Celebrando el Día de la Unión Europea en Estados Unidos, con José María Ballester, y Juana de Arco

Entre mis lecturas del fin de semana quiero destacar el artículo:

https://alfayomega.es/204214/el-largo-camino-de-juana-de-arco-hacia-los-altares?fbclid=IwAR2lHkB0sNDVlP3xLcY72HnIRtldJlRe0aXROU29r0DwMgO5hjZFX7qlxOU

recién publicado por José María Ballester Esquivias en “Alfa y Omega” dedicado a la canonización de Juana de Arco el 16 de mayo de 1920. José María se suma con su propio articulo a quienes rindiendo honores a Juana han enfrentado “peripecias históricas, políticas y religiosas” que han pretendido aniquilar su recuerdo, y lo que resulta más importante todavía, especialmente hoy, su legado.

Siendo católico, y publicando en un medio católico como Alfa y Omega, José María no obvia, sino que muy por el contrario reconoce a protestantes que también mantuvieron su postura de no olvidar, como “Jules Quicherat, discípulo del intelectual calvinista Jules Michelet –autor de una Historia de Francia en clave liberal–, quien se dedicó a la hercúlea tarea de ordenar y editar los volúmenes de los Procès de condamnation et de réhabilitation de Jeanne d’Arc, es decir, las actas completas de los dos juicios a los que fue sometida Juana. La obra de Quicherat, publicada en 1849, proyectó a una joven que reb osaba fe y grandeza de ánimo”.

En un día en que en Washington DC hemos celebrado European Union in the United States #HomeWithEU (EU Open House Online) #HomeInTheUS, mis oraciones a Dios por la madre Europa que enemigos muy poderosos pretenden destruir, como en su momento pretendieron destruir a Juana de Arco, y el articulo de ese hijo de Europa que es Ballester, me acompañaron en esta intercesión.

Yo también hago mía la oración de Benedicto XV el 16 de mayo de 1920:

«Oh, Señor todopoderoso, que, para salvar a Francia, una vez hablaste con Juana y, en tu propia voz, indicaste el camino que seguir para poner fin a los males con los que su patria estaba abrumada, habla hoy no solo a los franceses que están reunidos aquí, también a aquellos que solo están presentes en espíritu; digamos mejor, a todos aquellos que se preocupan por el bien de Francia», y yo agrego, de Europa.