La experiencia de la VII Cumbre de las Américas en Panamá todavía está muy fresca, además de que constituyó una cita histórica y como tal siempre habrá que retomarla, por estos días en Cuba la Post Cumbre opaca incluso la cobertura que la prensa nacional debería otorgar a las elecciones de los delegados a las asambleas municipales del Poder Popular, tal vez porque lo más evidente de estas últimas sea la explicita manifestación de 1.7 millones de cubanos que nos atrevimos a declarar la inconformidad política nacional por abstención o anulación de boletas. Precisamente el programa estelar de la Mesa Redonda está dedicando por estos días varias de sus emisiones a la VII Cumbre. Por supuesto, tan parcial como es, solo cuenta entre sus invitados con representantes de la delegación oficial enviada por el régimen, por más que traten de enmascararse hasta de espiritistas.
Se reafirmará la clara percepción del carácter paramilitar de todos los enviados si alguien tiene la paciencia de sentarse ante la TV para ver los mismos rostros que ya nos habían presentado casi hasta el cansancio antes de iniciada la Cumbre, justo en las dos semanas en que recibieron el entrenamiento intensivo de parte del régimen durante el cual minuciosamente les fueron dadas todas las instrucciones que luego les vimos cumplir a cabalidad. Las intervenciones de Enrique Alemán Gutiérrez, Elier Ramírez Cañedo, Gilberto García Batista, Beatriz Marcheco, Leyde Rodríguez, Ramon Picht, Indira Fajardo o Yusuam Palacios nos muestra que, más allá de la fachada de cada cual, al menos a la cumbre fueron como un grupo compacto enviado para defender la intolerancia de un régimen que se sintió amenazado por un dialogo peligroso al que la OEA le invitaba. No en balde al inicio de su intervención en la Mesa Redonda del 21 de abril Yusuam Palacios admite: “no estamos habituados a dialogar”. Y esta delegación oficial del régimen demostró muy bien la certeza de Yusuam. Como lo siguen demostrando las sagas de intolerancia y odas al régimen que son las, según el criterio del propio pueblo cubano, “indigeribles” Mesas Redondas de la TV Cubana, donde los invitados siempre representarán el mismo bando, con la misma cadencia del movimiento afirmativo de cabeza de Randy Alonso.