¿LOS GOLPES ENSEÑAN?

Jamás olvido de niña la frase que mi madre acostumbraba a usar cuando veía a algún padre golpear a su hijo para disciplinarlo: los golpes no enseñan, todo lo contrario. Aunque la Biblia expresa que a los hijos se les debe disciplinar con vara, esa vara no es expresión literal de violencia, sino de la medida moral con la cual los superiores deben enseñar a sus descendientes. Así llevando este análisis al plano social, podríamos afirmar que si la sociedad no educa y encamina a sus hijos por los caminos del bien y si los gobiernos no cumplen con sus más elementales obligaciones y deberes para con sus ciudadanos, entonces usar la vara, ya sea en el sentido de la violencia física o en el plano moral termina siendo una actitud hipócrita de parte de quienes están para velar por el desarrollo de naciones que protejan, sustenten, afirmen a los hombres y mujeres a quienes dirigen y no para lo contrario.

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NO SERÁN LOS EDITORIALES

Por más que el gobierno pretenda atemorizarme con esos estrambóticos editoriales seguiré levantando mi voz por Juan Wilfredo. No seré ni el sacerdote, ni el levita que siguieron de largo cuando encontraron a un hombre golpeado y tirado junto al camino. Tengo el reto de ser el samaritano que se hizo cargo; y aunque ya no pueda curar sus heridas todavía me resuenan sus palabras de aquella mañana del jueves 5 cuando Dios nos hizo coincidir en el tiempo y el espacio, por última vez, para hacerme conocer de su propia voz de la severa golpiza que le habían propinado con tonfas.

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