Benedicto no miró detrás de las bambalinas

Por: Yoaxis Marcheco Suárez

En Cuba existe la costumbre de arreglar o acomodar las cosas de manera tal que se puedan mostrar las apariencias, mientras que la realidad y la verdad, quedan detrás de la cortina. Así suele suceder en las empresas, las oficinas, los organismos, los ministerios. Mentir es tan natural e inventar cifras y adulterar las estadísticas tan común, que ya podríamos decir que los cubanos vivimos hace mucho del cuento y de la mala idea. El invento ha saturado todos los espacios y todos los niveles, claro que no podemos dejar fuera de este asunto, al mayor cuentista, al más falaz, el Estado.

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