Lacónico estuvo Pablo Milanés en su regreso a Santa Clara para su concierto en continuidad de su gira nacional el pasado viernes 14 de enero. Sus canciones, antiguas y nuevas, sin comentarios adicionales, fueron su regalo simple y sin envoltorios a la ciudad de Martha Abreu.
No lo dijo, porque no dijo nada, pero estoy seguro que ineludiblemente alguien pasó por su mente, y precisamente si no dijo nada fue porque no podía mencionar su nombre en un concierto coauspiciado por el Ministerio de Cultura. Pero era de esperar que Pablo guardaría fidelidad a su modo de ser, y por ello, si no podía mencionar al mítico héroe de la epopeya presente, al Sajarov 2010 que hizo admirar a toda Europa, mejor no diría nada. De esta manera no quedaba ni mal ni bien con nadie. Y su callada manera fue elocuente. Sus canciones dijeron en fin todo lo que habría de decir.
Por ello no dudé, y entre fotos y videos, hice un intermesso al móvil para enviar un SMS a la misma persona en quien debió pensar el cantor, y escribí:
¨Pablo canta en ciudad del Coco, y aunque no lo ha dicho, cuando canta Modernos caballeros rompen lanzas por doquier, se lo ha cantado a él¨.
Pablo Milanés fue uno de los contados artistas cubanos aún no desplazados por la oficialidad, y es que –¡cuidado!- Pablo es indesplazable, que tuvo el coraje de levantar su voz en favor de Guillermo Fariñas.
Ya había demostrado ser un artista incómodo, no en balde el traslado de su disquera para España que en su propia patria ya no tendría cabida. Aquella primavera negra de 2003, por ejemplo, manifestó a los medios su inconformidad con aquel operativo vergonzoso que encarceló a setenta y cinco opiniones diferentes cuyas armas incautadas fueron libros y máquinas de escribir. ¨Es lamentable que una revolución que tanto tiene que enseñar a América Latina en materia de educación y de salud venga a fallar en algo tan simple como la libertad de expresión¨ – declaró entonces a Radio Caracol, de Colombia.
Por veintiséis de aquellos presos, algunos de los cuales por miedo el gobierno cubano, incumpliendo sus promesas del pasado 7 de julio, aún no se atreve a liberar, y tras la evitable muerte de Orlando Zapata Tamayo; Guillermo Fariñas estuvo dispuesto a dar su vida siete años después. Y en medio de un coro de voces que incluyó incluso a buena parte de la izquierda europea en comentario al gesto del Gandhi cubano, la voz de Pablo hizo honor una vez más a su sólida obra responsabilizando al gobierno cubano si el Coco se convertía en un nuevo Zapata, así lo declaró al periódico El Mundo.
La presentadora del concierto, quien dio la bienvenida al artista y que leyó una carta a nombre de toda Santa Clara no podía dejar de recibirle diciendo que intentábamos construir una sociedad con todos -y la palabra TODOS me resaltó dentro de la misiva- a la vez que deseaba a Pablo un pronto regreso. Ya lo dijo la crónica de Rayma Elena Hernández en la prensa local (Vanguardia): ¨Pablo Milanés, tu diario en Santa Clara sigue abierto¨.
Pablo, yo sé que en ese próximo concierto ya podrás decir lo que quieras comentando tus canciones, porque ya podrás saludar, si lo deseas, y sin comprometer a nadie más, al mártir vivo de la ciudad. ¡Podrás mencionar y saludar al Coco! Hasta entonces, Dios te bendiga a ti también. Gracias por cultivar un arte tan exquisita como comprometida con tu sociedad y la justicia.
Pastor Mario Félix Lleonart Barroso