Caminando por La Plata

Ya estuve en La Plata, Argentina, y volveré, porque dejé allí muchos y muy buenos amigos. Pero no es La Plata, Argentina, por donde Yoaxis y yo anduvimos caminando hoy. Es La Plata, Maryland. ¡La comunidad con nombre hispano sede del condado Charles, en el sur de Maryland! No sé si al Presidente Donald Trump le dará por cambiarle el nombre, pero así en español lo nombró el Coronel Samuel Chapman cuando regresó de un viaje por América Central y América del Sur junto a su hijo George que tenía tuberculosis y a quien había llevado en busca de una cura. Como me pasó a mí durante mi visita a Argentina en 2015, durante el viaje, el Coronel quedó impresionado con el Río La Plata y decidió nombrar igual, en homenaje al río, los 6000 acres de tierra que tenía por acá y donde finalmente en 1895 fue fundado el pueblo. Y de Sur a Norte, como el recorrido del Coronel, es por La Plata del Norte por donde caminamos hoy.

Quedamos tan entusiasmados con la caminata de oración el pasado sábado en la cercana comunidad de Waldorf donde pastoreamos, que hoy, como cosa nuestra salimos a hacerlo por La Plata. Y fue fascinante pasar dejando nuestra estela de oración, saludando, y siempre que fue posible evangelizando a los lugareños. Aunque uno de ellos nos conminó en un inglés que no entendí que esta era su maldita tierra y que nos largáramos a la nuestra, pero cuando me lo tradujeron ya no tenía tiempo para responderle, aunque más bien me resultó una excepción y no la regla del lugar, más bien interesante, tranquilo y amable.

Ahora en la noche, cuando no ando caminando, vuelvo sobre mis pisadas para orar otra vez por la tierra del Coronel Sam, por la gente que vi y saludé, especialmente por quien nos conminó a marcharnos, y también allá en el Sur, por la otra Plata, y su río inolvidable, por donde volveré.

Mis sermones en Waldorf: Escatología y esperanza

En la espera mostramos nuestra constancia (Romanos 8:25b)

Un sms reciente de Bernardo, hermano fiel en la Iglesia, con algunas preguntas escatológicas fue utilizado por Dios para provocarme a predicar una serie de sermones en los que expongo pasajes de la Biblia que abordan estos temas. Comparto a continuación los bosquejos de los sermones más recientes donde abordo pasajes de las dos cartas del apóstol Pablo a los tesalonicenses, y del Apocalipsis. En ellos, y de manera muy simple, intento transmitir mi visión escatológica, muy distante de sensacionalismos y catastrofismos producidos por hermenéuticas torcidas que la mayoría de las veces lo único que consiguen es alejamiento de parte del pueblo de Dios de textos que prefieren no abordar o que abordan con temor y prejuicio; perdiendo de esta manera la bendición de disfrutar de Palabra de Dios revelada para transmitir ánimo.

La palabra que más asocio y disfruto cuando abordo los pasajes apocalípticos es ESPERANZA. Coincido con maestros como Juan Stam en que temas no fundamentales se han robado el protagonismo de la escatología. Cuando estudio textos como los que he compartido en los sermones de los últimos domingos lo que más se alimenta en mí es precisamente la expectativa por ¨un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia¨ (2 Pedro 3:13); así mientras mucho solo esperan el fin, yo aguardo por el comienzo. Tristezas tengo, es imposible no tenerlas en el presente orden de cosas, pero no son como las de quienes no tienen esperanza (1 Tesalonicenses 4:13), gimo a una con la Creación, pero mis dolores no son de muerte, sino de vida, como los dolores de parto (Romanos 8:22-25).

De esta manera, lejos de tratarse de temas abstractos, divorciados de la realidad o de alguna posible aplicación práctica, concibo y comparto que la escatología es una fuente para vivir mejor en el aquí y en el ahora; para transformar la realidad que nos rodea mientras disfrutamos de las bendiciones que YA se encuentran disponibles a nosotros pero aguardamos lo que TODAVÍA NO es posible. … porque las tinieblas van pasando y la luz verdadera ya alumbra (1 Juan 2.8b).