El VI Congreso del PCC desde su inaugural desfile militar y el Informe Central presentado por el General de Ejercito demostró que la Moción que presenté hace apenas unos días en la 102 Asamblea de la Asociación Convención Bautista de Cuba Occidental es totalmente pertinente. No en balde previamente se afirmó que sería el asunto más polémico a tratar. Ante el tema sobre el que giraba: mujeres golpeadas, actos de repudio, detenciones arbitrarias y reclusiones domiciliarias; la propuesta era bien moderada y en espíritu de diálogo: escribir cartas al Primer Secretario del Partido y al Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular manifestando preocupación ante este tipo de actos que no contribuyen a la paz de la nación. La Asamblea determinó no tomar partido al respecto devolviendo el asunto a la mesa para ser archivado en carpeta, espero que no por demasiado tiempo.
La fuerza de la Moción evidentemente no habría la misma si dejaba de pertenecer a este simple cura de aldea que soy yo y se convertía en decisión de mi Asociación. La Convención Bautista de Cuba Occidental, única organización de la que formo parte, tiene a su haber un historial de más de cien años de quehacer y su origen mismo en la persona del prócer Alberto J. Díaz representa desde sus orígenes un carácter profético propio de una evangelización genuina a la que no deberíamos renunciar ni ante las mayores presiones ni ante los más halagüeños «gestos de aprecio y concordia». Como bautista espero aún que mi Asociación concientice su valor moral así como su respaldo divino para poder expresar cualquier preocupación nacida de su ética cristiana ya que, como se ha pronunciado en otras peticiones, «constituimos y nos reconocemos parte integral del pueblo cubano, junto al cual permanecemos y vivimos» y «constituye un deber ineludible expresar nuestra discrepancia a todas las instancias pertinentes del gobierno de nuestro país». Sin embargo, al menos por ahora, la Asociación determinó postergar este asunto y la Moción solo sigue siendo mía.
A título individual, dada la urgencia, publiqué mi petición en mi blog Cubano Confesante, la cual fue replicada por otros numerosos blogs a los cuales agradezco la amplificación de mi débil y temblorosa voz. Es claro que las autoridades tuvieron acceso a ella aún desde la celebración de la Asamblea misma a través de sus informantes. No sé si la respuesta habría sido otra si la Asociación hubiese suscrito mi Moción, de lo que no me cabe duda es que el régimen ha dado su respuesta con claridad en el Informe Central al VI Congreso del Partido.
El último acápite del Informe dejó explicito el objetivo del PCC respecto a las asociaciones religiosas que ha privilegiado legalmente:
«… continuar eliminando cualquier prejuicio que impida hermanar en la virtud y en la defensa de nuestra Revolución… a los que forman parte de las iglesias cristianas, entre las que se incluyen la católica, las ortodoxas rusa y griega, las evangélicas y protestantes; al igual que de las religiones cubanas de origen africano, las comunidades espiritistas, judías, islámica, budista y las asociaciones fraternales, entre otras. Para cada una de ellas la Revolución ha tenido gestos de aprecio y concordia.»
Luego de hacer mención del cuentagotas proceso de excarcelación que declaró concluido y en el cual resaltó la mediación de la Iglesia Católica, en el penúltimo párrafo definió lo que concibo como la respuesta concreta a mi propuesta:
«… lo que nunca haremos es negarle al pueblo el derecho a defender a su Revolución, puesto que la defensa de la independencia, de las conquistas del socialismo y de nuestras plazas y calles, seguirá siendo el primer deber de todos los patriotas cubanos.»
El General fue claro. Todos sabemos en que consiste ese derecho y a la vez primer deber a ser ejercido en nuestras plazas y calles: el de la violencia. Ya hace bastante tiempo hemos convivido con ella solo que ahora ha tenido el visto bueno formal del partido único de donde puede afirmarse que, lejos de eliminarla como recomendábamos, el régimen la ha orientado oficialmente otorgándole su respaldo y reconocimiento total. Ya esta historia resulta harto conocida, es el procedimiento tradicional de todas las dictaduras y tan viejo como la esclavitud de Israel en Egipto. Para su propio pesar la experiencia vuelve a repetirse: nuevamente Faraón se endurece.
Como una muestra fehaciente de que el Estado cubano ha legalizado la violencia en las calles no hubo que esperar a que terminara el Congreso del Partido. El lunes 18 en horas de la tarde se remetió nuevamente contra nuestra hermana Sara Marta Fonseca Quevedo y su familia. Esta vez se les arrastró literalmente por las calles del Reparto Río Verde bajo proclamas y consignas y al momento en que escribo estas líneas, minutos antes de la sesión de clausura del Congreso, Sara se encuentra todavía desaparecida. El martes 19, en Santa Clara, fue un grupo de mujeres asociadas bajo el emblemático nombre de Rosa Park las victimas de la defensa del «pueblo».
Ya que el sistema ha definido muy bien las posiciones, ahora que ha quedado claro lo que puede ser frío o caliente respecto a la ética del Evangelio de Jesús, ojalá que los creyentes comprometidos de veras con el Reino puedan también adoptar posiciones definidas y no tibias, por cuanto sabemos que a lo tibio Cristo lo vomitará de su boca. O nos quedamos con los «gestos de aprecio y concordia» que la bestia que sube del mar ofrece al falso profeta, o recibiremos los efectos del derecho, y deber, del «pueblo», uniformado o no, que continuará dando rienda suelta a la violencia, ahora alentado como resultado de este VI Congreso del Partido.
Pbro. Mario Félix Lleonart Barroso