transformaciones que tuvieron lugar desde la Ilustración hasta la Modernidad del siglo XX. Además de a la iglesia y a la teología, la Reforma marcó también la música y el arte, la economía y la sociedad, el idioma y el derecho.
El tema de 2011 por ejemplo fue La Reforma y la Libertad y contribuyó al análisis de esta como fase de transformación hacia el Estado de Derecho. Uno de sus momentos culminantes fue un simposio celebrado en Wittenberg en el que en forma de disputatio se abordó la pregunta: ¿Cuán libre es el ser humano? y se tematizó la influencia de la Reforma sobre los movimientos reformistas en todo el mundo, particularmente el islámico, y sobre el desarrollo de la sociedad cívica democrática. Este año 2016 el lema fue: La Reforma y nuestro único planeta.
La Reforma Protestante es un movimiento cosmopolita y el Bundestag alemán habla de un evento de rango internacional invitando a ciudadanos de todo el mundo a seguir las huellas de la Reforma. Lo que hoy llamamos en retrospectiva la Reforma, y que solemos limitar solo a los acontecimientos de hace 500 años en Wittenberg, ha tenido un impacto global, declara Heinrich Bedford-Strohm, presidente del Consejo de la EKD. El tema dirige la mirada a la actual necesidad de reforma de nuestras acciones y de nuestra conducta en el mundo, resalta Bedford-Strohm, a la vez que aboga por una iglesia en la que nuestro único mundo esté en el centro de la atención: un mundo extremamente amenazado por la injusticia social, la guerra y la violencia y por una conducta económica que destruye aún más la naturaleza.
Es una excelente oportunidad de la que los creyentes cubanos no deberíamos excluirnos, por no decir todos los cubanos, dados lo universal de la influencia y los efectos de las tesis de Lutero. Involucrarnos también significará reflexionar y promover valores universales, sobre los que es necesario repensar desde Cuba, que manan de aquella transcendental revolución de las ideas indetenible desde el siglo XVI; sin obviar por supuesto una mirada crítica saludable en la que se tengan en cuenta las limitaciones de Lutero, sin eludir por ejemplo, cuestiones como su lamentable antisemitismo o su condena -evidente reminiscencia medieval- del ala más radical de la Reforma: la de los anabaptistas, quienes incidieron en el estallido de las rebeliones campesinas. A fin de cuentas, ¡el silencio no va con la imagen de la Reforma! En el ámbito eclesial será una ocasión afortunada para que las Iglesias, sin importar credo denominacional se revalúen bajo el concepto de: una iglesia reformada siempre reformándose.
¡SOLI DEO GLORIA!