Las ‘cabañuelas’ para la libertad religiosa

Agradezco nuevamente a 14yMedio, esta vez por: http://goo.gl/8WDHyT 

Actividad infantil en la iglesia

Actividad infantil en la iglesia

Los campesinos cubanos tienen una tradición que realizan cada inicio de año. Observan los doce primeros días de enero y completan la observación -en conteo regresivo- con las siguientes doce jornadas hasta llegar al día 24. Son de la idea que lo sucedido en el ámbito natural en esas fechas puede arrojar una perspectiva de cómo será el año.
Si durante el tercer día llueve, eso significa para los hombres del campo que en el tercer mes ocurrirá lo mismo. De esta forma llegan a la idea de si el año será pluvioso o seco, si habrá huracanes, mucho calor o se sentirá frío en el escaso invierno. Las tradiciones campesinas denominan a estos días que consideran preámbulos de los meses del año cabañuelas.
Para quienes formamos parte de la esfera religiosa en Cuba, el año anterior culminó con nuevas perspectivas respecto a las relaciones con nuestros homólogos en Estados Unidos. Tras el anuncio del presidente Barack Obama el pasado 17 de diciembre <http://www.14ymedio.com/internacional/Alan-Gross_0_1690030987.html>, no han sido pocos los ciudadanos de ese país que se han interesado en cómo pueden ayudarnos de manera más efectiva, dadas las oportunidades que se abren.
El nuevo escenario resulta positivo para las iglesias en la Isla que nunca dejaron de mantener relaciones de hermandad con sus similares en el país del norte, a pesar de todos aquellos que durante años se interpusieron y obstaculizaron esos vínculos.
Sin embargo, nada se gana si las perspectivas se alimentan solo de la parte positiva, obviando realidades presentes en el panorama. Si se hiciera así, solo se caería en lecturas demasiado ilusorias y en extremo cargadas de subjetividad. No hay que dudar de los buenos deseos del mundo entero, de las iglesias norteamericanas y hasta del presidente Barack Obama, pero ¿con qué obstáculos tropezarán en Cuba esos buenos deseos?
En nuestro país hay grandes impedimentos que limitan el intercambio en el área religiosa y que forman parte de lo que muchos denominamos «el bloqueo interno». Para que las políticas recién anunciadas tengan el efecto ansiado, al menos los siguientes cambios tendrán que ocurrir en el ámbito nacional:
La Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba debe desaparecer. Es inadmisible que una oficina enclavada en una organización de ideología atea, que es además el único partido legalmente reconocido, pretenda dirimir todo lo relacionado con la religión en un país.
El Registro de Asociaciones del Ministerio de Justicia de Cuba deberá actuar con total independencia y no bajo presiones, como ocurre ahora, provenientes principalmente de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos. Para comenzar deberá acceder a la legalización de decenas de grupos religiosos que desde hace años aspiran a ello.
Se debe crear una Ley de Culto aprobada por todo el pueblo y cuya letra defienda las libertades religiosas. A pesar de su imperiosa necesidad hasta el momento brilla por su ausencia.
Debe terminar el monopolio y privilegios que la referida Oficina otorga al Consejo de Iglesias de Cuba (CIC) y que no aglutina, como se pretendía, a la mayoría de las instituciones religiosas del país.
Al menos en la arena religiosa cubana estos cuatro obstáculos, inamovibles hasta el momento, deberán transformarse a fin de que las libertades religiosas sean auténticas. De esa manera toda la ayuda que el mundo desea ofrecer, fluirá libremente y sin el arbitrio de un Estado que hasta el presente pretende ejercer el control total. Por cierto, el mismo Estado que, con manuales estalinistas en mano, un día pretendió destruirnos.
A pesar de los buenos deseos de un mundo que se abre a Cuba, el panorama religioso no inicia nada bien para nuestro país
Por todo esto, mi lectura de las cabañuelas para la libertad religiosa está marcada por lo que he visto en las dos comunidades en las que sirvo como pastor. La Iglesia Bautista Eben Ezer del poblado Taguayabón, por ejemplo, necesita imperiosamente reparar el techo del templo que data de 1939. Iglesias hermanas en Estados Unidos han provisto parte del dinero que requiere el proyecto de reconstrucción, pero sin un permiso del Registro de Asociaciones no es posible legalmente acometer la obra. En noviembre pasado se cumplió un año desde que hicimos la solicitud de dicho permiso. Sin embargo, la respuesta brilla por su ausencia.
De otra parte, la Iglesia Bautista Resurrección, en la comunidad rural de Rosalía, celebró a principios de este año el Día de Reyes o Epifanía. Dado que el 6 de enero era laborable, decidieron celebrarlo el fin de semana y lo anunciaron a los habitantes del lugar. El Partido Comunista en Camajuaní y Taguayabón ordenó contrarrestar nuestras celebraciones. Con tal objetivo se destinaron cuantiosos fondos para que instituciones culturales y gastronómicas realizasen actividades colaterales, no con el sano deseo de agasajar al pueblo, sino con el insano de hacernos «frente».
Si me ciño a este panorama y a la lectura de estos hechos concretos, podría vaticinar que a pesar de los buenos deseos de un mundo que se abre a Cuba, el panorama religioso no inicia nada bien para nuestro país, dada la tozudez de quienes ocupan el poder político y militar. Sin embargo, cuando veo que a pesar del aparataje policial nuestra celebración de Reyes triunfó en un templo repleto de niños, me regresa el optimismo y creo que tantos buenos deseos llegarán a buen término.