Pregunta 9 de 30: ¿Por qué continúa negando el acceso al Registro de Asociaciones del Ministerio de Justicia a grupos religiosos que lo solicitan y que poseen el mismo derecho que los históricamente reconocidos?

Caridad Diego Bello, actual Jefa de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos. Al fondo la foto del ¨dios¨ y la religión cuyos asuntos realmente representa.

Caridad Diego Bello, actual Jefa de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos. Al fondo la foto del ¨dios¨ y la religión cuyos asuntos realmente representa para un Estado que irónicamente se hace llamar ¨laico¨.

Hace un año que en Washington enarbolamos treinta preguntas (http://cubanoconfesante.com/?p=733) cuestionando las supuestas libertades religiosas en Cuba invitados por Solidaridad Cristiana Mundial (CSW).y lamentablemente no es que cada una de ellas conserve su vigencia, es que la han aumentado. Particularmente la novena pregunta lo confirma: enorme cantidad de grupos que aguardaban por su reconocimiento legal continúan en la fila, pero no tranquilamente, sino recibiendo fuertes embates precisamente por la condición de ilegales a la que les condenan. Otros nuevos se añaden a las solicitudes para correr la misma suerte. Entre tanto circulan rumores de si por fin habrá una Ley de Culto, todavía ausente del enrevesado panorama legal cubano. Algunos vaticinios al respecto hacen pensar si dicha ley, preparada por el propio violador principal, empeorará la situación.

 

La realidad es que el Ministerio de Justicia no tiene vendados los ojos ni es fidedigna la balanza que sostiene. Como el resto de los Ministerios constituye un monigote del Partido Comunista de Cuba. Su Registro de Asociaciones debía trasladar su sede a la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central que es la que en definitiva dictamina hasta el momento quien se inscribe o no. Las denominaciones religiosas que tuvieron la suerte de llegar a Cuba antes de 1959 conforman todavía la mayor parte de las plazas aunque algunos de sus nombres han sido borrados. Permanecen fuera los grupos que han llegado a la isla o han surgido en ella como parte de una sociedad que, aunque enferma, todavía vive y por ende es susceptible a cambios. Sería digno de estudio quiénes han podido incorporarse, en buena hora, pero de seguro siempre se encontrará en el caso algún interés marcado del Partido Único o de sus históricos líderes.

 

Lo cierto es que el Registro de Asociaciones no existe para las funciones que debía, como tampoco el manchado Ministerio que le acoge. El criterio para inscribir o no inscribir no es el de los Derechos, del grupo religioso en sí, ni mucho menos de la comunidad en que se enclava, ni de la sociedad en general. El criterio que determina es el de conveniencia de quienes ocupan el poder político. Lo más irónico del caso es que un Estado en el que se actúe así ose llamarse laico desde 1992 cuando se cambió para ello hasta la maltrecha Constitución. La pregunta entonces sería: si en la práctica no es realmente laico el Estado y supuestamente en 1992 dejó de ser ateo, ¿cuál es la Confesión de Fe que privilegia entonces? Y para saberlo no hay que ser muy ducho en la materia sino sufrir a Cuba por dentro y conocer, no necesariamente del Derecho Romano, pero sí de la religión de aquel Imperio y de su terrible proceso de constantinización. La religión es la del Partido Único, y su dios, como muchos literalmente afirman, incluida la Papisa y su Vaticano del Comité Central, es el Líder Histórico, con respaldo de Inquisición y todo.