Lejos de la Bienal, Taguayabón.

La Habana estuvo hace unas semanas en Bienal y como casi siempre suele suceder en mi pequeño y olvidado pueblo la vida transcurrió entre el hastío y la mediocridad. Trás estos aires de exposiciones y performances no puedo evitar el recordar lo que sucedió por estos predios poco tiempo después de la edición de ese evento cultural en 2009.

Reinaldo Escobar y Yoani Sánchez tuvieron la loca osadía de nadar contracorriente y visitar este poblado para compartir con un grupo de lugareños temas que acá rayan todavía en la ciencia ficción, tales como la internet y la blogosfera.Como complemento a sus palabras los amigos de La Habana proyectaron, excelente valor añadido a esta parada de su itinerario bloguer, un video del performance que la pintora Tania Bruguera presentó en el Centro Wilfredo Lam en aquella Bienal con el título de El susurro de Tatlin.

El periplo de Yoani y Reinaldo ocasionó en Taguayabón una revuelta similar a la que narra Mijail Bulgakov en El maestro y Margarita cuando el diablo y sus secuaces visitaron Moscú. De aquella ocasión dejó cuenta Yoani en su blog Generación Y en el post El vuelo de la suzuki sobre Taguayabón y yo mismo he abordado aquella ocasión en otros post como Taguayabón DY.

Los agentes de la policía política, fieles a su fea costumbre, intentaron averiguar a cualquier precio qué disertaron los transgresores a la ignorancia reservada por su «Revolución» a estas comarcas; para ello sometieron a interrogatorios y presiones burdas a algunos de los privilegiados participantes o a sus familiares. Dado que el tema sobre la internet y el mundo de los blogs evidentemente no tuvo color político las principales sospechas recayeron sobre el extraño video rodado a los presentes.

Días después me presenté por propia voluntad al Partido Comunista Municipal a exigir dieran la orden de detener la cacería de brujas desatada en el poblado en un operativo policial sin precedentes en el que, como represalia, hasta el caballo de mi pobre hermano, que no había participado en la transgresora actividad, fue incautado y aún hoy no ha sido devuelto. Trabajo infructuoso me costó explicar a la cuadro que me atendió quién era Tania Bruguera, qué era un performance y qué era una Bienal. Para ella estas «malas palabras» solo podían ser otras patrañas del imperialismo.

Y ha sido este el mayor contacto de Taguayabón con una Bienal. Mientras en La Habana se celebró otra edición de este festival artístico, la vida siguió como detenida en el tiempo por estos parajes y el mismo tipo mediocre de dirigentes del único fracasado y obsoleto Partido continúa haciendo de las suyas a costa de la vida de una población cada vez más deprimida y enajenada.