LAS MISIONES DEL CARDENAL

Por cuanto lo hicisteis a uno de estos pequeñitos a mí lo hicisteis. Mateo 25.40

En aquellos años de las UMAP, cuando el señor Jaime Ortega era uno más en los campos de concentración, nadie habría sido capaz de imaginar que las últimas pero más importantes misiones de esto que todavía algunos llaman Revolución las llevaría a cabo precisamente él.

El año pasado por estas fechas (mayo 2011) el mitrado se paseaba como mandadero del régimen por Europa intentando conseguir con su influencia la eliminación de la denominada Posición Común europea, reacción lógica del viejo continente ante los desmanes del desgobierno cubano. Enarbolaba para ello la jactancia de haber conseguido la liberación en 2010 de cincuenta y dos prisioneros de aquel grupo de setenta y cinco de la Primavera Negra de 2003, y de otros más, con tal pretensión, conveniente al monopolio político en Cuba, usurpaba con arrogancia el verdadero mérito a la muerte de Orlando Zapata Tamayo, al desafío de mujeres exclusivamente armadas con gladiolos, y al Ayuno del Sr. Guillermo Fariñas. La sotana cardenalicia fue usada así por el régimen para dar salida de negociación a uno de sus atolladeros más grandes de los últimos tiempos, pero no bastandole, pretendía emplearla adicionalmente para sustituir a su inefectivo Ministerio de Relaciones Exteriores en sus gestiones para conseguir el dinero que urgentemente necesitaban de Europa previendo una posible debacle venezolana, ahora inminente.

Fue precisamente durante la misión europea del Cardenal que Dios permitió que este servidor coincidiera en la calle Cuba en Santa Clara con un moribundo a consecuencia de una fuerte golpiza que había sido anunciada previamente durante el Ayuno de Fariñas, y que el régimen llevó a cabo mediante sus verdugos preparados para ello en la mañana del 5 de mayo. Adelantándome a la muerte de la víctima twittié en tiempo real aquella misma mañana la noticia del asesinato que definitivamente se materializó en las horas que transcurrían entre el 7 y el 8 de mayo. La frustrada impunidad de la ejecución extrajudicial de Juan Wilfredo Soto García echó así por tierra la misión europea del Cardenal. Los mismos que le habían enviado atrofiaban sus gestiones con la chapucería de otra muerte, pero, ¿qué se puede esperar de una dictadura habituada a estos métodos desde sus orígenes?

Desde la muerte de Soto García han acaecido por lo menos otros dos connotados decesos que han vuelto el dedo acusador en dirección al régimen: Laura Pollán (14 de octubre, 2011) y Wilman Villar Mendoza (19 de enero, 2012). A pesar de ello Benedicto XVI se hizo presente en la isla y no precisamente para condenar de criminal al régimen, como algunos esperaban, sí a recuperarle terreno perdido a su iglesia no hay quien lo dude, pero concediendo de parte del Vaticano una extremaunción inmerecida a un sistema caracterizado por la opresión y el latrocinio a su pueblo.

Esta nueva misión del Cardenal fue cumplida con éxito a ojos de sus beneficiarios que le ofrecieron hasta las páginas de su rojo diario, los mismos que por décadas les negaran a él y al resto de las iglesias el derecho a los medios. Además de propiciar la benefacción del Papa a los mismos que un día soñaron, evocando a Lenin, la desaparición de la religión, una de las cosas más repugnantes que existen bajo la capa del cielo (V. I. Lenin: Acerca de la religión. Recopilación de artículos. Moscú: Editorial progreso, 1973; p. 13); el Cardenal se comportó como todo un cederista entregando en manos del lobo a desesperadas ovejas que buscaron amparo dentro de las paredes de algunos de sus templos. No bastando con ello dio sin dudas el visto bueno a toda la ola represiva que se desató con simultaneidad a la visita del Papa y de la que por cierto fui una de las centenares víctimas. Añadido a la visita del líder católico mundial estuvo la de los peregrinos del otro lado del estrecho de la Florida algunos de los cuales se fueron al parecer enamorados de lo que aparenta ser un pobrecito gobierno apabullado por la bota imperial de sus vecinos del norte. Como apéndice corolario a esta exitosa misión del Cardenal y en evidencia adicional a lo antes expuesto, la Conferencia de Obispos Católicos de los EEUU ha emitido una carta al presidente Obama solicitando el levantamiento del bloqueo al régimen de Cuba cuando justamente debían haber complementado con otra solicitando al de Cuba que levante el que ejerce contra su propio pueblo.

Esta vez la misión de primavera del Cardenal fue precisamente por el Norte revuelto y brutal, trata de conseguir lo que hace un año exacto no pudo por Europa. La sotana se pasea por América del Norte con toda su solemnidad y se atreve con desprecio en la mismísima Universidad de Harvard a tildar de delincuentes y hasta de cuasi analfabetos a aquellas ovejas que entregara en manos del lobo previa visita papal. No por gusto aquellos a quienes vuelve a representar no han podido evadir el salir en defensa de su alfil, en medios como el portal Cuba Sí, ante las lógicas reacciones que llegan a pedir incluso al Vaticano la inmediata remoción de su servidor. Es evidente que Jaime Ortega intenta conseguir esta vez lo que ni el mismo Fidel al inicio de su aventura obtuvo en su gira también por aquellos lares, aún a costa de negar entonces que lo que intentaría implementar aquí sería el comunismo porque su barba no era imitación de la de Carlos Marx sino de la de Lincoln. Los agentes de la Red Avispa no tuvieron órdenes tan urgentes como esta. Juntas todas las misiones internacionalistas del pasado no habrían ambicionado una meta tan alta ya que del éxito de esta depende una de las últimas cartas que el régimen se juega en su desesperada sobrevivencia.

Si la iglesia católica posee pretensiones políticas en la Cuba postcastro y desea ir ganando ventaja en la figura de su cardenal no está ejerciendo papeles limpios para ello. Si esta es la transición sin traumas a la que el mismo Benedicto XVI aludió de lejos antes de llegar a Cuba, se equivoca con creces el Papa. El papel rastrero del líder de la iglesia católica cubana no hace ningún favor a cientos de sus practicantes que día a día contribuyen a paliar el dolor de este pueblo, y genera en la historia presente de su Iglesia una mancha que no escapará de los análisis futuros, y mucho menos de Aquel al que todos hemos de dar cuentas, especialmente mientras más responsabilidad se nos haya concedido.