Desde la época de la caída del campo socialista en Europa del Este, y dada la necesidad de apoyo internacional para continuar en el poder, que constituye su objetivo supremo, el régimen de La Habana intenta engañar al mundo haciendo creer a algunos que ya en Cuba no se viola la libertad religiosa como antes.
El cambio constitucional a principios de los noventa, en el que el Estado dejó de declararse ateo y se identificó como laico, y las posteriores visitas papales, constituyen los principales argumentos que el propio desgobierno arguye para llamar favorablemente la atención sobre sí.
La verdad es que por política de las más altas instancias del gobierno central la libertad religiosa sigue siendo pisoteada cada día. La Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba es la entidad en la cúspide misma del poder de la que emanan todas las orientaciones respecto a cómo debe procederse respecto a cualquier grupo religioso o individuo que decida ejercer con libertad su fe, sea la que fuere. Resulta inconcebible, cual si no lo fuera ya el hecho del monopolio político del Partido Único, que este, ideológicamente comunista, posea una oficina dedicada a presionar, manipular y chantajear a los grupos religiosos históricamente establecidos; y dedicada a contener, confrontar o eliminar a los nuevos movimientos religiosos, a no ser que respondan a sus intereses políticos de mantenerse a toda costa en el poder.
En el caso concreto de las libertades religiosas es perfectamente apreciable que el autoritarismo no puede traicionar su propia naturaleza violatoria. A pesar de las numerosas posibilidades que ofrecen a Cuba las licencias otorgadas por el Departamento del Tesoro de los EE.UU al intercambio en materia religiosa con la isla, el bloqueo interno sostenido por la autoridad nacional impide los beneficios procurados.
Como el caso más cercano es el que vivo en carne propia y del que puedo hablar con total propiedad, me referiré entonces a hechos que mi iglesia, mi familia y yo sufrimos, algunos de ellos reiterados en las últimas semanas:
- Se me ha obstaculizado cualquier intento de traslado a comunidades urbanas, por ejemplo a la ciudad de Bejucal, a escasos kilómetros de la capital Ciudad de La Habana. De esta manera se ha restringido mi actividad pastoral a comunidades rurales donde además es frenada y contrarrestada.
- A mi esposa y a mí se nos impidió la matrícula en el primer intento de realización de un doctorado en Teología dentro de Cuba, se puso como condición para la realización de dicho proyecto que nosotros estuviésemos ausentes.
- He sido detenido y conducido a unidades policiales en varias ocasiones, dichos arrestos han sido denunciados en su momento. Han ocurrido al margen de la ley.
- En otras ocasiones he sido impedido de movimiento, una especie de prisión domiciliaria, pero también impuestas al margen de la ley. Durante la recién visita papal cientos de personas sufrieron este tipo de violación. En esta sala se encuentra el Sr. Leonardo Rodríguez Alonso, miembro de una logia masónica en Cuba, el cual dispone de abundante información de cuánto se violan las libertades también a las instituciones fraternales. Él mismo logró filmar con su móvil el momento en que agentes de la policía política le imponían su prisión domiciliar para impedirle asistir a las misas papales.
- Numerosos miembros de mi iglesia han sido objetos de amenazas, coacciones, chantajes, advertencias por el simple hecho de formar parte de nuestra congregación. Algunos de ellos han debido solicitar asilo político para evadir tal forma de persecución. Varios de ellos se encuentran viviendo en estos momentos en varias ciudades de los EE.UU.
- Personas de nuestras comunidades han sido coaccionadas e intimidadas para impedir su asistencia a nuestra iglesia, en lo que constituye un auténtica campaña en contra de nuestro trabajo.
- Desde enero de 2013 en que conseguimos viajar fuera de Cuba sin tener que pedir permiso al sistema, he sido detenido en el propio aeropuerto e interrogado en varios de mis regresos a la isla.
