Cuando creíamos que todo lo teníamos resuelto y que el padrino bolchevique nos garantizaría la vida por los siglos de los siglos, llegó el principio del fin. La antigua y aparentemente bien constituida URSS se desplomó en pedazos, eso sucede con los gigantes de pies de barro. Recuerdo bien el día en que interioricé el derrumbe del socialismo europeo, en lo personal también estaba en proceso de tránsito, del bachiller a la universidad y en medio de aquel ambiente de inseguridad y malos pronósticos futuristas, un sentimiento de incertidumbre me abrazaba hasta asfixiarme, era la incertidumbre de una nación que debía enfrentarse a una de las mayores crisis económica, política y espiritual de su historia, aunque no la primera y mucho menos la última de estas crisis; los cubanos hemos aprendido a sobrevivir los declives del sistema totalitario que toma decisiones según como fluya la marea, que se dice y se contradice, todo en su obstinada batalla por prevalecer y no soltar el poder y la voz de mando.
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