Ya el verano terminó, y la cosecha llegó a su fin, pero nosotros seguimos sufriendo (Jeremías 8.20, Traducción en Lenguaje Actual).
Contra muchos pronósticos la pequeña delegación de nuestra iglesia que visito USA por un mes aterrizaba de vuelta a Cuba el pasado 6 de agosto. En verdad no podemos dárnoslas de superhéroes. Éramos conscientes de que nuestra acción de volver se equiparaba a descender a los infiernos mismos: para empezar nos aguardaba el calor asfixiante sin los oasis de los aires acondicionados, comenzando por el aeropuerto “Abel Santamaría” de Santa Clara; las enfermedades como dengue o cólera en su apogeo, y el ebola amenazante; las carencias de todo tipo, la desidia casi generalizada, el desorden y falta de higiene reinantes, la corrupción evidente comenzando por quienes debían combatirla, la mentira como discurso oficial a través de una propaganda tan abundante como ridícula, como para acentuar el “dime de qué alardeas y te diré de qué careces”, la desconexión a internet y los obstáculos, censura y espionajes a cualquier modo de comunicación … Todo esto, y más, lo hemos sufrido, junto al resto de nuestro pueblo cubano, mientras es harto conocido que la elite que desgobierna vive a sus anchas en sus propias mansiones, vacacionando en hoteles de lujo en escenarios paradisiacos como su fastuosa cayería norte, o en cualquier rincón del planeta, jugando golf o disfrutando de sus yates, sus áreas reservadas y sus cotos de caza, por supuesto con total protección contra las epidemias que azotan a la plebe y con una alimentación de reyes. Es la triste y contrastante realidad en este archipiélago donde un feudo lo controla todo, ahora en su peor fase, la de intentar transmutar, con ayuda de cuanto cómplice sea posible en el mundo.
Cuando trato de explicarme a mí mismo el por qué de nuestro regreso no titubeo en explicarlo más que nada en que se trata de un acto de fe y de obediencia a Dios, una ofrenda en sacrificio vivo a El que nos dio el ejemplo a través de la kenosis (encarnación) de Jesús, quien por cierto, detrás de su vida terrena, su vía crucis y su crucifixión, según las Sagradas Escrituras, descendió literalmente a los infiernos para predicar a los espíritus encarcelados. Además de la palabra empeñada a quienes nos extendieron la visa, compromisos de trabajo, relaciones afectivas, y todo lo demás que no negamos que también, a pesar de todo, nos atrae como un imán, es el ejemplo dado por Dios mismo, y el compromiso con El, el más interesado en que esta torcida realidad se transforme, lo que logró el milagro de nuestro regreso. Y debo decir que sí, que a pesar de toda esta zozobra que sufrimos, hemos sentido en muchas ocasiones por estos días la indecible satisfacción de estar y actuar paleando la miseria en esta absurda realidad. Dos escuelas de verano y dos días de festivales juveniles, auspiciados todos por el Instituto Patmos en el que trabajamos en el centro de la isla, lo han conseguido. Los escenarios han sido las comunidades donde se enclavan las iglesias bautistas “Resurrección” y “Eben Ezer”, en Rosalía y Taguayabón, respectivamente. En ello se ha ido la mayor parte de nuestras energías y recursos.