- Siempre que he vuelto de algún viaje a la isla mi equipaje ha sido requisado como si se tratase de un narcotraficante, pero la mercancía decomisada no ha sido droga sino literatura, en muchas ocasiones de carácter religioso, e incluso ejemplares de la Declaración Universal de DD.HH. La más reciente de estas ocasiones fue hace apenas dos semanas (el sábado 24 de octubre) cuando me fueron confiscadas 64 copias de la Declaración Universal que pretendía compartir con mis feligreses en Cuba.
- Con determinada periodicidad son efectuadas reuniones convocadas por dirigentes locales del Partido Comunista para orientar a sus acólitos redoblar esfuerzos para enfrentar mi ministerio pastoral.
- El techo del templo bautista donde se reúne mi iglesia necesita una urgente reparación, para ello se precisa de la concesión de un permiso que ha sido solicitado desde hace dos años, pero que carece de respuesta que no sea la que las autoridades políticas han manifestado verbalmente, de que mientras yo sea el pastor no lo otorgarán, lo cual constituye un bochornoso chantaje para mi iglesia.
- La educación de todos los niños en Cuba, en manos del monopolio estatal, impone fuerte adoctrinamiento y es manipulada para transmitir propaganda política, muchas veces violenta (el ícono es el Che Guevara). Esta tiene efectos traumáticos en mis dos hijas, Rocío y Rachel. Especialmente en la pequeña Rachel de siete años. En su segundo año escolar, y pese a haber tenido un excelente desenvolvimiento en los grados preescolar y primero; prácticamente en cada noche de septiembre y octubre ha llorado pensando que al día siguiente deberá retornar a una escuela donde le enseñan principios contrarios a los que le enseñamos en nuestras escuelas dominicales.
- En ocasiones se ha intentado boicotear nuestros servicios religiosos mediante el empleo de turbas manipuladas por las autoridades. (anoche al llegar a Miami proveniente de Cuba he colgado en Youtube un video de actos de esta índole que se perpetraron hace apenas una semana y media, el pasado domingo 25 de octubre.
- Propiedades mías o de mi esposa nos han sido confiscadas por la policía, como el caso de nuestras laptops personales. Lo peor no ha sido la confiscación en sí sino el grado de indefensión en el que nos hemos sentido al acudir ante instancias judiciales supuestamente existentes para defendernos, pero de las cuales ni siquiera hemos recibido respuesta, violando sus propios reglamentos.
- Los líderes de la Convención Bautista de Cuba Occidental a la que se encuentran afiliadas nuestras iglesias reciben constantes presiones en contra de nosotros de parte de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
- Mi correspondencia personal es violada constantemente sin respetarse siquiera servicios internacionales de tanto prestigio como el DHL. Un ejemplo reciente lo acabo de vivir con el envío No. 5441892820 que enviado desde Argentina el pasado 9 de octubre y habiendo arribado a Cuba el 14 del propio mes no me fue entregado hasta el día 30 luego de reclamaciones y denuncias desde mi cuenta en twitter.
- También es interferido contantemente mi servicio de telefonía móvil que tiene como proveedor a Cubacel la compañía que posee la hegemonía de la telefonía en Cuba, pero que es manipulada totalmente por la policía política.
Y lo peor es que solo soy un nimio ejemplo, para colmo en una iglesia legalmente reconocida y registrada desde 1939, en la cual violaciones como las que describo, y otras, ocurren a muchos de nuestros pastores e iglesias, e incluso, propiedades como el terreno que en el pasado perteneciera a nuestro colegio bautista en Yaguajay nos han sido ilegalmente usurpados por las propias autoridades. Si así nos sucede teniendo al menos una personalidad jurídica en La Habana, asociados como estamos en la Convención Bautista de Cuba Occidental constituida desde 1905, ¿qué decir sobre centenares de grupos que desde hace años existen en la isla sin ni siquiera ser reconocidos legalmente? Entre ellos quiero resaltar casos sobresalientes como son los de los grupos apostólicos y el de la Misión Bautista Bereana, cuyos líderes y miembros constantemente se ven sometidos a todo tipo de vejámenes.