Ustedes no son quienes buscamos

Cuando mi esposa Yoaxis Marcheco y yo llegamos a Panamá en la tarde del 8 de abril para participar del Simposio “El Acuerdo para la Democracia en Cuba” a celebrarse al día siguiente en el marco de la VII Cumbre de las Américas, fuimos los dos únicos pasajeros del vuelo 440 CM proveniente de Miami en ser interceptados. Dos encargados de la seguridad panameña nos condujeron a lugar aparte y nos pidieron nuestros pasaportes. Con rapidez procedieron a realizarnos interrogatorio en el que nos realizaron preguntas como estas: ¿Son cubanos de Cuba? ¿Por qué vienen de Miami? ¿Vienen por la Cumbre? ¿A qué se dedican? ¿Dónde se hospedarán? ¿Podemos tomar fotos de sus pasaportes? Todas las cuales contestamos con sinceridad y cortesía, teniendo en cuenta que, además de que estos son nuestros modales, eramos visitantes y estos agentes representaban el país que nos recibía. yoaxis

Ciudadanos europeos, amigos nuestros, nos manifestaron su disposición de ayudar, y no despreciamos un gesto que hizo realidad nuestro sueño de visitar Panamá, especialmente en una cita histórica como esta. Desde el viejo continente ellos se encargaron de comprar nuestros boletos on line y se preocuparon de muchos otros detalles. Puesto que no poseíamos acreditación de la OEA para participar en ninguno de los Foros, a pesar de haberla solicitado con el tiempo requerido a través de internet, no encontramos mejor opción que ser parte del Simposio “El Acuerdo para la Democracia en Cuba”, el documento que más ha aglutinado a organizaciones políticas y civiles de cubanos de dentro de la isla y del exilio, además de que por supuesto lo apoyamos íntegramente. Nuestra identificación de misionera y de pastor bautista incidió notablemente en nuestros interlocutores, uno de los cuales también se identificó como cristiano, y para hacer el mundo más chiquito, discípulo de Ortiz, el pastor panameño deportado de Cuba años atrás. Al explicarle incluso que veníamos de Miami porque precisamente la noche antes se cumplían cincuenta años de la Primavera Negra Bautista de 1965 cuando cincuenta y tres de nuestros hermanos habían sido encarcelados y condenados a severas penas y habíamos participado del homenaje realizado con tal motivo en la iglesia Getsemaní de Miami, y que por supuesto antes participamos también en el homenaje que realizamos en la propia Cuba en la mañana del viernes 13 de marzo en la Iglesia Bautista “El Calvario” como parte de los 750 delegados de la 105 Asamblea de la Convención Bautista de Cuba Occidental, nuestros interrogadores quedaron totalmente hermanados con nosotros y nos dieron la bienvenida a Panamá, no sin antes confesarnos: “Ustedes dos no son quienes buscamos, porque por supuesto, no buscamos a un pastor ni a una misionera”.

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No pudieron ser más explícitos los dos agentes de la seguridad panameña, pero no dejan de dar vueltas en nuestras cabezas preguntas como estas: ¿a quienes buscaban que se parecían a nosotros y cuyos nombres probablemente coincidían con los nuestros? ¿por qué otros amigos nuestros, con algunos de los cuales luego coincidimos en Panamá, vivieron escenas parecidas e incluso algunos fueron advertidos de que podían ser deportados? ¿poseían una lista con nombres como los nuestros? ¿quién les había dado dicha lista? ¿Qué decía la lista sobre nosotros? Porque lo que no decía la lista, la verdad, fue lo que arrojó luz sobre nuestros interrogadores: que éramos una misionera y un pastor. Si es lo que sospechamos: que fue el régimen en Cuba quien pasó a las seguridad panameña una lista de nombres dudosos con el fin de confundirles en su importante misión de garantizar la seguridad de la Cumbre, entonces concluiremos también que en este proceder, adicional a todo el resto, diganse actos de repudio, boicots a los foros, -incluido hasta el tan deplorable como largo como mal discurso que dio el General que desgobierna a Cuba- quedaron muy mal parados. Y solo esperamos que el mundo esté tomando nota.