El 18 y 19 de agosto tuvo lugar la escuela de verano en Rosalía, y del 21 al 24 en Taguayabón. En Rosalía el tema principal y nuestra oración fue la paz en el Medio Oriente, especialmente en Jerusalén, y además del estudio de la Biblia en textos centrales como el Salmo 122 y Mateo 23.37, utilizamos como materiales auxiliares el documental “Bridge over the Wadi” del proyecto de cine de la “Rabinovich Foundation” producido por Heymann Brothers Films (Tomer y Barak Heymann), anuncios públicos de los treinta artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el video musical “United” producidos por “Youth for Human Rights” y “United for Human Rights”, materiales del Centro Simon Wiesenthal, y la música usada proveniente totalmente de los tres álbumes “Israel” producidos por los hermanos Alejandro y Arturo Allen para Luz Records, incluyendo el video clip del tema “Amén” de Jonathan Settel con la participación de Marcos Vidal en el papel del mesías, dirigido por Boris Dedenev y producido también por Arturo Allen. Tan intensas fueron nuestras oraciones y estudios que no nos sorprende que judíos y palestinos hayan firmado ahora una tregua duradera. Por supuesto pensar en el conflicto israelo-palestino no nos evadió de nuestras propias realidades y también fue por ello que oramos con intensidad por Cuba precedidos por algunos fragmentos de la película “Conducta”, contundente y reciente fenómeno de masas en la isla que descarnadamente nos desnuda. Era conectar los dos puntos geográficos conectados y hacer honor a la predica que me había conducido por USA unas semanas atrás: “De lo último de la tierra a Jerusalén”. En Taguayabón durante el día compartíamos estos mismos materiales a todos los que nos visitaban, incluyendo personas de lugares tan distantes como Guayos, en Sancti Spiritus, o Camagüey, o de más cercanos como Vueltas, especialmente de su agrupación “Cristianos por Cuba”; y durante la noche, especialmente para niños, se implementó, de Life Way, y de la “Alianza Pro evangelización del Niño” la escuela bíblica “Buscadores del Tesoro Perdido” con enorme acogida por los niños del pueblo que además fueron participes de diversiones, obsequios y meriendas, que en muchos casos fue el suceso más significativo en sus hastiadas vacaciones.
Cerrando cada una de las escuelas de verano celebramos los festivales juveniles, el miércoles 20 en Rosalía y el domingo 24 en Taguayabón. En Rosalía se incluyó una tarde especial que incluyó servicio de bautismos en uno de los pocos riachuelos que no están contaminados por la zona, aunque se encontraba afectado por la sequía, y tras una comida fraternal se cerró con broche de oro la noche con un concierto de la agrupación de rap cristiano “ABeC”. A pesar de ser una comunidad rural la asistencia al concierto fue de 150 personas. En Taguayabón el cierre fue rotundo, teniendo mejores condiciones para celebrar el concierto, y con la asistencia de todos los integrantes del grupo, que no pudieron asistir a Rosalía, se celebró lo que no exageraríamos si tildásemos de superconcierto de “ABeC” desde el portal de la iglesia, en franco desafío hacia la calle adonde llegaron a congregarse unas 300 personas, especialmente jóvenes. Además de las canciones provenientes de los cuatro álbumes de la agrupación: “Vamo’ a comenzar a ministrar”, “Cambio”, “Adonai” y “A que me levanto”, se expusieron videos promocionales, se anuncio para el invierno el lanzamiento del que será su quinto disco: “La Estocada” y tuve la bendición de llevar al pueblo un breve sermón de unos 10 minutos donde expuse mi esperanza en que la juventud aglomerada tuviese mucho que ver en un viraje fundamental en los destinos de nuestro país, en buena medida si obtiene primero la libertad individual, que por experiencia propia yo recibí de Jesucristo. El líder de la agrupación, Omar Leiva Suárez, y la solista Liz Mary Benítez, además del desafío que encierra cada uno de sus cantos, dedicaron también palabras a la multitud que estoy seguro encontraron abundante eco entre los presentes que luego de disputarse sus discos, ahora los dejan escuchar en cualquier lugar y momento por la zona.
Sin hablar de lo que nos queda por delante, porque ahora viene la etapa más difícil, la de recoger el fruto de tanto esfuerzo, y a pesar de la miseria, el calor, las epidemias, el desgobierno , etc, etc, etc, nos sentimos satisfechos del regreso y de tener como sus primeros frutos estas dos escuelas de verano y los dos festivales juveniles. Nos alegramos por un lado de la tregua duradera alcanzada por judíos y palestinos, a pesar del terrorismo de Hamas, contra los judíos, pero en primerísimo lugar contra su propio pueblo, y de que sabemos que tal tregua es solo una victoria parcial; pero nos llena de dolor fecundo que a pesar de sentir que hacemos algo de lo mucho necesario en medio de tanta penuria, los amigos de Hamas en Cuba, los que desgobiernan la isla a la que pisotean como su feudo, incluyendo a los derechos de todos los cubanos, de dentro y fuera de la isla, todavía se mantienen en el poder y no tenemos menos que clamar con el profeta Jeremías: “Ya el verano terminó, y la cosecha llegó a su fin, pero nosotros seguimos sufriendo (Jeremías 8.20, Traducción en Lenguaje Actual) ”.